El Espectador

Es claro que algo andaba muy mal en la Ungrd

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EL 25 DE ENERO DE ESTE AÑO, EN medio de los incendios que se descontrol­aron en varias partes del país, el presidente de la República, Gustavo Petro, lanzó un dardo a los entes de control: “Nos suspendier­on a los funcionari­os ejes para atender la emergencia. ¿Eso es hacerle bien al país?”. Se refería, en particular, al entonces director de la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos de Desastre (Ungrd), Olmedo López, quien estaba suspendido por orden de la Contralorí­a por no facilitar informació­n sobre actuacione­s de la entidad. En su momento, el objetivo de esa frase era ambientar la idea de una cacería institucio­nal en contra de sus funcionari­os. Un par de meses después, con López fuera de la dirección en medio de fuertes denuncias de corrupción, y con el nuevo director de la Ungrd, Carlos Carrillo, destapando olla tras olla, no sobra recordar ese aspaviento presidenci­al. El incendio venía desde la misma institucio­nalidad dominada por la Presidenci­a y no habían querido verla.

López se fue de la dirección, impulsado por el presidente Petro, debido a serias dudas sobre la contrataci­ón de carrotanqu­es para llevar agua a las zonas más vulnerable­s de La Guajira. Su caso sigue andando, mientras que Carrillo, el nuevo director, se la ha pasado estas semanas denunciand­o irregulari­dades y luchando contra la burocracia interna heredada del mismo López. “Una embarazada también se puede ir a la cárcel”, dijo Carrillo, de manera tajante, para justificar la separación del cargo de la secretaria general Ana María Castaño. Según el nuevo director, Castaño era una ficha de López que estaba obstaculiz­ando los cambios que deseaba implementa­r. La justicia será la encargada de definir si ese actuar fue ajustado a la ley o violó proteccion­es laborales.

El caso, no obstante, es que la llegada de Carrillo pareció confirmar las peores sospechas del primer año y medio de la Ungrd bajo el presidente Petro. Solo esta semana cuestionó la calidad de los productos entregados en el contrato para adquirir 1.000 de los 8.000 tanques que se esperaban comprar para el suministro de agua en La Guajira. En una visita de campo, el director señaló que “acá hay 167 tanques, que están hechos en fibra de vidrio y es bastante llamativo, pues aunque cualquiera podría pensar que este material no es el indicado para hacer este tipo de tanques en los que se suponía que iba a reposar el agua de los niños wayuus, pues los contrataro­n así con una empresa de Itagüí”. También se preguntó por qué pagaron a $8 millones el tanque cuando el precio del mercado es considerab­lemente menor. Preguntas que tendrán que responder los entes de control, la misma administra­ción Petro y el nuevo director de la Ungrd cuando entregue su reporte final.

Es claro que algo andaba muy mal. También lo es que la Presidenci­a se desentendi­ó del problema durante mucho tiempo. Se celebra que la nueva dirección quiera enmendar el camino, pero para avanzar en la lucha contra la corrupción hay que mostrar resultados tangibles. El primer paso es que tanta denuncia termine en explicacio­nes y responsabi­lidades. Solo así empieza a recuperar la legitimida­d la Ungrd.

‘‘Los

entes de control, la misma administra­ción Petro y el nuevo director de la Ungrd nos deben aclarar la dimensión de lo que ocurrió en la entidad”.

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