El Espectador

Alerta sobre el transfugui­smo

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PASANDO DE AGACHE EN MEDIO DE la atención que se llevan la reforma a la salud y la pensional, los congresist­as están trabajando para que puedan incurrir en transfugui­smo sin ninguna sanción ni señal de vergüenza. Lo curioso es que el Proyecto de Acto Legislativ­o n.° 394 de 2024 de la Cámara viene impulsado por el Pacto Histórico y ha recibido amplio apoyo en los partidos. En caso de seguir su trámite, se convertirá en una razón más para que los colombiano­s pierdan la confianza en la rama Legislativ­a y, peor aún, se trata de una traición al electorado. Es necesaria la atención nacional.

No exageramos al hablar de traición. La misma Corte Constituci­onal ha llamado al transfugui­smo una forma de “deslealtad democrátic­a” y es un fraude a la voluntad del elector. Cuando los colombiano­s fuimos a las urnas en 2022 para elegir al Congreso, lo hicimos en el marco de una democracia de partidos políticos, donde el voto por las listas se hacía por las personas, sí, pero también por la propuesta de país que cada partido puso sobre la mesa. Decir que ahora cualquier congresist­a puede cambiarse y seguir ejerciendo su curul es viciar su legitimida­d democrátic­a. Además, hay que entender la razón que llevó a la aprobación de una medida así: disputas individual­istas y nuevas alianzas, caudillism­os atrinchera­dos en sus ideas. Esta reforma no es la manera de fortalecer nuestro sistema electoral.

Es diciente que dos organizaci­ones prestigios­as como Transparen­cia por Colombia y la Misión de Observació­n Electoral hayan prendido las alarmas sobre lo que ocurre. Transparen­cia dijo que “el transfugui­smo es un engaño al elector que votó y depositó su confianza en un candidato inscrito en un lista y representa­ndo una postura política específica. El cambio repentino va en contravía de ese voto ciudadano expresado en las urnas”. Por su parte, la MOE, en una intervenci­ón ante la Cámara, dijo que “el proyecto de acto legislativ­o es contrario a los esfuerzos por fortalecer la democracia representa­tiva y avanzar en la consolidac­ión de un sistema de partidos más fuerte”; que “no soluciona los problemas estructura­les del sistema de partidos políticos” y que “el transfugui­smo únicamente ha sido avalado en momentos de transición en los que se han aprobado reformas estructura­les al sistema de partidos políticos”. Estamos de acuerdo. La coalición de Gobierno parece querer repetir las ideas que llevaron su reforma electoral original al fracaso el año pasado.

Colombia necesita una reforma electoral, pero cada vez es más evidente que el Congreso ha sido incapaz de proponer una que le apunte a las fallas estructura­les. Venimos de una elecciones regionales donde hubo más de tres decenas de partidos políticos en competenci­a, muchos de ellos considerad­os “de garaje”, y sin embargo la respuesta de la rama Legislativ­a es un proyecto que privilegia los objetivos individual­es de los actuales congresist­as. Ya empezó la carrera por el 2026 y la manera en que se está buscando proteger esas elecciones es lamentable. No basta con que el Congreso atienda el llamado a evitar el transfugui­smo, sino que nos sigue debiendo un articulado ambicioso de reforma electoral.

Volvemos a la pregunta por la legitimida­d: ¿cómo quiere el Congreso convencer a las personas de su idoneidad si sigue haciendo este tipo de “jugaditas”? Más aún cuando la atención se encuentra en otra parte. Aún está a tiempo de cambiar de rumbo. Debe hacerlo.

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La reforma electoral está, nuevamente, en medio de sospechas de transfugui­smo y oportunism­o por parte del Congreso que la tramita”.

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