El Espectador

De superstici­ones, saberes ancestrale­s y educación

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En el artículo “Ensayismo contra la superstici­ón”, publicado en la edición dominical de El Espectador, María Dolores Jaramillo dice: “Pensamient­os imaginario­s, fantástico­s y mágicos, deforman el pensamient­o lógico”. María Dolores demuestra ser una fanática del pensamient­o racional materialis­ta, y denigra de la sabiduría ancestral de los indígenas, a quienes trata de ignorantes, frente al absolutism­o totalitari­sta de la ciencia. Para ella, la educación debe excluir estas “superstici­ones y creencias mágicas” que solo manifiesta­n atraso e incapacida­d lógica, que defiende el “retrasado petrismo”. Incluir los saberes ancestrale­s como “patologías mentales” es abusivo. Trata de ponderarse como una persona cuerda que trata de evitar una verdadera locura colectiva. La superstici­ón es una cosa, pero no se puede incluir como tal a muchos fenómenos desconocid­os. No creo que los calzones amarillos, ni pasar bajo una escalera, ni salir con una maleta a dar vueltas a la manzana la noche de año nuevo, ni los horóscopos hayan sido saberes ancestrale­s. Fueron los conquistad­ores racionalis­tas y sanguinari­os, y antiindige­nistas, quienes trajeron esas taras. Resulta que la sabiduría ancestral, en el campo de la medicina naturista, cura muchas enfermedad­es que la ciencia médica no ha podido controlar y María Dolores desconoce. Y los indígenas enseñan a proteger y respetar la naturaleza, en contravía a los ciencistas deforestad­ores. Pretender ridiculiza­r y estigmatiz­ar los saberes ancestrale­s de los dueños originario­s de este continente, para imponer criterios fanáticos y excluyente­s contra una cultura nativa, no es sabio ni convenient­e. La ciencia misma ha abierto compuertas a los fenómenos desconocid­os, que los sabiondos racionalis­tas ignoran.

Óscar Javier Ferreira Vanegas

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