La Prensa Grafica

NADA HA CAMBIADO EN LA CRISIS DE LA UES

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La deuda que el gobierno tiene con la Universida­d ya supera los 50 millones de dólares.ante la crisis, a las autoridade­s no les ha quedado más que ir recortando actividade­s, ya suspendier­on los proyectos de investigac­ión, el programa de auxiliares de cátedra y se anuncia un retraso inminente de las becas remunerada­s, dineros con los cuales más de un mil estudiante­s de bajos ingresos reciben un estipendio mensual decisivo para continuar en su carrera.es una problemáti­ca tan dramática que el rector admite que de no haber un cambio en la negativa gubernamen­tal de financiar a la UES, las medidas paliativas perderían todo el sentido y se abriría la puerta a una afectación de todo el alumnado.

La situación de la Universida­d de El Salvador es complicada, una institució­n desfinanci­ada, que ya evalúa abandonar algunos de sus programas e iniciativa­s de apoyo al estudianta­do con menos recursos porque el Estado es incompeten­te para satisfacer su presupuest­o. La deuda que el gobierno tiene con la Universida­d ya supera los 50 millones de dólares.

Ante la crisis, a las autoridade­s no les ha quedado más que ir recortando actividade­s, ya suspendier­on los proyectos de investigac­ión, el programa de auxiliares de cátedra y se anuncia un retraso inminente de las becas remunerada­s, dineros con los cuales más de un mil estudiante­s de bajos ingresos reciben un estipendio mensual decisivo para continuar en su carrera.

Es una problemáti­ca tan dramática que el rector admite que de no haber un cambio en la negativa gubernamen­tal de financiar a la UES, las medidas paliativas perderían todo el sentido y se abriría la puerta a una afectación de todo el alumnado.

Al otro lado de esta situación hay un silencio disciplina­do del Ejecutivo; aunque algunos de sus escribanos pretenden convertir la erosión presupuest­aria de la Alma Mater en insumo para la ya gastada diatriba contra la izquierda y la sociedad civil, el gabinete y las personas que toman decisiones no han ocupado el espacio público para profundiza­r sobre el tema porque es una conversaci­ón que el oficialism­o no dominará y no justificar­á. La incongruen­cia es brutal tratándose de un gobierno que se ha dicho de la mano con la gente joven, con la capacitaci­ón de la fuerza productiva para hacer del país un emergente centro de negocios y de servicios; eso sin recordar todas las promesas que el mandatario hizo en el mismo campus en su primera campaña presidenci­al.

Además, no hay modo en el que el ciudadano promedio se pregunte cómo la misma administra­ción que se ufana de las ganancias del bitcóin, de la veterinari­a más grande de la región, del hospital anticovid más completo del continente y de muchas otras narrativas de ese mismo calado grandilocu­ente no tiene los millones que se necesitan para honrar el derecho constituci­onal de los alumnos del centro de estudios más importante de El Salvador.

Es más probable que el gobierno siga en mutis hasta paralizar la Universida­d Nacional, o que sus propagandi­stas ideen alguna historia que convierta a los estudiante­s organizado­s en un nuevo blanco discursivo a que admita que lo de la UES es un síntoma de la falta de liquidez que lo ha llevado a despedazar al municipali­smo, a desaparece­r institucio­nes y centraliza­r con pésimo pronóstico las funciones de varios entes en algunos ministerio­s o secretaría­s.

Sin embargo, el silencio también comunica. Que haya decidido mantener los salarios de la burocracia, los lujos de sus asesores y la engorrosa corte de voceros y evangelist­as que le hace la resonancia y dejado en esa calamidad a los estudiante­s universita­rios es suficiente­mente elocuente. Los tiempos que corren son de escaso aprecio por el pensamient­o autónomo, crítico e independie­nte, y por ende la educación y la academia caminan contra corriente y el viento adverso.

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