LA BEBÉ DE ELSY
¿Puedo publicar su nombre? le pregunté a Elsy Cerritos. ¡Sí, no tengo problema! fue su respuesta acompañada de una sonrisa, como si nada pasara por su vida.
Hace poco cumplió los 65 años de edad, no los aparenta, ni le gusta quitarse alguno. Su vientre floreció en tres ocasiones. La primera rosa tuvo una corta vida, en silencio se marchó, súbitamente dejó de respirar. La segunda creció un poco más, 7 años, Elsy la cuidó, pero se marchitó.
El ultimo retoño de su vientre vive y parece una niña de ocho años, sigue siendo su bebé, su niña y efectivamente su cuerpo la hace ver así; pero en realidad es una mujer cronológica y biológicamente de 44 años de edad, nació en 1979. Claudia Elizabeth es su nombre, no puede hablar, expresa sus sentimientos y emociones con sonidos y una respiración acelerada.
Claudia nació con una lesión en la parte anterior del cráneo –arriba del cuello– que a los dos meses de nacida le provocó un tumor tan grande que le creció quince centímetros arriba de su cabeza y más largo que sus piernas, es decir, era como si cargara un niño en su espalda y, además, pesaba más que ella. Cuando la operaron, le fue eliminado con éxito, pero ya había un daño cerebral.
“Me alcanzó a decir mamá”, balbucea Elsy, pues el recuerdo y las lágrimas ahogan las palabras en su garganta. La niña dio algunos pasos, pero ya no pudo, luego se arrastró por la casa. Era traviesa y juguetona. Un día ni caminó, ni se arrastró. Ahora pasa todo el tiempo postrada en una cama, donde Elsy le hace mimos de niña, le habla, la sienta y le da de comer. “Estoy consciente de sus problemas de corazón y otras dolencias, pero mientras siga aquí, haré todo por que la pase bien”, sentencia su madre, cual declaración de amor.
Y esa decisión tiene como evidencias un rótulo a la entrada de la casa, ubicada en la colonia Florencia de Soyapango, en San Salvador, en el que se lee “Fines de semana, venta de tacos y pupusas”; un trabajo de bordado esperando ser retomado en una mesa de plástico; una licuadora para los jugos, que ofrece en otro anuncio escrito a mano en una hoja de papel bond; y una respuesta a una llamada en la que han hecho una cita para un masaje quiropráctico.
“He aprendido de todo para sobrevivir con mi hija, pero no alcanza para lo que ella necesita”, explica inmediatamente, mientras prepara una sopa de fideos y verduras para Claudia, que ya está sentada en torno a la mesa de plástico que hace juego con las sillas, lista para almorzar con el que escribe que ha sido convidado.
Elsy ha trabajado para un periódico digital y pertenece a un grupo de poesía en una cuenta de Facebook, donde le han ayudado algunas veces, pero el recuento de las necesidades es largo e imposible de cubrir. Por eso se decidió a contar su historia, que se vio muchas veces interrumpida por sus lágrimas y la impotencia de no poder ayudar más a su bebé de 44 años.
Una silla de ruedas es urgente porque la que tiene para trasladar a Claudia Elizabeth ya no es útil; los pampers o pañales desechables que usa le sirven a la niña para sus necesidades y su periodo, es un gasto permanente; los alimentos escasean en especial verduras y carnes; y los medicamentos son, entre algunas, las preocupaciones más importantes.
La fe y la actitud de Elsy han sido determinantes en este proceso, pues hay personas que por menos desisten, se rinden y muchas veces pierden la confianza en el Señor y en la gente. Esta mujer tiene más de cuarenta años de luchar y sigue creyendo que el poder de Dios y las enseñanzas del Maestro de Galilea pueden tocar corazones obedientes, para hacer práctica la Palabra “lo que hiciste con uno de estos pequeños a mí me lo hiciste”.
NOTA: Toda ayuda puede ser coordinada con Elsy Cerritos al (503) 6108 8085 o por medio de Iniciativa 3: Periodismo Social, Fe y Actitud (503) 7768 6817.
“He aprendido de todo para sobrevivir con mi hija, pero no alcanza para lo que ella necesita”, explica inmediatamente, mientras prepara una sopa de fideos y verduras para Claudia.