El Espectador

Peajes y corrupción

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La verdad, el tema de los peajes se ha vuelto una vagabunder­ía porque, desde el principio, todo está mal hecho. Al momento de hacer la vía inflan los precios de los materiales, ingeniería, servicio y todo lo que conlleva construir una carretera. Nunca se publican los costos especifica­dos, y todo se firma lejos de la opinión pública. Además, todo se ve amañado entre los que están en el gobierno de turno y las concesione­s. Firman peajes a 20 y 30 años, y automática­mente eso se renueva; nunca pasa a manos del Estado, siempre queda con el privado. Hay casos donde se ha pagado hasta dos y tres veces por la misma vía, y la excusa que dicen es: “Es que hay que hacerles mantenimie­nto a las vías”. ¿Realmente se han puesto a pensar cuánto recauda un peaje a diario? ¿Cuántos miles de millones de pesos recauda durante 10, 20 o 30 años, y realmente adónde se va ese dinero? Un ejemplo claro es la vía al Llano, donde una tractomula paga $200.000 desde Bogotá hasta Villavicen­cio, solo en un trayecto, y otros $200.000 en el trayecto de vuelta. Entonces, multipliqu­emos eso por la cantidad de vehículos que transitan a diario, las 24 horas del día, todos los días, durante 20 años que duran esos contratos, y donde a la infraestru­ctura de la vía solo se le ve pintura y letreros nuevos. ¿Cómo no van a encarecer los productos como la comida, materias primas y el turismo? Estas alzas y falta de control hacen que toda la economía se vea afectada, y no estimulan el crecimient­o del país porque no hay unas reglas claras que lo unifiquen. Y cada rato aumentan, aumentan y aumentan esos costos. Entonces, el camionero va a cobrar ese costo al ciudadano promedio, quien al ver que suben las cosas de un mes para otro, se va a abstener de comprar. Así, el campesino que sembró verá que le están comprando menos y, a su vez, el camionero va a transporta­r menos carga y el viaje no será rentable. El campesino, en su afán de vender, va a dejar todo a pérdida, y así se forma un círculo vicioso en todos los demás sectores. El ejemplo está en las tasas de interés: mire lo que les tocó hacer a los bancos, bajar las tasas porque ya no hay bolsillo que aguante. En resumen, todo esto es básicament­e acabar con la corrupción, poner control y revisión a esos contratos amañados, porque, ¿cómo es posible que en Colombia tengamos casi 200 peajes? ¿Cómo queremos ser competitiv­os en la región? ¿Cómo incentivar el turismo y la economía del país si cada mes todo sube y sube y sube, y los colombiano­s de a pie tienen menos dinero en el bolsillo?

Carlos Alberto Mejía Castañeda.

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