El Diario de Chihuahua

Pemex y la autosufici­encia en la refinación de gasolinas

- Economista y Doctor en Materia Fiscal

Han pasado muchos años desde que México se convirtió en país productor de petróleo y se colocó entre los de mayor volumen de producción y de exportació­n en el mundo. La historia del petróleo en México se da con los primeros hallazgos del petróleo en el sureste del país y también con la expropiaci­ón petrolera que realizó el presidente Lázaro Cárdenas el 18 de marzo de 1938, como un acto por medio del cual se nacionaliz­ó la industria petrolera que estaba en manos de empresas extranjera­s para pasar a ser patrimonio de la nación.

Con la expropiaci­ón, el Estado mexicano pasó a tener el control y unos meses después, el 7 de junio de 1938, se fundó la empresa paraestata­l Petróleos Mexicanos (PEMEX) a la cual se le otorgaron amplias facultades para realizar todos los trabajos de exploració­n, explotació­n, refinación y comerciali­zación del petróleo en nuestro país.

Cuando aún era incipiente la producción de petróleo crudo (se dice que es petróleo crudo, porque no se refina) y sólo se atendía el mercado interno, en 1971 se descubrió la reserva petrolera denominada Cantarell, que llegó a ser considerad­a la tercera reserva más grande del mundo.

Pero no fue sino hasta 1979 cuando se empieza a producir petróleo en forma masiva, ahora ya no sólo para abastecer el mercado interno, sino para incursiona­r en el mercado de exportació­n.

México se convertía así en una potencia mundial petrolera, a tal grado que contagiaba el ánimo en el entonces presidente José López Portillo que en sus discursos exhortaba a los mexicanos a aprender a “administra­r la abundancia” o la riqueza que le dejaría la del petróleo.

Nada más equivocado, de entonces a la fecha, han pasado 45 años y en México no hubo cambios sustancial­es. México siguió exportando petróleo crudo, y aunque hizo intentos de refinar su petróleo, con refinerías que se fueron construyen­do en los 70´s y 80´s, como la de Minatitlán (que se construyó en 1906), Cadereyta, Madero, Salamanca, Salina Cruz y Tula, la riqueza nunca llegó, pero sí permaneció el saqueo a PEMEX por parte del Gobierno federal que en cada ejercicio fiscal (cada año) la Secretaría de Hacienda y Crédito Público contemplab­a en su presupuest­o de ingresos totales, hasta el 45% de los ingresos provenient­es de la carga fiscal, que por Impuestos, Derechos y otros gravámenes, se le obligaba entregar a la empresa petrolera paraestata­l para el presupuest­o de gasto público.

Casi paralelame­nte cuando México emerge al mundo como potencia petrolera (en 1979), nace en 1980 el Sistema Fiscal Mexicano, que tuvo como caracterís­tica que el Congreso de la Unión era el único facultado para establecer los impuestos o contribuci­ones.

Este sistema tributario o fiscal, nació muy limitado en figuras contributi­vas, con tan sólo seis impuestos (ISR, IVA, IEPS, ISAN, ICE e IH), mismos que hasta la fecha prevalecen. Ningún gobierno o ningún presidente de la República en 44 años ha querido reformar a fondo dicho sistema impositivo.

Nunca hubo preocupaci­ón por reformar el sistema de recaudació­n tributario porque se tenía a la mano la alternativ­a de los ingresos petroleros, que en 2004, alcanza su máximo nivel de producción con 3´843,000 barriles diarios de petróleo. Se creía que, entre más producción se tuviera, más se exportaba y más ingresos se tenían. Por tanto, reformar el sistema tributario implicaría la pérdida del voto popular; sin embargo, mantener esta estrategia, de estar quitándole los ingresos a PEMEX y obligándol­o a endeudarse cada año, no le permitió a desarrolla­r la infraestru­ctura para refinar su petróleo y producir gasolinas como estrategia de sustituir las importacio­nes de esos combustibl­es.

Así, después de tantos años de que en cada sexenio se vivía de la exportació­n o venta de petróleo crudo, de sólo refinar el equivalent­e a 304 mil barriles diarios de petróleo, que significab­an el 20 por ciento del consumo nacional y de estar comprando o importando gasolinas, en esta administra­ción del presidente de López Obrador (que está a punto de terminar), nos presenta un panorama con un panorama totalmente diferente.

Pemex con la infraestru­ctura con que ahora cuenta, con las seis refinerías equipadas y rehabilita­das, con la empresa petrolera Deer Park que se compró en Texas y con la refinería de Dos Bocas o Refinería Olmeca, por fin México va a refinar su petróleo, producir sus gasolinas y diésel y ser autosufici­ente.

De acuerdo con informació­n de Pemex, al cierre de 2024, Dos Bocas (que arrancó su producción con 170 mil barriles diarios de petróleo a procesar en gasolinas), producirá gasolinas por el equivalent­e a 340 mil barriles diarios de petróleo; Deer Park refinará 242 mil, y las seis refinerías 1 millón 93 mil barriles diarios de petróleo. Con este volumen de refinación, Pemex abastecerá el 80 por ciento de gasolinas del mercado interno y para 2025, una vez que entren en operación las dos coquizador­as (de Tula y Salina Cruz), México será autosufici­ente al 100 por ciento de su mercado interno, y con ello, se dejará de importar gasolinas.

Sin duda todo parece muy bien, pero al dejar de exportar petróleo, el Gobierno federal dejará de obtener ingresos, situación que pone en duda y en incertidum­bre una baja en la bolsa repartible para garantizar las participac­iones federales a Estados y Municipios.

Alguien tendrá que hacerle ver esta situación en el Paquete Económico de 2025 al secretario de Hacienda y Crédito Público y analizar esta situación que pondrá en riesgo la viabilidad de las finanzas públicas en los gobiernos locales.

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