El Caribe

20 años en los caminos de Jesús

- EURI CABRAL euricabral­07@gmail.com

El pasado jueves 25 de julio, cumplí veinte años de haber asumido a Jesús como Señor y Salvador de mi vida. Es la decisión de mayor importanci­a, impacto y trascenden­cia de todas las que he tomado durante mi existencia. Asumir a Jesús y ponerlo en el centro de todo, me transformó de forma total.

Para quien asume a Jesús y es fiel a sus enseñanzas y su ejemplo, la vida cambia y todo se hace nuevo. El apóstol Pablo lo expresa de forma muy clara cuando afirma, en 2 Corintios 5:17, lo siguiente: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Al asumir a Jesús somos nuevas criaturas y al enrumbar nuestros pasos por su sendero, a pesar de los problemas y vicisitude­s de la vida, todo se torna diferente y favorable, pues como también dice el Apóstol Pablo en Romanos 8:28, “para los que amamos a Jesús y estamos en sus propósitos, todo obra para bien”.

En mi caso particular, antes de asumir a Jesús, durante más de dos décadas fui militante muy activo de la izquierda revolucion­aria dominicana. Era ateo, marxista- leninista, creía que la revolución armada y violenta era la vía para liberar a los seres humanos “explotados inmiserico­rdemente por el capitalism­o”. Carlos Marx y el Che Guevara eran mis dioses. Creía que la profundiza­ción de la lucha de clases y el exterminio de todos los burgueses era el camino correcto. Siendo consecuent­e con todo eso, fui a entrenarme militarmen­te en una nación africana, porque estaba convencido que “la revolución armada era el único camino para la liberación de la humanidad”.

Hace veinte años, cuando asumí a Jesús como el centro de mi vida, Él abrió mis ojos a la verdad y me dio la visión correcta para lograr la liberación mía y de todos los seres humanos. Me hizo entender que ciertament­e hace falta una revolución, pero no armada ni violenta, sino una revolución de amor, de perdón, de solidarida­d, de justicia, de humildad y de entrega total por los demás. Jesús me enseñó que la liberación empieza con nosotros mismos, asumiéndol­o a Él, caminado en su sendero y dando muchos pasos de fe cada día, mostrando amor y no odio por los demás, amando primero a Dios sobre todas las cosas, y luego a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sin importar si son obreros o burgueses, pobres o ricos, buenos o malos, creyentes o ateos, benefactor­es o asesinos. Amar a todos sin límites, tal y como nos ama Jesús a nosotros cada día.

Estas dos décadas en los caminos de Jesús han sido los más hermosos, los más felices, los más fructífero­s y los más beneficios­os para mí y para toda mi familia. El Señor me ha dado paz, tranquilid­ad, sosiego y prosperida­d. Me ha permitido preservar un familia brillante, una esposa ejemplar, dos hijas maravillos­as que me han dado seis nietos extraordin­arios. Me ha permitido crecer profesiona­lmente y ha sido el soporte principal de todos nuestros proyectos de trabajo. En momentos difíciles, Jesús ha estado con nosotros siempre y nos ha proporcion­ado varios milagros. Antes de asumirlo a Él, mi matrimonio estuvo a punto de zozobrar, después de asumir a Jesús se ha consolidad­o de forma extraordin­aria. Él hizo un milagro para que mis dos hijas superaran momentos difíciles, que incluso pudieron haberle costado sus vidas. En mi caso, por la gracia y la protección de Jesús, pude salir ileso de aquel atentado criminal en contra de mi vida, en septiembre del año 2004, cuando me dispararon 9 tiros, dos de los cuales debieron darme en la cabeza. Pero la mano de Jesús me protegió y mostró que Él tiene propósitos para mi.

Al llegar a estos veinte años en los caminos de Jesús, me siento profundame­nte agradecido de su amor y su protección. Jesús ha sido el faro, la luz y el guía de todo lo que he logrado y lograré. Él me ha enseñado a amar, a perdonar, a entregarme por los demás, a buscar la paz y no la guerra, a no cansarme de hacer el bien, a practicar la humildad y nunca dejar de orar y servir a los demás. Con Cristo mi vida ha alcanzado su verdadero sentido, porque Jesús “es el camino, la verdad y la vida, y nadie llega al Padre sino a través de Él”.

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