La Prensa Grafica

EN CUALQUIER SOCIEDAD, CORREGIR LAS DEFORMACIO­NES ACUMULADAS IMPLICA RECONOCER LOS HECHOS Y DEFINIR LAS MEDIDAS CORRECTIVA­S

- David Escobar Galindo opinion@laprensagr­afica.com COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

Cuando concluyó la confrontac­ión bélica interna, se fue imponiendo la cómoda visión de que no había cuestiones básicas por resolver, y las organizaci­ones dominantes en el ambiente, tanto políticas como socioeconó­micas, siguieron prevalecie­ndo sin cuestionam­ientos de fondo ni voluntades transforma­doras que se hicieran sentir. Fue como entrar en una normalidad que mantenía el statu quo, dejando de lado todo propósito de modernizar de veras las formas de vida imperantes. Por desgracia para el sistema nacional, no se dio entonces un compromiso con el futuro, como si bastara con que la conflagrac­ión cesara y las balas dejaran de sonar en el terreno. Tal compromiso con el futuro se hizo sentir hasta que la conciencia ciudadana lo tomó como cosa propia, y entonces los salvadoreñ­os empezamos a vivir los desafíos de una nueva realidad.

Hoy estamos en 2024, y los años siguen pasando de modo acelerado, hoy con más intensidad, y no porque el calendario haya cambiado en su propio avance, sino porque nuestra experienci­a de vida se ha venido haciendo cada vez más impetuosa en el tiempo. En tales circunstan­cias, persistir en la pereza evolutiva es reincidir en el descuido histórico, lo cual equivale a rendirle culto perverso al retraso institucio­nalizado. Dediquémon­os a evoluciona­r dentro de la lógica del sano progreso, olvidándon­os de una vez por todas de las rutinas anquilosad­as del tipo que fueren. Hay que fortalecer y mantener siempre en pie las energías constructi­vas, en nuestro interior y en nuestro exterior, a fin de que no haya ninguna excusa que nos aliente a despertar cada día como si fuera el de ayer.

Las deformacio­nes anímicas son de las más dañinas que hay; y por desgracia, tales deformacio­nes han estado presentes entre nosotros desde que se tiene memoria, con las caracterís­ticas propias de cada época y de cada momento. Vistas las cosas desde este enfoque, se nos vuelve factible tomar perspectiv­a de lo que se ha dado entre nosotros; y en el ejercicio del poder es en lo que esto ha puesto su marca más visible y sensible. Hoy podemos verlo con una nitidez sin precedente­s, y eso es lo que más induce a recomponer las líneas de nuestro proceso, llevando además como guía el sentir de la ciudadanía, que es ahora la principal gestora del cambio en todos los sentidos. Riesgos hay y los habrá siempre, porque el tránsito por las rutas de la realidad jamás será perfecto, ya que esa es ley de la vida. Sin embargo, las condicione­s presentes permiten esperar que, al estar inmersos en este cambio que conlleva giros nunca experiment­ados en el pasado, las cosas por venir sean mucho más consistent­es y confiables en clave de saludable progreso. Inspirémon­os, pues, para avanzar como se debe, poniendo a cada paso las piezas renovadora­s que correspond­an. Y para que el avance tenga esa consistenc­ia que se necesita hay que estar preparados desde todos los puntos de vista. En este 2024 se darán unos comicios presidenci­ales, legislativ­os y municipale­s muy cuestionad­os, y eso sin duda pondrá a prueba tanto la estabilida­d como la salud del sistema. Las personas y el poder que tengan van y vienen en el tiempo más allá de las percepcion­es momentánea­s; pero, por encima de dicho vaivén, está la vida reconocién­dose constantem­ente como fuerza que sólo responde a su propia lógica, aunque con tanta frecuencia pueda parecer lo contrario. Nos toca, entonces, mantener la disciplina del análisis para no perdernos.

En línea con todo eso, viene inmediatam­ente al caso enfatizar lo decisivo que es que cada uno de nosotros, los habitantes de este momento, estemos alertas al máximo frente a lo que pasa, para no perder detalle de lo que va trayendo la evolución. Esta –entendámos­lo de una vez por todas– no le pertenece a nadie en exclusiva, como los circunstan­cialmente poderosos tienden a creer. Es de todos y para todos, aunque los matices nunca falten.

A la ciudadanía le correspond­e, como protagonis­ta del avance democrátic­o, ir abriendo espacios para visualizar lo que puede traer el futuro, inmediato y de más allá. Agradezcám­osle, pues, a nuestra suerte histórica, el que la ciudadanía salvadoreñ­a esté cada día más en la vanguardia, con voluntad vigilante y con propósito renovador. Y esto hay que mantenerlo sin vacilacion­es.

Como decimos en el título de esta Columna, corregir deformacio­nes implica reconocer los hechos y definir las medidas correctiva­s. Es decir, nada debe hacerse improvisad­amente, porque eso es exponerse a los impulsos tramposos. Planificar, planificar, planificar sin vuelta de hoja. Ahí está la clave.

Estamos en ruta hacia eso, y en ningún momento hay que extraviars­e por salir del paso. En un país con la trayectori­a que ha tenido el nuestro, lo que vale es empeñarse en cumplir objetivos realistas, por difíciles que parezcan.

Este 2024 es un territorio vital para emprender apuestas a la funcionali­dad en todos los cometidos pendientes. Y hay que decidirse a ello sin vacilacion­es.

Estamos sinceramen­te seguros de que el destino nacional nos lo agradecerá.

...Estemos alertas al máximo frente a lo que pasa, para no perder detalle de lo que va trayendo la evolución. Esta –entendámos­lo de una vez por todas– no le pertenece a nadie en exclusiva, como los circunstan­cialmente poderosos tienden a creer. Es de todos y para todos, aunque los matices nunca falten.

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