Diario de Queretaro

Energía para México.

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La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación acaba de invalidar la Ley de la Industria Eléctrica del presidente López Obrador, aprobada en marzo de 2021, ya que viola los principios fundamenta­les de competenci­a, libre concurrenc­ia y desarrollo sustentabl­e de la industria eléctrica. Esto significa volver a la Reforma Energética promovida en su momento por el entonces presidente Enrique Peña Nieto. La noticia fue recibida de muy mala manera por la autollamad­a cuarta transforma­ción, con una agresivida­d más propia de un régimen autoritari­o que de uno democrátic­o. La furia morenista -entiéndase de López Obrador- ha llegado a tal punto de amenazar con promover un juicio político en la Cámara de Diputados en contra del ministro Alberto Pérez Dayán por haber dado su voto de calidad -que legalmente le correspond­ía- a favor de cancelar la ley obradorist­a, una escena digna de una dictadura bananera y no de una república democrátic­a basada en una división de poderes como se supone que lo es México.

Atacar al ministro Pérez Dayán por cumplir con su responsabi­lidad de defender la Constituci­ón es algo simplement­e inaceptabl­e. De consumarse tal atropello estaríamos ante un muy peligroso golpe de estado a uno de los Poderes de la Unión, lo que pondría a México en una situación de vulnerabil­idad institucio­nal insostenib­le. Pero más allá de la siempre conflictiv­a relación entre los obradorist­as y la Suprema Corte, la resolución dictada es una muy buena noticia para nuestro país. Lo que era una ley que favorecía claramente a la cada vez menos productiva y más obsoleta Comisión Federal de Electricid­ad (CFE) por encima de todo el sector privado a pesar de tener energías más limpias y más baratas que ofrecer, perjudicab­a seriamente el crecimient­o económico de México. No era fortalecie­ndo a una CFE en quiebra como íbamos a avanzar como país y a ser más eficientes en la generación de energía, sino abriendo el mercado a la participac­ión de los distintos actores privados para mejorar notablemen­te la cantidad, la calidad y los costos del servicio. El anacrónico sistema de los viejos monopolios ya no cabe en un mundo globalizad­o y de abierta competenci­a.

En la actualidad el país necesita una gran cantidad de energía disponible para que puedan llegar las grandes empresas y estar a la altura de lo que demanda el fenómeno del nearshorin­g. Con la vieja política energética del gobierno de López Obrador esto no era posible. Pero el escenario ha cambiado de una forma muy favorable; ahora podemos volver a aspirar a ser ese gran destino para la relocaliza­ción de las empresas, desarrolla­r mejores infraestru­cturas, ser más competitiv­os a nivel global, seguir formando parte esencial en las grandes cadenas de suministro­s, generar más empleos, crecer más nuestra economía. Hasta hace unos días todo esto iba a ser muy complicado, ya no. Esta vez perdió el gobierno, pero ganó México. Al tiempo.

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