Racionamientos de energía obligan a redoblar cuidados nd de los alimentos
Los racionamientos de electricidad podrían tener consecuencias en los alimentos que se refrigeran o que se congelan si no se toman algunos cuidados.
El riesgo es que con los cortes de energía se podría romper la cadena de frío necesaria, por lo que las bacterias comenzarían a proliferar y aumentar la posibilidad de intoxicaciones alimentarias, que pueden provocar diarreas, vómitos y deshidratación.
Bacterias como la Staphylococcus aureus, Clostridium perfringens o Listeria monocytogenes “viven” comúnmente en las comidas. En la mayor parte de los casos, estos patógenos no producen mal olor ni mal sabor, por lo que podríamos ingerir comida contaminada sin percatarnos. Por eso es crucial incrementar las medidas de seguridad en estas circunstancias.
Para saber cómo proceder, La Nación contactó a Mauricio Redondo, microbiólogo especialista en alimentos e investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Lo primero que se debe saber, explicó, es que los alimentos en condiciones de refrigeración pueden permanecer sin electricidad durante cuatro horas sin presentar problemas.
En los productos congelados, estas características se amplían hasta 48 horas. Transcurrido este tiempo se entra en lo que Redondo denominó una “zona de riesgo” y en muchos casos será mejor desechar los productos.
Cierres protectores. Para que estas características se mantengan y protejan durante estas horas es necesario que las puertas de la refrigeradora se mantengan cerradas y solo se abran cuando sea estrictamente necesario, pues cada vez que la puerta se abre se va perdiendo la cadena de frío.
Otro aspecto que se debería tener en cuenta, independientemente de si hay apagones o no, es cerciorarse del buen funcionamiento de este electrodoméstico.
Primero, es necesario verificar si los empaques cierran bien y que la puerta no queda entreabierta. En segundo lugar, hay que revisar la temperatura interna. En una refrigeradora, esta no debería superar los 4 °C y en el congelador, los -18 °C (o 0 °F).
Algunas neveras traen termómetros incorporados; en caso de que la suya no sea así, se puede usar otros instrumentos (disponibles en algunas ferreterías y tiendas de utensilios de cocina) para verificar si la temperatura es la adecuada.
“Si los racionamientos son solo de dos e incluso tres horas, no habría tanto problema. Pero si la nevera no está a la temperatura adecuada o pasamos abriendo la puerta para sacar cosas o revisar la comida, el tiempo de protección puede acortarse mucho.
Además, no sería un corte una sola vez, probablemente sean varios en unos cuantos días, por lo que debemos tener cuidado”, advirtió Redondo.
Atención a las diferencias. El especialista indicó que no todos los alimentos reaccionan igual; hay unos más perecederos que otros.
En primer lugar, señaló, están todos los tipos de carnes y productos de origen animal, que son altamente perecederos.
“Aquí, la recomendación es que, en la medida de lo posible, mientras estemos con los racionamientos, que las personas tengan la carne que van a consumir ese mismo día en la refrigeradora, y el resto en el congelador”, detalló.
En el caso de comidas que ya se cocinaron, esto puede ser todavía de mayor deterioro, dependiendo de la preparación y la manipulación.
Si, por ejemplo, le dimos unas cuantas mordidas a un sándwich y luego lo guardamos, este ya estuvo en contacto con las bacterias de nuestra boca y su degradación puede darse más rápido.
Si, en cambio, se trata de un pastel de pollo que se cocinó, se partió en porciones y se dejó sin mayor manipulación, este puede resistir más. La recomendación de Redondo es guardar cada porción en envases o paquetes separados y congelar aquellas que no se comerán al día siguiente.
En una segunda escala están las carnes procesadas, como los embutidos y los quesos frescos. Si el empaque ya fue abierto, la degradación comenzará más rápido; si no, esta puede darse de forma más rápida que con otros alimentos, pero tendrá mayor resistencia.
Lo más fresco. Con las frutas y las verduras, el especialista recomendó no partirlas con antelación y hacerlo justo cuando se vayan a comer o preparar los alimentos.
También sugirió tomar en cuenta que si no se usará todo el vegetal, este podría degradarse con solo partirse. Dio el ejemplo de un tomate del que solo va a utilizarse la mitad y el resto se guardará; esa otra mitad, al ser despojada de parte de la piel que la protege, podría degradarse más rápidamente.
Los quesos maduros, la mantequilla o margarina, las salsas y las frutas secas son más estables y no tendrían mayores problemas.
En su página web, el Servicio de Seguridad Alimentaria e Inspección de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) añade dos consejos valiosos.
Uno, es que no pruebe ningún alimento para determinar si está bueno. Use sus otros sentidos: vista, olfato; si la apariencia o el olor no es usual, deséchelo.
Asimismo, si tiene dudas de si un alimento está bueno o malo, mejor deséchelo.
Otros consejos. Redondo brindó recomendaciones adicionales que incluyen los ice pack o paquetes que se congelan o refrigeran y mantienen frío el ambiente.
También puede considerarse tener hieleras para los alimentos que corran más riesgo.
Otra cosa importante es no llenar “al tope” tanto la refrigeradora como el congelador. El consejo es que este no supere el 70% u 80%, para que el aire frío circule bien.
En estas circunstancias, podría considerarse, incluso, bajar la capacidad.
Sin embargo, el especialista recordó que mientras los racionamientos se mantengan en dos horas, no habría mayor problema; pero si se acumulan varios cortes, las medidas deberán ser entonces más rigurosas.