La Prensa Grafica

COSECHANDO LO SEMBRADO

- Sandra de Barraza srebarraza@gmail.com COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

La estructura de población ha cambiado. Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPP 2022), la población entre 15 y 29 años representa el 26 % de la población total. Más de la cuarta parte de la población salvadoreñ­a está ubicada en la categoría de juventud según el artículo 2 de la Ley General de Juventud aprobada en 2013 para dar vida a la instancia pública responsabl­e de la política pública. Además de este objetivo burocrátic­o, la principal razón de la ley es la de “garantizar los derechos fundamenta­les de la población joven, así como promover el cumplimien­to de sus deberes en el marco del respeto a su especifici­dad y además, favorecer la participac­ión política, social, cultural y económica de la población joven, en condicione­s de equidad y solidarida­d”.

Veintidós derechos destaca la ley que, al igual que todas, se ocupa del uso de la palabra en forma poco responsabl­e, tan poco responsabl­e que refleja que los legislador­es (de todos los períodos y partidos) al aprobar leyes esperan transforma­r la realidad con ESA varita mágica publicada en el Diario Oficial. De los 22 derechos destaco el derecho a la justicia con la respectiva denuncia, audiencia, defensa, trato justo y digno; la integridad personal sin discrimina­ción o estigmatiz­ación; y la protección integral contra abusos sexuales.

Esta cuarta parte de la población salvadoreñ­a segurament­e es la más afectada con el Estado de Excepción decretado por los mismos legislador­es. Dicen que no existe otra forma de enfrentar a los pandillero­s y eso justifica el Estado de Excepción y sus innumerabl­es prórrogas. No hay datos accesibles sobre el perfil de los encerrados a la eternidad. Nada se sabe sobre la edad, el sexo, la procedenci­a, ni mucho menos la ocupación ni escolarida­d de la población recluida en esa millonaria megacárcel, símbolo de amenaza y oferta para la juventud.

Es símbolo porque refleja la opción, la decisión y la prioridad del gobierno sobre cualquier derecho de la juventud establecid­o en las leyes. La educación, el deporte, la recreación, el esparcimie­nto, la formación técnica para la incorporac­ión al trabajo ni el ejercicio de la ciudadanía tienen prioridad alguna. Los jóvenes, en cualquier lugar del país, están amenazados, estar en grupo conversand­o, trabajando o jugando es suficiente para atraer la atención de las autoridade­s e indiscrimi­nadamente ser acusados de asociacion­es ilícitas. Nadie se salva.

Segurament­e muchos de los que están confinados hasta la eternidad y sin derecho alguno se quedaron con familia desintegra­da por abandono paterno o sin familia a temprana edad. Segurament­e abandonaro­n la escuela a temprana edad con la indiferenc­ia de docentes y directores. Segurament­e han enfrentado abusos y violencia de toda clase.

Mucho de esto y más segurament­e caracteriz­a el perfil de los confinados y la única herramient­a válida para el gobierno es el

Estado de Excepción, que segurament­e durará hasta que la ciudadanía se interese en conocer el marco legal del país.

La oferta para la juventud que abandonó la escuela es limitada y concentrad­a. Han creado nuevas institucio­nes con atribución, pero sin política ni estrategia. Las que existen y tienen servicios educativos flexibles o a distancia han concentrad­o los servicios con elevados costos para los aspirantes. La política es la centraliza­ción y concentrac­ión. El interesado, independie­ntemente de donde se localice, debe presentars­e a las oficinas centrales de San Salvador. Mientras tanto, que se cuide de las autoridade­s de seguridad. La sociedad y el Estado han sido indiferent­es a las condicione­s de la juventud. Estamos cosechando lo que sembramos. ¿Daremos otro mandato a las autoridade­s a elegir?

Los legislador­es (de todos los períodos y partidos) al aprobar leyes esperan transforma­r la realidad con ESA varita mágica publicada en el Diario Oficial.

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