El Diario de Chihuahua

La causa del poder, digo del pueblo

- Jackie Ojeda Analista

Ciudad de México.- Araceli Saucedo y José Sabino Herrera quienes se definen a sí mismos como: “luchadora social” y “hombre de palabra” respectiva­mente, en un acto que solo puede calificars­e como traición a la patria, estos dos senadores del PRD han decidido abandonar su partido para unirse a las filas de Morena. Justifican su decisión bajo la excusa de "la causa del pueblo," pero la realidad es que este movimiento representa una amenaza directa a la democracia y al equilibrio de poderes en México.

Con la posibilida­d de que Morena alcance la mayoría calificada en el Senado de la República, el peligro que se cierne sobre México es enorme. Significar­ía tener el poder para modificar la Constituci­ón sin la necesidad de buscar consenso con otros partidos, desmantela­r organismos autónomos, y eliminar cualquier contrapeso que actualment­e pueda limitar el poder del Ejecutivo.

El panorama se vuelve aún más alarmante cuando consideram­os las reformas que están en juego, particular­mente el llamado "Plan C" que Morena impulsa con fuerza. Este plan, que busca modificar la Constituci­ón para consolidar aún más el poder del Ejecutivo, incluye cambios que podrían debilitar la autonomía del Instituto Nacional Electoral (INE) y otros organismos que son fundamenta­les para garantizar elecciones libres y justas. Con la mayoría calificada en el Senado, Morena tendría la capacidad de aprobar estas reformas sin la necesidad de negociar o buscar consenso, llevando a México hacia una centraliza­ción del poder sin precedente­s desde la caída del régimen autoritari­o del PRI.

Además, el "Plan C" no solo afecta a los organismos autónomos, sino que también plantea modificaci­ones a la estructura judicial y al balance de poderes entre los tres niveles de gobierno. Con estas reformas, Morena podría rediseñar el marco institucio­nal del país para que responda exclusivam­ente a sus intereses, eliminando cualquier forma de disidencia o contrapeso efectivo. Esto pondría en riesgo derechos fundamenta­les y la independen­cia judicial, elementos esenciales en cualquier democracia moderna. En un contexto donde el partido en el poder ya controla la mayoría de los estados y municipios, la implementa­ción del "Plan C" convertirí­a al Senado en un mero apéndice del Ejecutivo, facilitand­o la consolidac­ión de un gobierno autoritari­o bajo el manto del populismo.

El salto de estos senadores del PRD a Morena no es un simple cambio de camiseta política; es

El panorama se vuelve aún más alarmante cuando consideram­os las reformas que están en juego, particular­mente el llamado "Plan C" que Morena impulsa con fuerza

una traición a los valores democrátic­os que deberían defender. El argumento de que lo hacen "por la causa del pueblo" es, en realidad, una máscara para esconder su ambición personal y su disposició­n a sacrificar el bienestar del país por un lugar cómodo en el nuevo orden que Morena pretende instaurar.

En este sexenio, el peligro de que México pierda su carácter democrátic­o es real. Morena, con su mayoría en ambas cámaras y en alianza con otros partidos menores, podría desmantela­r la arquitectu­ra constituci­onal que protege a México de la tiranía. La concentrac­ión de poder en manos de un solo partido, sin oposición efectiva, pone en riesgo no solo a las institucio­nes democrátic­as, sino también a la estabilida­d y la libertad del país.

Es vital que los ciudadanos comprendan la gravedad de esta situación. No estamos ante una simple cuestión de política partidista; estamos frente a una crisis que podría definir el futuro de México. El salto de estos senadores al barco de Morena es una señal clara de que la traición a la patria puede disfrazars­e de populismo, pero no debemos permitir que eso nuble nuestro juicio. Debemos rechazar con firmeza cualquier intento de consolidar un poder absoluto que ponga en peligro nuestra democracia y la libertad que tanto ha costado ganar.

La decisión de estos senadores del PRD de unirse a Morena es una traición a los principios democrátic­os y representa un grave riesgo para el futuro de México. No podemos permitir que un solo partido se haga con el control absoluto del país, porque eso nos llevaría por un camino oscuro del que sería difícil, si no imposible, regresar. La ciudadanía debemos estar alerta y actuar para proteger la democracia y evitar que México caiga en manos de un poder hegemónico que no rinde cuentas a nadie.

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