La Prensa Grafica

Llegó agosto en pleno abril

Este ha sido uno de los libros más esperados del año. Parte de la obra póstuma del gran Gabo y publicada contra su voluntad, se convierte en lectura obligada para sus fanáticos.

- Por Irma Cantizzano cultura@laprensagr­afica.com

Una de las decisiones lectoras de este año era ceder o no ante la llegada del libro póstumo del premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.

Los puristas hablaban de que no se había respetado la decisión del autor de no publicar su obra, a la que él mismo considerab­a “no terminada”, porque su memoria no estaba al 100 %. Para otros, era darle la oportunida­d a los amantes de la obra de Gabo de leer algo más de su autoría.

En medio de la polémica el libro se ha convertido en uno de los lanzamient­os más exitosos del año y en El Salvador se ha mantenido entre los más vendidos desde su preventa.

El libro fue editado desde la última versión (la quinta) que el autor dejó en la carpeta como “gran ok final” y así llega a estos días “En agosto nos vemos” (Editorial Planeta Mexicana, 2024).

La historia narra parte de la vida de Ana Magdalena Bach, una mujer que se acercaba a los 50, felizmente casada, madre de familia, que religiosam­ente iba cada 16 de agosto a la isla donde estaba enterrada su madre. Era un viaje donde iba sola y con el único fin de llegar a limpiar la tumba de su madre, librarla de maleza y dejar los gladiolos frescos que compraba.

Siempre a la misma hora, en el mismo transborda­dor, en el mismo taxi, le compraba las flores a la misma mujer, dormía en el mismo hotel, donde comía cada año el mismo “sánduiche de jamón de queso con pan tostado y café con leche”. Así desde hace siete años, desde el primer aniversari­o de la muerte de su madre.

Pero esta vez hubo algo diferente, cuando comía sonaron unos boleros y un hombre al que no había visto nunca la invitó a bailar. Y así la mujer cambió esa noche y se permitió vivir lo que nunca había vivido. Y lo hizo así ese agosto, a pesar de los grandes calores y los “aguaceros locos”.

Y lo hizo también al siguiente, aunque no sonaran los mismos boleros, sino un vals. Y al siguiente sin éxito, pero el siguiente a pesar del caos lo logró, logró obtener su noche. Agosto era su mes, su libertad absoluta por un día, por suerte o por elección.

Y así, el lector se va adentrando en la cabeza de Ana Magdalena, y puede ver con sus ojos la isla caribeña que había conquistad­o a su madre y también a ella, y puede percibir su disfrute y su sentimient­o de culpa, porque lloraba “de rabia contra ella misma por la desgracia de ser mujer en un mundo de hombres”.

Y el lector también reconoce a Gabriel García Márquez dentro del texto, por su lenguaje y su narrativa. Y aunque “En agosto nos vemos” puede parecer más un gran cuento, vale la pena leerlo, disfrutarl­o, y meterse de lleno en el caos de la isla y sentir el calor tropical del Caribe. Y como dicen los herederos del gran maestro y premio Nobel de Literatura: “En un acto de traición, decidimos anteponer el placer de sus lectores a todas las demás considerac­iones. Si ellos lo celebran, es posible que Gabo nos perdone. En eso confiamos”. Hay que apelar al perdón.

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