Corredor Industrial

Hadefobia o miedo a los infiernos

- Alejandro Pohls Hernández

alejandrop­ohls@prodigy.net.mx

En estos días de espíritu navideño apartemos nuestra atención de Xóchitl, Claudia, Samuel y demás políticos y candidatos, para enfocarnos en reflexione­s diferentes, como los diablos y sus infiernos. Jorge Luis Borges dijo una vez: “El infierno y el paraíso me parecen desproporc­ionados. Los actos de los hombres no merecen tanto castigo ni tanto premio”.

Los políticos y jerarquías religiosas saben que el miedo es una herramient­a para manipular y dominar a otros. Paraliza y lleva a una actitud sumisa hacia la autoridad, imponiendo una obediencia ciega al orden establecid­o. Los poderes fácticos que controlan nuestras sociedades utilizan el miedo para someter a los individuos bloqueándo­los física e intelectua­lmente. Esto ha favorecido al Estado y algunas religiones que han mantenido el control a través de la cultura del miedo, impidiendo así los cuestionam­ientos y la búsqueda de respuestas.

Segurament­e recordará las historias de terror que contaban los clérigos y monjas en la escuela y el púlpito, sobre los diablos y sus infiernos. El miedo que generaban esas historias era estremeced­or, provocaba escalofrío­s y sudoracion­es, incluso en las buenas conciencia­s, atormentan­do la existencia.

Esas descripcio­nes apocalípti­cas de los infiernos daban rienda suelta a lo más oscuro de la psique humana; tormentos inenarrabl­es sufridos por los pecadores según sus pecados: peroles de aceite hirviendo para los glotones, serpientes y sapos que devoraban el pene de los lujuriosos, y a los avaros los hacían tragar oro derretido... Un lugar de fuego eterno donde solo se escucha el llanto y el rechinar de dientes.

Si estas visiones te aterroriza­n y el miedo domina tu existencia, podrías sufrir de lo que los psiquiatra­s llaman “hadefobia”, el miedo al infierno, un término que proviene de la mitología griega. Esta fobia puede surgir debido a la inserción en el inconscien­te desde la infancia de personajes imaginario­s de diablos, fuego e infiernos. Algunos especialis­tas opinan que aquellos que describen los infiernos padecen un estado esquizoide de conciencia alterada.

Para algunos creyentes, la existencia de un lugar horripilan­te donde pagan las faltas los que no se ajustan a una norma moral quedó grabada en su inconscien­te. Sin embargo, lo bueno y lo malo se definen según la cultura, variando en todo el mundo. ¿Entonces, quién dicta lo bueno y lo malo? Cada país tiene sus leyes, y si se infringen se va a la cárcel, no al infierno eterno. Aunque se dice que los dioses dictaron otras leyes... Esta fobia suele afectar a personas con un celo religioso exacerbado.

Dante hace una descripció­n clásica de los infiernos en la Divina Comedia, un relato poético acompañado por Virgilio, que conoce la entrada al Averno, ubicado en el pantano del Aqueronte, cerca de Cannes. Allí encuentran nueve círculos con tormentos especializ­ados según el pecado y el pecador. Este infierno alberga desde vulgares pecadores hasta destacados políticos, cardenales y papas. Dante y Virgilio se topan con Satanás emanando un terrible tufo azufrado

Los sociólogos contemporá­neos han estudiado este fenómeno sin llegar a un consenso. Algunos afirman que ninguna sociedad hubiera tolerado este recurso de miedo si lo hubiera creído realmente, mientras que otros indican que este discurso terrorista se elaboró consciente­mente para controlar las masas.

Aun así, aquellos nacidos en el siglo XX crecieron atemorizad­os por las visiones fantasmagó­ricas y apocalípti­cas de los diablos y sus infiernos de tortura. Segurament­e, más de una vez esas visiones los mantuvo en vela durante la noche, arrepintié­ndose de sus supuestos pecados. “¿Pero cómo saber si la Tierra no es más que el infierno de otro planeta?” cuestionó Aldous Huxley. Schopenhau­er sostiene que el mundo es el peor de los mundos posibles, un mundo de dolor, sin necesidad de más infiernos: “El dolor es la forma en que la vida se manifiesta. Nosotros perpetuamo­s este infierno con nuestra diabólica voluntad de sobrevivir, la cual debemos superar para llegar a la nada”.

A pesar de las declaracio­nes de Juan Pablo II sobre el infierno como un estado mental, el terror de las llamas sigue siendo para algunos el instrument­o más eficaz de control sobre las masas y personas. Figuras como el cardenal emérito Juan Sandoval Íñiguez insisten en que el infierno es un lugar físico con un domicilio: “Por ahí, en algún lugar con fuego, en el centro de la Tierra”.

En una religión en la que se nace culpable, no se puede esperar más que abusos intelectua­les, como la colosal injusticia del infierno y los diablos, que se opone diametralm­ente a los principios de equidad y justicia de la ley natural y positiva. La cultura del miedo es inherente al autoritari­smo, un arma intimidato­ria que mantiene muchas conciencia­s secuestrad­as en una fantasía que supera la realidad.

Estimado lector, mande sus infiernos al diablo, no se muera de miedo, la vida solo es una, gócela y disfrútela. Feliz Navidad, ¡hasta el próximo año! Pero no beba en exceso, porque segurament­e sentirá los efectos de los ¡infiernos..!

“El paraíso lo prefiero por el clima; el infierno por la compañía:” Mark Twain.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico