El Caribe

Haití, ¿Una invasión?

- Periodista

agresivo y SORPRENDE EL LENGUAJE

“belicista” desde el anuncio de que en pocas semanas se iniciaría el despliegue de policías kenianos en Haití. Hasta el presidente de Kenia, Willian Ruto, sonó bravucón y desafiante en Washington al decir que acabaría, con firmeza y decisión, con las bandas.

Se está empleando indebidame­nte el término “invasión” y hay hasta títulos risibles de agencias de prensa internacio­nales como que las bandas han entrado en pánico.

Comete un error quien suponga que el envío de un puñado de policías pacificarí­a Haití, algo que ni millares de bien entrenados cascos azules de la ONU pudieron lograr, porque ninguna medida o acción externa prosperará si la respuesta a la crisis no proviene de los propios haitianos.

Las expectativ­as deben apuntar a que con la designació­n del Consejo de Transición se abra la puerta a un proceso que desemboque en elecciones legítimas, que deje en manos de ese sufrido pueblo decidir su destino y que la comunidad internacio­nal se limite solo al acompañami­ento.

Precisamen­te la Resolución 2699 del Consejo de Seguridad de la ONU está inspirada en que no habrá una fuerza de paz o de interposic­ión, sino de apoyo y a las órdenes de la Policía haitiana, y que se autorizarí­a “el uso de la fuerza cuando se hayan agotado todas las medidas para mantener la paz y la seguridad internacio­nales”.

La escogencia de siete miembros del Consejo Presidenci­al de Transición es apenas un primer y tambaleant­e paso, y a lo menos que se puede aspirar es a que se le otorgue independen­cia y se respete su autoridad.

Inclusive, en el seno de la sociedad haitiana no existe consenso acerca de la entrada de una fuerza de “pacificaci­ón”, por lo que hay que insistir en que los propios haitianos sean los protagonis­tas del camino a recorrer, que cada vez parece más tortuoso.

La dependenci­a del tutelaje y de intereses externos no es, necesariam­ente, lo más convenient­e. Además no se debe cejar en la vigilancia para que la pasiva, esquiva e irresponsa­ble comunidad internacio­nal cumpla con lo que se comprometi­ó con la resolución de la ONU, y también que fluyan sin más retrasos los recursos económicos y materiales acordados en marzo pasado por Estados Unidos y países de la Caricom.

lEVELYN IRIZARRI

Cuando las cosas van bien, cuando todo cuanto ocurre es bueno, positivo o es algo que forma parte de nuestras metas y objetivos, sentimos la necesidad de compartirl­o con las personas que amamos, seguros de que ellos se sentirán tan felices por nuestros logros, como si se tratara de sus propios objetivos alcanzados.

Lo mismo ocurre cuando nos estamos embarcando en algún proyecto, sobre todo para quienes no somos nada superstici­osos y no creemos en eso de que “si lo

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