PROPÓSITOS
Ya pasó casi un mes desde el inicio de año y estoy segura de que los propósitos de año nuevo para lograr tener una mejor familia, relaciones y un excelente trabajo están escritos desde el 31 de diciembre con bonita letra en la agenda física o la digital. Quisiera compartir algunos consejos sobre cómo cumplirlos sin renunciar en la lucha por alcanzarlos o en la impaciencia por esperar resultados a corto plazo y sin caer en la desesperanza o en juicios tajantes y críticos hacia nosotros mismos o los demás.
Robert Spaemann, filoso alemán, apunta que para obrar bien es preciso hacer justicia a la realidad. Esto requiere decir actuar con prudencia, la más importante de las 4 virtudes fundamentales que hablaron los pensadores griegos. En la vida personal cotidiana o en la vida social es necesario ser prudentes, lo cual no significa ser desconfiados sino pensar primero con sensatez o buen juicio y luego actuar. Vivir prudentemente consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo en una determinada situación, pidiendo consejo, analizar la realidad, pensar y luego decidir con libertad. La prudencia es la habilidad que guía a la conciencia moral.
La prudencia actúa por tres pasos sucesivos: la deliberación; el juicio, dictamen o discernimiento acerca de la situación (tomar conciencia de la situación); y el imperio o decisión de actuar. Para ser prudente se requiere tener en cuenta quién es uno y por qué desea una cosa u otra. Quienes son egoístas y miran solamente sus intereses sin atender a los demás son imprudentes. También la persona que no es dócil, porque no se deja decir algo, es imprudente, ya que se opone al conocimiento de la realidad. Se puede ser insensato por falta de suficiente reflexión y por inconstancia. En cambio, quien sopesa la realidad puede vencer las tentaciones de injusticia, deslealtad, cobardía o intemperancia con sus amigos, familiares o compañeros de equipo o partido.
“Se puede ser imprudente por falta de decisión e inseguridad. Se puede ser culpable si es resultado de un centrarse en sí mismo sin mirar a Dios ni a los demás, pues una mirada global alrededor es lo que enriquece la esperanza y la experiencia, y permite darnos el mínimo de certeza (no puede existir una certeza total sobre el futuro) para decidirnos a actuar. También se puede fallar en la decisión por simple omisión o negligencia, y esta a su vez por pereza o cobardía; y en general por falta de madurez en el autodominio, que con frecuencia está unido a la lujuria y la visión materialista de la vida. Esto puede llevar a la astucia: actuar o no por mera táctica o intriga, actitud opuesta a la verdad, a la caridad, a la rectitud del espíritu y a la magnanimidad, y proclive a la mezquindad (falta de nobleza o tacañería) y a la pusilanimidad (ánimo pequeño o falta de valor para emprender lo grande o tolerar las contrariedades). En el fondo de todo esto, dice Tomás de Aquino, suele estar la avaricia, el aferrarse al instinto de conservación (de ahí la acepción popular de prudencia como un abstenerse de actuar por miedo al riesgo)”. https://www.unav.edu/opinion/-/contents/11/11/2015/prudencia-y-discernimiento/content/cnbm7sduyzob/7833975
En la vida personal cotidiana o en la vida social es necesario ser prudentes, lo cual no significa ser desconfiados sino pensar primero con sensatez o buen juicio y luego actuar.