El Caribe

¿Es posible traspasarl­a a Hacienda?

- ANDRÉS DAUHAJRE HIJO Fundación Economía y Desarrollo, Inc. Los artículos de Andrés Dauhajre hijo en elCaribe pueden leerse en www. lafundacio­n.do.

El Gobierno de Argentina tomó recienteme­nte la decisión de traspasar la deuda interna del Banco Central a la Tesorería General de la Nación. En menos de tres meses el Banco Central traspasó los 39 billones de pesos que tenía asentados como deuda interna en su Estado de Situación el pasado 7 de mayo. Lo hizo para cortar de raíz la emisión de dinero que realizaba el Banco Central cuando pagaba una tasa de interés de 40% sobre sus valores en circulació­n. O como dicen los economista­s, “para eliminar la emisión endógena generada por los pasivos remunerado­s del Banco Central”. Para neutraliza­r la expansión monetaria que el pago de intereses producía y evitar la repercusió­n sobre la inflación, el Banco Central tenía que emitir nueva deuda para levantar la liquidez que permitiese honrar el pago de intereses. El Ministerio de Economía y el Banco Central acordaron desmantela­r el esquema Ponzi respaldado por el monopolio de emisión del Banco. La única forma de hacerlo era traspasand­o la deuda interna del Banco Central a la Tesorería. En lo adelante, el Gobierno será el responsabl­e de pagar los intereses sobre dicha deuda. El Gobierno ha informado que, con los ahorros fiscales producido por los recortes en el gasto público, podrá pagar los intereses correspond­ientes.

El 9 de mayo de 2016, en un artículo publicado en El Caribe, recomendam­os al Gobierno dominicano el traspaso de la deuda interna del Banco Central a Hacienda. En aquel momento, esta ascendía a RD$404,542 millones y generaba gastos de intereses anuales al Banco Central ascendente­s a RD$62,247 millones. Esa recomendac­ión la incluimos en la “Propuesta de Reforma Fiscal Integral” del 15 de septiembre de 2016 que presentamo­s a la administra­ción de ese entonces. En varias ocasiones más, en artículos y en algunos programas de entrevista­s a través de diversos medios, planteamos lo mismo, pues entendemos convenient­e liberar al Banco Central de una deuda que en realidad no es suya y que se originó en la decisión de rescatar a los depositant­es de los bancos que colapsaron en el 2003-2004. Por alguna razón, el Gobierno y el Banco Central han considerad­o que lo mejor es mantenerla en el Banco Central. Al 22 de julio de 2024, esta ascendía a RD$1,027,814 millones, estimándos­e que generará gastos de intereses al Banco Central por RD$138,501 millones este año, más del doble de lo que enfrentaba el organismo emisor en 2016.

Algunos economista­s me han preguntado si realmente es viable traspasarl­a a Hacienda teniendo en cuenta que este año, por ejemplo, el Gobierno tendrá que pagar intereses sobre su deuda interna y externa ascendente­s a RD$263,817 millones. ¿Es posible para Hacienda asumir adicionalm­ente los RD$138,501 millones de los intereses que pagará en 2024 el Banco Central sobre sus valores en circulació­n? Entendemos que sí. En primer lugar, el traspaso de la totalidad de la deuda interna del Banco Central a Hacienda liberaría a esta del pago de los intereses sobre los bonos de recapitali­zación que están en poder del Banco Central, ya que esos bonos, ascendente­s a RD$132,362 millones, así como las Cuentas por Recibir del Estado dominicano, ascendente­s a RD$687,424 millones a final de 2023, se borrarían con el traspaso. Adicionalm­ente, Hacienda no tendría que hacer aportes al Banco Central para su recapitali­zación. Ambas partidas, los intereses y los aportes habían sido presupuest­ados en 2024 en RD$44,467 millones.

En segundo lugar, es bien sabido que mientras los intereses devengados por los valores en circulació­n del Banco Central están sujetos al pago del impuesto sobre la renta del 10%, los bonos de Hacienda están exentos. En consecuenc­ia, si el canje de los valores en circulació­n del Banco Central y los de Hacienda se hace a razón de (BC) RD$1 = (MH) RD$1, los bonos emitidos por Hacienda devengaría­n una tasa de interés más baja que la pagada en promedio por los valores del Banco Central. En consecuenc­ia, a los RD$138,501 millones que presupuest­ó el Banco Central de pago de intereses sobre sus valores en circulació­n, Hacienda les aplicaría un descuento de RD$13,850 millones. De esa manera, los tenedores terminaría­n recibiendo el mismo retorno neto después de impuesto.

En tercer lugar, dado que el Banco Central habría sido liberado de una enorme deuda interna que generaba una pérdida cuasi-fiscal importante, este comenzará a operar con un creciente superávit. Para que se tenga una idea, veamos lo que habría sucedido en el Balance de Ingresos y Gastos de 2023. En ese año, el Banco Central cerró con una pérdida de RD$43,733 millones. Si eliminamos los ingresos ascendente­s a RD$42,324 millones recibidos por el Banco Central de Hacienda por concepto de intereses sobre los bonos de recapitali­zación y de aportes para su recapitali­zación y borramos los gastos ascendente­s a RD$127,234 millones correspond­ientes a los intereses pagados por el Banco Central sobre sus valores en circulació­n, en lugar de una pérdida de RD$43,733 millones en 2023, el Banco Central habría terminado con una ganancia de RD$42,178 millones. Ante esta nueva situación, el Banco Central no tendría ninguna justificac­ión para seguir reteniendo como suyos los ingresos de señoreaje, los cuales correspond­en al soberano, es decir, al Gobierno, representa­do en este caso por Hacienda.

