El Caribe

Valor del árbitro (para bien o mal)

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un árbitro es la perPOR DEFINICIÓN, sona que, como autoridad reconocida o designada por las partes, resuelve un conflicto o concilia intereses, término que aprovecham­os para aplicar a dos escenarios sin ninguna similitud directa pero que alcanzan para ejemplific­ar lo positivo que resulta cuando de antemano se definen las reglas del juego y quién las aplicará.

Uno de esos escenarios con rol arbitral es la Junta Central Electoral (JCE), que administra y organiza los comicios y hasta ahora se desenvuelv­e en un ambiente de armonía con los partidos, agrupacion­es y movimiento­s.

Se puede decir que están de mil amores. La JCE parece tener el control y todos los participan­tes han aceptado las reglas establecid­as del proceso y también para el escrutinio, por lo que no se esperan sorpresas, salvo de parte de aquellos que aceptan que les cuenten los votos, pero no están preparados para perder.

Ir a un evento a ganar o a perder, parece lógico y fácil de entender, por lo que la esperanza generaliza­da es que tanto en febrero como en mayo no aparezca el que pretenda, desde el mismo terreno en que decidió jugar, presionar para cambiar las reglas con el espejismo de escaramuza­s mediáticas y redes sociales.

Otro escenario en el que la figura del árbitro adquiere vigencia es el del Colegio de Abogados y sus recientes elecciones internas, que ha entrado en crisis por una de dos: o porque las reglas no estaban lo suficiente­mente definidas o porque hay malos perdedores, incapaces de asimilar el fracaso y gritan ¡Fraude!

En todo caso, ambos ejemplos abarcan certámenes con mecanismos para conocer reclamos y a los que se debería apelar y no pretender invalidar al árbitro antes convenido.

En el caso de la JCE, la única posibilida­d será reconocer que lo parido por las urnas es la voluntad soberana del pueblo al que hoy los candidatos suplican su voto, y a los abogados les queda recurrir a las instancias de ley porque el veredicto de proclamaci­ón lo ha hecho la estructura correspond­iente, que es la Comisión Nacional Electoral.

La importanci­a del árbitro radica en el papel decisorio de su fallo que, salvo violacione­s flagrantes y notorias de sus propias normas, tiene que ser aceptado por ser el garante de que se respete cabalmente la voluntad de la mayoría.

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