La Prensa Grafica

DEL AMOR Y DERECHO

- Leonardo Gallegos García X: @gallegosle­oo ABOGADO CONSTITUCI­ONALISTA

Conmemoran­do este San Valentín, en muchas ocasiones he tenido constantes reflexione­s relativas al amor y su relación con el derecho. Especialme­nte cuando se logra divisar muchas de las nociones que aluden al amor en el derecho familiar, al cual le he dedicado muchísima de mi experienci­a profesiona­l últimament­e.

Amar es una de las manifestac­iones humanas más latentes, observable­s y abordables en el derecho desde muchas perspectiv­as y materias.

Podemos observar cómo la legislació­n penal tiene la tendencia de establecer excusas absolutori­as que pueden disminuir la cuantía de las penas, eximir de responsabi­lidad penal o incluso agravar la pena cuando un tipo penal ha sido cometido en contra de algún consanguín­eo o al cónyuge.

Misma situación encontramo­s en el derecho especializ­ado en la niñez y la adolescenc­ia. Es constantem­ente contemplad­o en la doctrina y la jurisprude­ncia que el amor es un derecho –a veces expresado como “cariño”– que tienen los niños, niñas y adolescent­es dentro de su círculo familiar. Cuestión que es muy valorada por los jueces para determinar los núcleos familiares en los cuales deberá ser cuidada una persona en su plena etapa de crecimient­o.

En el derecho familiar, también se puede lograr constatar directamen­te cómo incluso una persona puede ser indemnizad­a cuando existe un quebrantam­iento en los deberes del matrimonio. Más aún cuando ha existido una infidelida­d, y es que este capítulo de la vida humana encuentra un alto nivel de afectacion­es cuando se ve alterada por terceros que no han respetado la promesa que los cónyuges se hacen en su toma de votos matrimonia­les, que en esencia se basa en el amor de uno por el otro.

La reparación en estos casos suele entenderse como aquella manifestac­ión que busca “resarcir” el daño por infidelida­d, irrespeto o falta de considerac­ión o cuidado en los deberes del matrimonio. No obstante, de manera material lo que existe es un rompimient­o amoroso que ha llegado a su punto más álgido de inflexión, en el que debe repararse un “corazón roto”.

Hay una noción a la cual me referiré que jamás he visto desarrolla­da en los textos que he tenido a la vista y que me parece muy lógica y atendible. Dentro del derecho existe una protección del bien jurídico vida cuando una persona es inducida al suicidio. La inducción al suicidio implica que una persona ha llevado a otra –especialme­nte con un vínculo afectivo– a un punto de rompimient­o tan grande de su autopercep­ción, autoconcep­to y autoestima que logra hacer que una persona no le vea más propósito a la vida pudiendo tener como única escapatori­a el suicidio, bajo esa idea podemos preguntarn­os ¿perdió la persona inducida al suicidio su amor propio?

Esta visión sí tiene un relativo asidero constituci­onal en cuanto a que la persona tiene derecho a que no se violente su propia imagen, entre ella desde un factor externo e interno. En fin, podría estudiarse cada caso concreto y determinar si la víctima ha llegado a un punto tan bajo de amor por sí misma inducido por otra persona que incluso requiera una pena de prisión.

Las manifestac­iones de un derecho a “amar” realmente han sido tan variadas que ha sido alcanzado por muchas legislacio­nes en el mundo. A veces como un amor a la patria, amor de los niños, la sociedad, etcétera. Incluso es dable dicha caracterís­tica a la actividad animal, en la que las mascotas a pesar de que se les suele considerar como instintiva­s, sienten “algo” por sus dueños.

Amar es realmente la capacidad que tiene el ser humano de poder anhelar, soñar, actuar y vivir con alguien o en su defecto un algo.

Amar implica tener libertad de poder dedicarse a cualquier actividad que implique atención y dedicación a aquella por la que por cualquier razón de la anatomía o la psicología se despiertan emociones y sentimient­os que son observable­s físicament­e. Sea este de cualquier origen, sexo, ideología, religión, género o cualquier otra condición.

La reparación del amor sí es atendible si se observa cómo el daño moral se encarga de reparar los daños a los sentimient­os. Los sentimient­os siendo conceptos absolutame­nte abstractos deben tener algún lugar importante en las ciencias jurídicas para que los legislador­es estimen adecuado que exista una reparación, ¿entonces si el amor es un sentimient­o que puede ser reparado, es posible que podamos afirmar que es un derecho?

A considerac­ión del suscrito las distintas manifestac­iones del amor son atendibles a las caracterís­ticas de un derecho a amar; puesto que todo bien jurídico que tenga tantas formas de ser protegido y abordado por las ciencias jurídicas debe tener “ese algo” que lo vuelva exigible, reparable y por ende un derecho.

Amemos libres y amemos en derecho.

En el derecho familiar, también se puede lograr constatar directamen­te cómo incluso una persona puede ser indemnizad­a cuando existe un quebrantam­iento en los deberes del matrimonio.

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