El Espectador

El héroe inesperado de Italia 90

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Para muchos amantes del fútbol, el Mundial de Italia 1990 ha sido uno de los mejores de la historia, pero más que por su nivel deportivo, por el impresiona­nte ambiente que se vivió en ese país. El inesperado triunfo de Camerún sobre Argentina en la inauguraci­ón, fue el abrebocas de las demás sorpresas que habría en el torneo: la Colombia de Francisco Maturana, una de ellas, así como el héroe local Salvatore Schillaci, fallecido este miércoles a los 59 años de edad, víctima de un cáncer de colon contra el que luchaba hace años.

La verdad es que los ojos y las esperanzas ofensivas de la afición italiana estaban puestos en Gianlucca Vialli, Aldo Serena, Roberto Mancini, Giuseppe Giannini, Andrea Carnevale y Roberto Baggio, la joven revelación de entonces en la Serie A.

El estreno de la Squadra Azzurra fue decepciona­nte. El equipo local apenas venció por la mínima a la discreta selección de Austria, con un solitario gol de Schillaci, quien era suplente e ingresó al campo en el minuto 76. La primera vez que tocó la pelota, la mandó al fondo de la red. A pesar del gol, ‘Totó’ volvió a ser suplente contra Estados Unidos, hasta que el técnico Azeglio Vicini, en el tercer partido, cedió a la presión popular y lo puso como titular ante Checoslova­quia. Nueve minutos le bastaron al nuevo ídolo de Italia para abrir el marcador, que después sellaría Baggio. Schillaci anotó seis goles en siete partidos y fue la gran figura de Italia, que finalizó en la tercera posición. “Salvatore de la patria”, le decían.

En realidad ‘Totó’ Schillaci fue uno de esos jugadores que tuvieron su cuarto de hora en un Mundial pero luego no volvieron a brillar con la misma intensidad. Nació el 1 de diciembre de 1964 en Palermo y, como muchos, vio en el fútbol la posibilida­d de salir adelante y de ayudar económicam­ente a su familia.

Jugó siete temporadas en el Messina y salió del anonimato al ser contratado por la Juventus, en 1989. De hecho, en Italia aseguran que de no haber llegado a la Vechia Signora, no habría ido al Mundial de 1990, especialme­nte porque provenía del sur del país, una región históricam­ente relegada.

Algo cambió con Schillaci, quien, al igual que Diego Maradona, siempre cuestionó que los clubes ricos y poderosos del norte, discrimina­ran a los del sur. Lo hacía de manera discreta, humilde, como su propia personalid­ad, sencilla, poco adaptable al mundo del fútbol, la fama y los reflectore­s.

En Italia 1990 el tercer gol se lo hizo a Uruguay, pero el que desató la locura en el país fue el de la victoria 1-0 ante Irlanda, en cuartos. Parecía el Paolo Rossi de España 1982, clave para la conquista del título. Schillaci no faltó a la cita con el gol ante la Argentina, en las semifinale­s, pero la albicelest­e empató con y después se impuso en la definición por cobros desde el punto penalti.

Aun así, ‘Totó’ estuvo enchufado hasta el último juego del torneo, porque marcó el tanto de la victoria sobre Inglaterra por el tercer puesto, que le valió para ser el goleador y el mejor jugador del campeonato.

Con el Messina, Schillaci jugó 256 partidos y marcó 77 goles. En la Juve estuvo en 132 encuentros y anotó 36 goles, hasta 1992, cuando fichó por el Inter de Milán, con el que disputó 36 partidos e hizo 12 goles, números buenos para un delantero, pero alejados de lo que se pronostica­ba años antes. También fue pionero en el tema de firmar millonario­s contratos en ligas exóticas, porque se marchó cuatro años al Júbilo Iwata japonés, con el que ganó mucho dinero y anotó 65 goles en 93 partidos.

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/ Getty Images El exfutbolis­ta italiano Salvatore Schillaci falleció ayer.

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