El Diario de Chihuahua

Tomar riesgos con la razón sin contradicc­ión

- Académico

El cantautor brasileño Roberto Carlos en una presentaci­ón, comentó acerca de una participac­ión que tuvo en el Festival de San Remo con una canción que era favorita para ganar, sin embargo, no ganó, no obstante la canción le dio muchas alegrías porque tuvo un gran éxito a nivel internacio­nal al grabarla en español.

En portugués no la grabó porque no comprendía que quería decir la canción, y por eso no pudo traducir la canción al portugués, y recuerda que todavía no consigue entender la letra de la canción, porque dice: “en verdad nunca he visto un gato azul y mucho menos en el cielo”, la canción se llama El gato que está triste y azul.

No sé por qué algunos maestros en la universida­d pareciera se proponen poner todo patas arriba y al revés, con un escepticis­mo a ultranza y otras veces con un sesgo ideológico, pretenden meter con calzador un tercero donde solo caben dos, atacan o pretenden descredita­r el conocimien­to cierto, la Filosofía; pero no entienden qué sea ésta ni para qué sirve, niegan todo por sistema, no se dan tiempo para reflexiona­r y menos permiten que otros lo hagan, en fin, buscan poner en duda las certezas que nos brindan el mundo, las cosas y la vida.

Es verdad que el ser humano por simple experienci­a conoce muchas cosas de la cuales puede afirmar con certeza qué son, aunque a veces no cuente con las palabras para explicarla­s y menos pueda ilustrarno­s de forma elaborada lo que aquellas son; sin embargo, no todo se reduce a la experienci­a; en otras ocasiones requerimos de análisis más elaborados para conocer qué sean esas cosas.

Frente a lo anterior, es recomendab­le tener siempre presentes algunos principios y lista de temas básicos que puedas usar como criterios o argumento para hacer frente al error, por ejemplo: si un maestro escéptico, pragmático o relativist­a te dice: “entiende, la verdad no existe”, ¡piensa! frente a esto el sentido común nos dice en el acto mismo en que afirman que la verdad no existe, en realidad están pretendien­do postular una “verdad” que consiste precisamen­te en la afirmación de que ésta no existe, entonces en qué quedamos, existe o no existe; si te digo, de que los hay los hay.

También puedes argumentar verdades sencillas como: es verdad que acabas de afirmar que la verdad no existe; es verdad que elegiste afirmar que no existe la verdad; con esto demuestras que tenemos la certeza en verdad que las personas podemos afirmar o negar algo, que además poseemos libertad para elegir palabras y decirlas en una plática.

Y si sigue la mata dando, es decir, si siguen de necios negando que la verdad no existe, bueno pues elevemos el nivel de argumentac­ión, solo un poquito nada más, y usemos el principio de no contradicc­ión, que dice que “es imposible que algo sea y no sea al mismo tiempo”. Así podrías afirmar en verdad que: es imposible que seas persona y no seas persona al mismo tiempo, es decir, una no-persona.

Los hechos de la experienci­a nos dicen que sí somos personas, no podemos dejar de ser personas, puesto que no se puede ser al mismo tiempo persona y al mismo tiempo no ser persona, es decir, es imposible que ahorita seas un ser racional y 5 segundos después no seas ser racional, luego en otros 5 segundo vuelvas a ser racional, entonces en verdad somos personas; incluso los bebés que aún no razonan son personas ¿o lo niegas?, misma regla aplica para quienes se encuentran en estado de coma.

Ahora llevemos dicho principio al plano político: Si Wenceslao de la Flauta dice que Maniqueo de la Corbata ha robado cientos de millones de pesos, y Maniqueo lo niega, irreductib­lemente uno tiene la razón y la otra miente; esto resulta del hecho de que si dos proposicio­nes, oraciones o afirmacion­es son contradict­orias, una necesariam­ente es verdad y la otra no, todo es cuestión de reflexiona­r sobre lo obvio.

Esa es la ventaja de conocer los principios o normas para razonar correctame­nte, ojalá y todas las personas docentes estudiaran los primeros principios para que se arriesguen con la razón en la enseñanza sin contradicc­ión.

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