La Prensa Grafica

PROPÓSITOS

- Kalena de Velado kvelado@yahoo.es COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

Ya pasó casi un mes desde el inicio de año y estoy segura de que los propósitos de año nuevo para lograr tener una mejor familia, relaciones y un excelente trabajo están escritos desde el 31 de diciembre con bonita letra en la agenda física o la digital. Quisiera compartir algunos consejos sobre cómo cumplirlos sin renunciar en la lucha por alcanzarlo­s o en la impacienci­a por esperar resultados a corto plazo y sin caer en la desesperan­za o en juicios tajantes y críticos hacia nosotros mismos o los demás.

Robert Spaemann, filoso alemán, apunta que para obrar bien es preciso hacer justicia a la realidad. Esto requiere decir actuar con prudencia, la más importante de las 4 virtudes fundamenta­les que hablaron los pensadores griegos. En la vida personal cotidiana o en la vida social es necesario ser prudentes, lo cual no significa ser desconfiad­os sino pensar primero con sensatez o buen juicio y luego actuar. Vivir prudenteme­nte consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo en una determinad­a situación, pidiendo consejo, analizar la realidad, pensar y luego decidir con libertad. La prudencia es la habilidad que guía a la conciencia moral.

La prudencia actúa por tres pasos sucesivos: la deliberaci­ón; el juicio, dictamen o discernimi­ento acerca de la situación (tomar conciencia de la situación); y el imperio o decisión de actuar. Para ser prudente se requiere tener en cuenta quién es uno y por qué desea una cosa u otra. Quienes son egoístas y miran solamente sus intereses sin atender a los demás son imprudente­s. También la persona que no es dócil, porque no se deja decir algo, es imprudente, ya que se opone al conocimien­to de la realidad. Se puede ser insensato por falta de suficiente reflexión y por inconstanc­ia. En cambio, quien sopesa la realidad puede vencer las tentacione­s de injusticia, deslealtad, cobardía o intemperan­cia con sus amigos, familiares o compañeros de equipo o partido.

“Se puede ser imprudente por falta de decisión e insegurida­d. Se puede ser culpable si es resultado de un centrarse en sí mismo sin mirar a Dios ni a los demás, pues una mirada global alrededor es lo que enriquece la esperanza y la experienci­a, y permite darnos el mínimo de certeza (no puede existir una certeza total sobre el futuro) para decidirnos a actuar. También se puede fallar en la decisión por simple omisión o negligenci­a, y esta a su vez por pereza o cobardía; y en general por falta de madurez en el autodomini­o, que con frecuencia está unido a la lujuria y la visión materialis­ta de la vida. Esto puede llevar a la astucia: actuar o no por mera táctica o intriga, actitud opuesta a la verdad, a la caridad, a la rectitud del espíritu y a la magnanimid­ad, y proclive a la mezquindad (falta de nobleza o tacañería) y a la pusilanimi­dad (ánimo pequeño o falta de valor para emprender lo grande o tolerar las contraried­ades). En el fondo de todo esto, dice Tomás de Aquino, suele estar la avaricia, el aferrarse al instinto de conservaci­ón (de ahí la acepción popular de prudencia como un abstenerse de actuar por miedo al riesgo)”. https://www.unav.edu/opinion/-/contents/11/11/2015/prudencia-y-discernimi­ento/content/cnbm7sduyz­ob/7833975

En la vida personal cotidiana o en la vida social es necesario ser prudentes, lo cual no significa ser desconfiad­os sino pensar primero con sensatez o buen juicio y luego actuar.

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