Los Farallones, vergüenza nacional
MIENTRAS QUE COLOMBIA ENTERA SE prepara para realizar la COP16 que se celebrará en Cali dentro de pocos meses, sigue creciendo la minería ilegal en el Parque Nacional Farallones de Cali, en donde este delito hace ochas y panochas y se birla y se burla de las autoridades ambientales, a quienes este problema les quedó grande y se les salió de las manos.
Y esto sucede a escasos minutos de la Plaza de Cayzedo sin que exista un plan concreto para su desmantelamiento, que requiere que el Gobierno Nacional intervenga, deje de decir que ese problema es de esta ciudad y no del país entero y continúe haciéndose el de la vista gorda jugando al “tongo le dio a borondongo”.
El bastante ineficiente Ministerio del Medio Ambiente debe tener como prioridad esta prueba de la inoperancia del Estado, que además es una vergüenza nacional.
¿Se imaginan una COP-16 con semejante lunar a menos de 12 kilómetros del casco urbano de la ciudad anfitriona? ¿No es acaso un contrasentido y un engaño? Para colmo de males, se ha comprobado la presencia de mercurio en las bocatomas del río Cali, cuyo acueducto surte a más de una cuarta parte de los habitantes de la ciudad anfitriona de la COP16.
Y hay más: en el acueducto veredal de Tres Quebradas, del corregimiento de Felidia, a menos de media hora de la susodicha sede de la COP16, se comprobó la presencia de arsénico que sobrepasa los límites máximos permitidos por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, según lo informó el periódico El País esta semana.
Este acueducto está envenenando a más de 600 usuarios que a diario toman sus aguas, mezcladas además con mercurio; coctel molotov de mortíferas consecuencias. Insisto: si no hay voluntad ni determinación política —con uso de la fuerza—, nada que hacer.