Crean su propia pastorela
Desde hace treinta años la familia Gómez Alexander mantienen viva la tradición de llevar a escena una versión propia sobre el nacimiento de Jesús
Se escuchan risas en la calle. El barullo proviene de la cochera de una casa en la colonia Lázaro Cárdenas, al sur de la ciudad; donde alguien ha improvisado un escenario.
El alumbrado público apenas ilumina el área, por lo que a media luz los jóvenes tramoyistas abren unas cortinas con estrellas cosidas a mano, dejando entrever a un par de pastorcitos muy sonrientes. Con sus ocurrencias hacen reír a carcajadas a los que se arremolinan en el empedrado, todos están atentos al drama religioso que se entremezcla con anécdotas y chistes locales; de vez en cuando alguien es aludido en los diálogos, lo que desata la “carrilla” y las bromas.
Todos ahí se conocen, publico y actores integran a una familia numerosa, que desde hace treinta años se reúne para celebrar su propia versión sobre el nacimiento de Jesús.
Martha Gómez Alexander es la encargada de escribir la pastorela, y además de ser la dramaturga de la familia, es quien se encarga de la escenografía, de la dirección en escena y hasta de la formación actoral de todos los que participan en la obra.
En entrevista cuenta que la tradición la inició su madre, Petrita Alexander Casas, con la misión de generar comunidad y propiciar el encuentro con el otro.
“Todo empezó de una manera muy sencilla , pero participando siempre toda la familia. Hay años en los que nos disgustamos con la hermana, el hermano… pero como decía mi madre, no hay cosa que pueda más que el amor de la familia, y efectivamente tenemos muy arraigado ese amor”.
Desde un mes antes comienzan los preparativos, algunos participan con ideas para la nueva historia, mientras que otros ensayan su papel o suman nuevos elementos a la escenografía.
Los vestuarios también los han confeccionado ellos, y cuentan con un circuito de iluminación que han perfeccionado con base en su propia experiencia en las tablas.
Este año la actriz más pequeña hizo su debut a los tres meses de edad, y ha sido así como muchos en la familia se han acercado al teatro. Martha asegura que el resto del año visitan los foros de compañías queretanas como La Gaviota, y espacios culturales como la Casa del Faldón donde eventualmente se ofrecen obras de teatro de entrada libre, de las que también aprenden.
Dice que está tradición familiar no solo ha sido la simiente de su gusto por el teatro, también les ha permitido comprobar que la cultura propicia la unión, la empatía y la solidaridad.
“Aunque la trama de la pastorela cambia cada año, el mensaje siempre es el mismo, que tengamos esperanza, esperanza de que podemos ser mejores personas. A mi me da mucha alegría cuando se acercan niños de verdad muy pobres a la función y se ponen bien contentos, les da risa lo que uno hace… eso es lo que a mi madre le gustaba mucho , porque nosotros crecimos con muchas necesidades. Ella decía, si dios ya te socorrió tú también comparte lo que te da, así sea solo un momento de alegría”.
Al término de la función, la familia rompe piñatas, reparte aguinaldos entre los más pequeñines del público y cenan ponche con antojitos mexicanos.
No hay cosa que pueda más que el amor de la familia.