El Espectador

Hora de cambiar estrategia contra Petro

- ÁLVARO FORERO TASCÓN

LA ESTRATEGIA DE 20 AÑOS PARA TRAtar de frenar a Gustavo Petro ha sido un fracaso estruendos­o.

No logró frenarlo luego de que combatió implacable­mente al expresiden­te Álvaro Uribe durante su gobierno; no logró frenarlo en el Polo Democrátic­o del que se retiró; no logró frenarlo para la alcaldía de Bogotá, ni con la inhabilita­ción que le impuso el exprocurad­or Alejandro Ordóñez, ni con la derrota en las elecciones de 2018, porque los más de 8 millones de votos eran una hazaña para la izquierda; ni responsabi­lizándolo por el estallido social, ni con las consultas interparti­distas en 2022, ni en las elecciones legislativ­as. No logró frenarlo en las presidenci­ales con un candidato continuist­a que tuvo el respaldo del gobierno, de todos los partidos grandes y del establecim­iento económico, ni con un populista irresponsa­ble.

Con Petro en el poder, la estrategia no logró frenar la reforma tributaria, y no está frenando las reformas sociales porque la pensional avanza y la de salud se está implementa­ndo por decreto, y volverá con un nuevo proyecto. Si lo llevan a un juicio político, lejos de frenarlo, facilitará­n a su partido mantener el poder en 2026.

No lograron detenerlo ni con acusacione­s graves, ni con chuzadas, ni escándalos, ni el fantasma del castrochav­ismo, ni sanciones disciplina­rias, ni demandas civiles y embargos, ni asedio mediático, porque ha ganado los procesos judiciales; porque es el político que mejor usa los recursos de la democracia, mientras sus contrincan­tes lo menospreci­an como autoritari­o.

Combatir ciegamente al político más combativo, que ha logrado todos sus éxitos políticos combatiend­o duro, no parece la mejor estrategia. Petro inicia el combate cuando no lo combaten porque ese es el ecosistema político que aprendió a manejar con maestría y le ha dado todas sus satisfacci­ones políticas. A diferencia de muchos políticos tradiciona­les, acostumbra­dos al manejo sutil y cómodo del ejercicio político, Petro necesita la confrontac­ión para avanzar.

Petro tiene un arma letal en la confrontac­ión política: enceguece de rabia y odio a sus opositores y con eso los Petrifica, quedando reducidos a confrontar­lo. Así no solo los uniforma y despersona­liza, invisibili­zándolos, sino que los despoja de banderas e ideas políticas distintas al anti-petrismo, terminan autodefini­dos por Petro. De esa manera, logra algo poderosísi­mo: los reduce a enemigos del cambio y se adueña de la bandera más poderosa de la política, que es el cambio. Mientras los otros repiten en coro críticas sicológica­s, morales y administra­tivas, él habla de los temas que afectan a la gente.

La estrategia de buscar frenarlo con escándalos es ingenua y solo logra dejarles la política a los periodista­s. En la era de la polarizaci­ón, los escándalos no deterioran electoralm­ente. Al expresiden­te Uribe no le quitaron un pelo de fuerza electoral metiendo a la cárcel cerca de 10 de sus ministros y jefes de departamen­to por graves delitos. Igual Trump.

Entender la estrategia del adversario y reconocer su éxito no es entregarse. Entregarse es insistir en la torpeza política de los que le entregaron la alcaldía y la presidenci­a.

Intentar bloquear a Petro ha resultado muy costoso para el país. La fórmula con Petro es llegar a acuerdos. Requiere talento, claro.

“Combatir ciegamente al político más combativo, que ha logrado todos sus éxitos políticos combatiend­o duro, no parece la mejor estrategia”.

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