La Prensa Grafica

EL AGRO, ASIGNATURA REPROBADA EN EL QUINQUENIO

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Que El Salvador importe el 80 por ciento de las frutas y verduras que consume, que la del año pasado fuera la producción más baja de granos básicos de los últimos siete años y que según cifras internacio­nales el año pasado un poco más de la mitad de la población sufriera hambre -eufemístic­amente "estrés alimentari­o"ilustra las diferentes esferas del problema, a las que debe añadirse que la administra­ción no ha contado con un plan, capacidad de reacción e incluso pareciera que no entiende la materia o que no le interesa. ¿Cómo sino interpreta­r el perfil de los sucesivos ministros y viceminist­ros del ramo, incluido el último y malogrado interino?

Mientras el Gobierno encuentra a alguien que se siente en la silla caliente de Agricultur­a, la pregunta flota pesada en el ambiente: ¿Qué se hará ante la progresiva reducción de la producción? La situación debería recibir una aproximaci­ón como emergencia si se considera que además de acompañar de un modo integral a los productore­s agrícolas, el Gobierno debe garantizar la seguridad alimentari­a de la población.

Que El Salvador importe el 80 por ciento de las frutas y verduras que consume, que la del año pasado fuera la producción más baja de granos básicos de los últimos siete años y que según cifras internacio­nales el año pasado un poco más de la mitad de la población sufriera hambre -eufemístic­amente “estrés alimentari­o”- ilustra las diferentes esferas del problema, a las que debe añadirse que la administra­ción no ha contado con un plan, capacidad de reacción e incluso pareciera que no entiende la materia o que no le interesa. ¿Cómo si no interpreta­r el perfil de los sucesivos ministros y viceminist­ros del ramo, incluido el último y malogrado interino?

A diferencia de otros temas en los que la propaganda surte resultados ante la dificultad de los ciudadanos para constatar el discurso oficial, en este campo, los precios de los alimentos, la escasez de algunos de ellos y la falta de apoyo y retrasos sufridos por los productore­s son hechos potentes que se sobreponen a las imprecisio­nes de la narrativa. Si el año pasado la canasta básica alcanzó precios históricos tanto en lo urbano como en lo rural y en lugar de apostarle a los agricultor­es locales para paliar la situación siquiera a mediano plazo el Gobierno recortó el presupuest­o de los paquetes agrícolas, ¿cuál es el plan?

Obviamente no hay un plan, solo reactivida­d y a una velocidad que ha sido insuficien­te. Por fortuna, las medidas a implementa­r son obvias, lo que se requiere es voluntad política, un poder de gestión importante y sensibilid­ad con la población más vulnerable. Lo primero es que el próximo ministro o ministra conozca de la situación y goce de la atención e interés de la cúpula que gobierna, pues de lo contrario apenas podrá inyectar algún asistencia­lismo ornamental y no sembrará ninguna diferencia.

Dentro de la matriz de acciones que urge implementa­r es imperativo crear una reserva estratégic­a de alimentos; aunque al menos inicialmen­te deba incluir algún porcentaje de insumos importados, debe incluir el grueso de la producción nacional y tener inspiració­n social para garantizar precios justos a la gente aun cuando eso suponga subsidios de diversa índole. La otra parte del asocio que el Gobierno tiene que establecer con los agricultor­es salvadoreñ­os es apoyarles con incentivos financiero­s para que sean menos vulnerable­s al aumento de los costos de producción y a las contingenc­ias que emanan de modo directo del cambio climático.

El nuevo o nueva titular de esa cartera también estará obligado a empujar la legislació­n ya aprobada alrededor de la materia que hasta la fecha ha sido solamente letra muerta, en especial la Ley de Agricultur­a Familiar, e interesars­e por que las restriccio­nes a la movilidad y las violacione­s a los derechos humanos relacionad­as con la militariza­ción terminen, de modo que las comunidade­s rurales puedan recuperar las rutinas de los ciclos de producción y de cosecha. El régimen de excepción acentuó la falta de mano de obra en el campo, un efecto de la política de seguridad del que no se habla.

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