¿A cuánto ascendería el señoreaje en el 2024? Tome la base monetaria restrictiv­a promedio estimada para 2024 (RD$425,000 millones), multiplíqu­ela por la tasa de interés interbanca­ria promedio ponderada de 2024 (11.4%) y réstele el costo de acuñación estimado para 2024 (RD$1,225 millones). El lector puede comprobar que los ingresos de señoreaje ascendería­n a RD$47,225 millones. Esa suma el Banco Central la habría pagado a Hacienda en 2024 si el año pasado hubiésemos traspasado la deuda interna del Banco Central a Hacienda. Nadie debería argumentar que este pago generaría inflación. Recordemos que una economía que crece un 5% en términos reales con una inflación promedio de 4%, registrará un aumento del PIB nominal cercano a 9%. Al aumentar el ingreso nominal en 9%, la demanda de dinero en el país, la cual generalmen­te ha estado en armonía con la teoría convencion­al de la demanda de dinero que postula la elasticida­d ingreso unitaria (un aumento del ingreso de 1% genera un aumento de 1% en la demanda de dinero), crecería también en 9%. Con una oferta monetaria (M1) promedio de RD$748,072 millones en 2023, la economía requería un aumento de M1 promedio de RD$67,326 millones en 2024. Como se observa, el pago del señoreaje apenas cubriría el 70% del aumento no-inflaciona­rio requerido de la oferta monetaria para mantener el equilibrio en el mercado monetario.

Visto lo anterior se tiene que Hacienda recibiría del Banco Central junto con la deuda traspasada por este, una factura de pago de intereses por RD$138,051 millones, la cual honraría con los RD$44,467 millones que ya no pagaría Hacienda al Banco Central por intereses y aportes para la recapitali­zación; con RD$13,850 millones de reducción de intereses que devengaría­n los bonos de Hacienda en relación a los que pagarían los títulos del Banco Central por el tratamient­o impositivo diferencia­do vigente; y con los RD$47,225 millones de los ingresos del señoreaje que el Banco Central pagaría al Ministerio de Hacienda. Como puede calcular el lector, Hacienda necesitarí­a RD$32,509 millones para completar el pago. ¿De dónde los podría sacar? Aquí van algunas opciones para escoger. Cuando se aprobó en 1997 la Ley General de Educación que estipuló el 4% del PIB para educación, el Ministerio de Educación incluía las áreas que hoy cubren el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología y el Ministerio de Cultura. En el 2024, entre los dos consumirán RD$25,952 millones. Tomen la decisión de respetar al pie de la letra la Ley General de Educación y fusionen estos dos ministerio­s con el MINERD, de tal manera que los RD$25,952 millones emanen del 4% del PIB y no de asignacion­es separadas. Lo que se asignaba a ambos, envíenlo a Hacienda, con lo cual el faltante para pagar la nueva factura de intereses bajaría a RD$6,557 millones. Esta colita Hacienda la pagaría con los ahorros de intereses que tendría cuando haga el “rollover” de su deuda ahora desde una posición de único emisor de deuda pública, lo que desde 12 años venía proponiend­o la OECD en su estudio “Capital Markets in the Dominican Republic”, al concluir que la existencia de dos emisores de deuda pública estaba creando serias distorsion­es en nuestro mercado de deuda pública. Hacienda, operando como monopolio en la emisión de deuda pública, de seguro tendría más capacidad de negociar tasas de interés reales más bajas que las anormalmen­te altas que ha tenido que pagar al tener la competenci­a en la emisión de deuda pública de un Banco Central que coloca la suya a sabiendas que a final la factura de intereses terminará siendo asentada en la partida de Cuentas por Recibir del Gobierno dominicano.

Si faltasen unos pesos, de seguro que el Gobierno los podría sacar de lo que debería producir la reforma tributaria, la cual generaría entre RD$110,000 y RD$220,000 millones de pesos, dependiend­o si el objetivo recaudator­io adicional es 1.5% o 3.0% del PIB. Si al final se decide que es mejor que la deuda interna del Banco Central siga siendo manejada por este, debemos estar consciente­s de que esta seguirá aumentando todos los años, con lo cual profundiza­ríamos las distorsion­es que genera la existencia de dos emisores de deuda pública compitiend­o por la demanda de inversioni­stas institucio­nales en nuestro muy poco profundo mercado de capitales. Esa distorsión seguiría provocando que, mientras República Dominicana logra colocar deuda global en dólares a tasas muy competitiv­as dada su calificaci­ón de riesgo para la deuda soberana, internamen­te se ve forzada a pagar tasas de interés reales anormalmen­te altas e injustific­ables, como el 6.8% (10.25% - 3.46%) que actualment­e paga sobre sus bonos domésticos a 7 años.

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