¿JESÚS: EL LOGOS GRIEGO O EL DEBAR HEBREO?
Ambas expresiones, logos y debar, significan, literalmente, palabra. Sin embargo, el logos griego hace énfasis en exponer la verdad completa, es decir, su prioridad es revelar el sentido último de una verdad. En cambio, el debar hebreo, además de revelar una verdad, se enfoca en la acción que resulta por la comprensión de esa verdad, es decir, se enfoca en la respuesta que produce la verdad revelada en nosotros.
Históricamente, el logos griego logró permear al cristianismo para convertirlo en un sistema intelectual más que en una forma de vida, lo cual no es compatible con el Dios de la Biblia. Dios establece propósitos en todo lo que hace, aun su creación fue concebida con objetivos precisos. Y no solo establece propósitos, sino que crea las condiciones necesarias para que estos puedan cumplirse, lo cual nos garantiza su realización en la Tierra: “Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado” (Is.14.24).
El ser humano, al haberse distanciado de Dios, perdió su entendimiento espiritual y se alejó de su propósito. De ahí que, aunque actúe sinceramente, al no tener definida su visión, camina sin rumbo y sin claridad de lo que debe hacer. Este principio es aplicable a todo lo que hacemos, incluyendo a nuestra existencia. Es por eso que el libro de Proverbios nos advierte de la consecuencia de caminar sin visión: “Donde no hay visión, el pueblo perece” (Prov. 29.18).
Al desconocer nuestro propósito, lo único que podemos hacer es experimentar en la vida y esto produce frustración porque nos equivocamos constantemente. Si queremos dejar de equivocarnos necesitamos conocer eso para lo cual nacimos. Dios sabía lo que buscaba al crear al ser humano y tiene claro lo que cada uno debe hacer para cumplir su propósito, nos creó de forma diferenciada y nos dio dones y habilidades de acuerdo con nuestra misión: “...porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero (Is.46.9-10).
Además, Dios es el único que sabe cómo debemos funcionar para vivir satisfechos, es decir, sabe que en el descubrimiento y concretización de nuestro propósito se encuentra nuestra realización personal y donde encontraremos el verdadero sentido a la vida. Es por ello que puso su propósito en nuestro interior para que con su sabiduría lo podamos entender: “Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre, mas el hombre entendido lo alcanzará” (Prov.20.5).
En este sentido, Jesús, es decir, la palabra, sin rechazar las verdades anunciadas por la ley y los profetas, insiste en la llegada del Reino de Dios a la Tierra. Esto conlleva al arrepentimiento, es decir, a un cambio de rumbo y, además, implica un llamado a la acción como resultado de la comprensión de la verdad del Reino. Así, la buena noticia del Reino anunciada por Jesús, al ser una verdad por descubrir y al ser una verdad que produce una respuesta de parte nuestra, hace mucho sentido al ser humano, ya que todos recibimos un propósito que necesitamos realizar en la Tierra, por lo que podemos concluir entonces que la palabra de Jesús se asemeja más al debar hebreo que al logos griego.
En el descubrimiento y concretización de nuestro propósito se encuentra nuestra realización personal y donde encontraremos el verdadero sentido a la vida.