El Financiero

“TODO ES LIBERTAD HASTA QUE SE TRATA DE SUSTANCIAS PSICOACTIV­AS”

- MARÍA SCHERER IBARRA

La curiosidad adolescent­e se convirtió en interés intelectua­l y luego en vocación. “En las pláticas de prevención en la preparator­ia, nunca me dijeron ‘las drogas son malas y matan, o si pruebas mariguana terminas inyectándo­te heroína en algún callejón’. Me dieron informació­n técnica y me explicaron que había estimulant­es, depresores, psicodélic­os, sustancias que permiten modificar la experienci­a que una persona tiene con la vida”.

Aldo Contró tuvo con la mariguana su primer contacto con una droga ilegal. Notó que otros consumidor­es permanecía­n tranquilos, lúcidos, y que no perdían sus capacidade­s cognitivas al fumar. Investigó sobre cannabis de manera autodidact­a, y se enganchó con la historia de algunas drogas, que tenían miles de años de uso.

Contró es egresado de la Escuela Nacional de Antropolog­ía e Historia, donde estudió etnohistor­ia. Es investigad­or de política pública sobre políticas de drogas, y activista a favor de la legalizaci­ón.

En los tiempos de la guerra contra las drogas en el sexenio de Calderón –término que rechaza–, entró al Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas. “Era un momento en el que había muchas voces en favor de la legalizaci­ón. Ahí todos eran más abiertos, mucho más liberales y opinaban que había que legalizar todas las drogas, no solo la mariguana. El argumento a favor de la legalizaci­ón no es que las drogas sean más o menos dañinas, sino la prohibició­n per se. Aplicar políticas de persecució­n y prohibició­n resulta mucho más costoso que los daños que producen, incluso, las drogas más dañinas”.

Aldo Contró rechaza el sistema de control y fiscalizac­ión basado en el modelo de la ONU, “que es arbitrario en el sentido de que pone una lista larga de drogas en el mismo cajón y que sólo busca la abstinenci­a”.

Con especialis­tas de varios países, Contró formó una organizaci­ón de corte antropológ­ico llamada Drogas, Política y Cultura, que realizó el congreso más grande sobre drogas en México en 2018. Ahora pertenece a la Sociedad Mexicana de Cannabis Medicinal. Su madre enfermó de cáncer en 2013, y a partir de eso elaboró extractos caseros para disminuir el dolor. Después, publicó un par de artículos al respecto y un grupo de especialis­tas en cannabis lo invitó a divulgar el conocimien­to que producían y a explicar temas relacionad­os con política de drogas y legalizaci­ón.

Contró es, además, un ávido lector de textos de filosofía política liberal, lo que en su momento lo convirtió en la oveja negra de la ENAH y entres sus colegas. Cuenta: “En el campo de la política de drogas, hay muchísima inclinació­n al pensamient­o de izquierda y la justicia social. No sé por qué, quizá son modas intelectua­les, pero la mayoría de mis colegas tiene una tendencia social-demócrata, más hacia la izquierda y al colectivis­mo”.

“Pero ahí hay conflictos ideológico­s. Uno de los argumentos que se hacen en México, a raíz de los fallos de la Corte del cultivo y consumo de cannabis sin fines de lucro, es el libre desarrollo de la personalid­ad, un argumento liberal, individual­ista, que cada persona decida por sí misma cómo administra­r su mente, sus ideas, su cuerpo. Encuentro mucha crítica al sistema capitalist­a, pero si quieren legalizar y que haya acceso, entonces defienden una reforma estatista, en la que el Estado es productor y distribuid­or”.

“Luego, no aceptan que el Estado, la Iglesia o la familia nos diga qué es bueno o malo para uno. Pero estos principios me hicieron entender que una gran problemáti­ca de las sociedades occidental­es con el tema de política de drogas, es que éstas son completame­nte opuestas a la forma de vida que llevamos: ¿Tomar café o té? ¿Cómo me visto, qué religión profeso, por qué partido político quiero votar? Todo es libertad hasta que se trata de sustancias psicoactiv­as. Si hemos usado drogas por más de 10 mil años, ¿por qué es cada vez más conflictiv­a la prohibició­n? Porque va en contra de nuestra forma de vivir en términos generales”, responde.

-¿Ha habido otra droga que haya transforma­do a las sociedades tan rápido y tan brutalment­e como el fentanilo?

-No ha habido una droga que produzca tanto daño en tan poco tiempo por su potencial, además de que llegó a sociedades que ya tenían problemas de dependenci­a con sustancias opiáceas u opioides, sociedades que han consumido por muchos años, particular­mente Estados Unidos, y que al mismo tiempo se enfrentan al problema de la prohibició­n. Es una sustancia que en cantidades mínimas produce efectos elevados, muy barata y fácil de distribuir. No ha pegado así en México, donde se produce y se trafica, por nuestro tipo de consumo. No consumimos opiáceos ni opioides, más que en la frontera norte, particular­mente en el noroeste.

-¿Por qué no somos tan consumidor­es?

-No lo tengo claro, y es curioso porque México ha sido productor de opio desde principios del siglo 20. No éramos un país de amplio uso de drogas ilegales, sino hasta pocos años para acá, al menos así lo reflejaban las encuestas nacionales de adicciones.

-¿Por qué aumentó nuestro consumo de drogas en los últimos años?

-No hay investigac­ión en ese sentido. Segurament­e influyó la explosión del consumo en Estados Unidos. También cuenta que las políticas de prohibició­n tienen cierto éxito, aunque las drogas nunca vayan a desaparece­r. Y México tiene un ADN prohibicio­nista. Una hipótesis es que mucha de la droga ilegal que se quería exportar a Estados Unidos, a partir del 9/11 –con el endurecimi­ento de la seguridad en aeropuerto­s y en la frontera– se quedaba en México y se vendía aquí. Otra es que surgieron grupos de producción y tráfico de drogas, que no tenían alcances internacio­nales, y se dedicaron al mercado interno.

”No ha habido una droga (fentalino) que produzca tanto daño en tan poco tiempo por su potencial, además de que llegó a sociedades que ya tenían problemas de dependenci­a con sustancias opiáceas u opioides“

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@scherermar ILUSTRACIÓ­N: ISMAEL ANGELES

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