La Teja

Cuca maúlla sus penas

Dolor. en el día Mundial del gato una gata callejera “nos contó” su historia

- Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr

Hola, soy Cuca. Si ustedes me hubiesen conocido cuando nací, era una belleza. Vine al mundo en cuna de oro, en un lugar donde me tenían bien cuidadita, alimentadi­ta y con mis vacunas al día. Realmente era la gatita más linda del mundo, una bebita hermosísim­a.

Fui tan linda que no pasó mucho tiempo para que una familia me adoptara. Se enamoraron de mí por ser tan pequeñita, cariñosita y juguetona, me dijeron que era justo lo que andaban buscando para su hija de siete años.

Pasé dos años maravillos­os con Isabella. Esa niña me amó y me cuidó. Éramos inseparabl­es. Ella jugaba con sus muñecas y ahí estaba yo. Cuando Isabella comía, ahí estaba yo, cuando dormía, también. Pasaba bien peinadita, olía sabroso y hasta ropita me tenían.

De vez en cuando salía a la calle y volvía siempre adonde Isabella sin problema alguno… hasta que todo cambió. Un día que volví de la calle, los papás de Isabella me levantaron y muy enojados dijeron que yo estaba embarazada, que así no me querían en la casa.

A la calle. Me echaron en una caja y me tiraron a la calle justo 24 horas antes de tener mis gatitos. Después me enteré de que esa familia me adoptó no como un gato, sino como un juguete para la hija y cuando me embaracé ya dejé de ser ese lindo juguete y me botaron haciéndome sentir que yo fui la culpable por embarazarm­e.

Se acabaron la comida, las vacunas, los chineos y el olor bonito. Con mis gatitos ya nacidos, la calle se volvió algo muy duro. Soy una gatita de la Gran Área Metropolit­ana y no tengo dónde vivir con mis gatitos, dormimos donde nos caiga la noche.

Comencé a comer comida de cualquier basurero para sobrevivir, lo que me provocó dolores fortísimos de panza. Yo sé que los gatos no podemos comer cualquier cochinada, pero con hambre eso no se piensa. Me llené de parásitos, me puse flaca, se me cayó el pelo. Me veía muy mal.

Tengo que confesarle­s que perdí a mis tres hijos: uno se lo llevó el agua de un caño y se ahogó, otro se subió a un techo, se quedó pegado en un bajante y ahí murió. En fin, de mis tres hijos no me quedó ni uno, para peores, por correr por un pedacito de pollo no me fijé al cruzar la calle y un carro me atropelló, quedé renca y perdí un ojo.

Ya no puedo más. No voy a luchar más. Los gatos, todos, somos muy vanidosos, no puedo verme así tan mal. Es hora de descansar.

Día Mundial del Gato. La historia de Cuca, aunque es mera ficción para hacer conciencia, sí está basada en las historias de cientos de gatos callejeros que nos contó doña Julia Rojas, quien es de la organizaci­ón sin fines de lucro Catrix, la cual se encarga de recoger gatitos de la calle y de defender los derechos de los mininos.

Hablamos con doña Julia porque este 8 de agosto se celebra el Día Mundial del Gato, uno de los tres días que hay al año para los misingos.

Se decidió este día porque estamos en la época de mayor fertilidad de los gatos del hemisferio norte de la Tierra, justo en el que está Costa Rica. Los otros días son el 20 de febrero y el 29 de octubre.

Problema nacional. Cuca, antes de fallecer, nos contó que en la calle pudo conocer gatos callejeros de otras partes del país y con uno de los que compartió fue con Toño, un peludito de Puntarenas que se vino para San José a ver si de milagro la vida le sonreía. También conversamo­s con él y nos contó su ruda historia.

“En Puntarenas la pasé fatal. Lo peor de ser un gato callejero en Puntarenas es la falta de agua, no tanto de comida, sino de agua. Por más que uno busca, nadie le da agua, incluso la gente cree como gran gracia que dándonos comida seca ya tenemos para seguir vivos.

“Como pasamos días sin tomar agua se nos dañan los riñones. Lo que sigue es un fallo renal fuerte, después no podemos comer nada, comenzamos a vomitar y nos morimos. No quería morir, por eso me vine para San José, pero, qué va, aquí está igual o peor”, contó Toño.

Doña Julia nos confirma que en las siete provincias hay problemas de gatos callejeros. Es difícil saber cuántos, porque el gato se esconde, es diferente al perro, pero sí son cientos en todo el país.

Si usted realmente quiere celebrar como se debe a los gatos en su día, puede colaborar con cualquier monto económico a la gente de Catrix, al SINPE móvil 8992-6914.

Mitos y verdades. La veterinari­a María Alejandra Gómez Murillo, de la clínica veterinari­a Albavets, en Santa Ana, ya nos había explicado que no es cierto que los gatos nunca se enferman, lo que pasa es que son muy buenos escondiend­o sus enfermedad­es, por eso es bueno llevarlos constantem­ente al veterinari­o.

A los gatos adultos, de siete años en adelante, comienza a gustarles estar más en un solo lugar, eso no significa que estén deprimidos. No hay dos gatos iguales, incluso entre hermanos se comportan diferente, por eso hay que respetar cada forma de ser.

No es cierto que los gatos se pierden mucho, lo que pasa es que no se puede comparar con un perro. Son muy diferentes. El gato se va y siempre vuelve, sobre todo cuando se siente muy cómodo en la casa.

No les gustan los escándalos ni los cambios bruscos. Si en una familia deciden de la noche a la mañana llevar un perro, eso puede provocar que el gato se vaya para siempre o por mucho tiempo.

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FINES ILUSTRATIV­OS La historia de Cuca es la representa­ción de la vida de muchos gatos callejeros.
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ARCHIVO A muchas gatitas las tiran a la calle cuando tienen sus crías.
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Los gatos de la calle pasan situacione­s muy duras

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