¡Las devotas de NEGRO!
Ellas se unen a las procesiones de Semana Santa y realizan reuniones en la iglesia de San Francisco. Aseguran que han sido bendecidas con milagros.
Caminan por el Centro Histórico de Quito vestidas de negro. No van a un funeral ni a velar a un muerto. ‘Matan’ sus pecados con devoción y ramas de olivo. Juntas entonan: “No me importa la raza ni el color de la piel, ama a todos como hermanos y haz el bien”.
Son 20 mujeres que pertenecen al grupo de Voluntarias del Jesús del Gran Poder y custodian una escultura de más de un metro que representa a un Jesús, el Nazareno, que tiene una túnica roja. Lo hacen durante el Domingo de Ramos.
En la primera fila destaca Mariana de Jesús Machado, de 72 años. Pese a que camina con un poco de dificultad sosteniendo una muleta en su brazo derecho y con una venda en la mano izquierda no pierde el ritmo de la procesión. Quiere demostrar su devoción.
“Jesucito salvó la vida de mi madre y a mí también me ha dado otra oportunidad”, dice.
Mariana comenta que hace dos semanas su progenitora estaba entre la vida y la muerte en la sala de un hospital pero, gracias a su fe y a la oración, ‘Diosito’ le hizo el milagrito.
“Mi mamá tiene diabetes y estuvo intubada más de un mes. Nuestro padre celestial es grande y poderoso. Él la regresó de la muerte”.
A Mariana no le importa tener el brazo enyesado ni movilizarse con una muleta. Quiere agradecer la nueva oportunidad que, según ella, Jesús le dio a la mujer que la vio nacer.
Hace algunos años su devoción también le salvó a ella. Un poste de luz le cayó en la pierna izquierda. Corrió el riesgo de que se la amputaran, pero asegura que “le rogué con toda
LUZ AMÉRICA LLUMIQUINGA
devota
La fe no solo se demuestra en Semana Santa, los devotos oramos y nos reunimos todas las semanas”.
mi fe y me sanó mi piecito”.
Las voluntarias participaron en varios eventos religiosos por Semana Santa, entre ellos la gran procesión de Jesús del Gran Poder, que se realizó el Viernes Santo.
OTRO MILAGRO
Cerca de Mariana camina Luz América Llumiquinga, quien también canta con todo fervor y lleva en sus manos un rosario que mide más de un metro. Ella comenta que participa en esta procesión desde cuando era niña. La primera vez que recorrió las calles del Centro Histórico alabando a Jesús, el Nazareno, fue en 1962. “Fui parte de las fundadoras del grupo de oración de San Francisco de Asís”.
Luz afirma que la fe no solo se debe demostrar durante la Semana Mayor sino todo el año. Ella y otro grupo de mujeres acuden todas las semanas a la iglesia San Francisco para rezar el rosario y levantar plegarias por los más necesitados.
Cuenta que uno de sus hijos fue bendecido con un milagro cuando era niño. Le diagnosticaron poliomielitis, una enfermedad que provoca una parálisis en el cuerpo que puede ser mortal. “Los doctores le dieron de alta y dijeron que no había nada que hacer”.
Sin embargo, Luz puso la esperanza en la oración y en la fe que tiene a Dios y a las pocas semanas, según ella, su hijo se recuperó. “Mi hijo tuvo una vida sana y es chofer de una unidad de transporte municipal”, aseguró.