El Espectador

“Supuestos técnicos”

- MARC HOFSTETTER

El presidente llevaba solo tres días de haber asumido el cargo. Era otro país, gobernado por una coalición amplia, poblada por representa­ntes del centro del espectro político y permeada por varios ministros con vasta experticia técnica en sus campos. Había también, claro, muchos funcionari­os de la entraña partidista del presidente. El gobierno había logrado armar una mayoría parlamenta­ria compuesta por bancadas con ideologías variadas, que auguraba espacios para un debate político alejado de la pugnacidad de los extremos y donde los argumentos de fondo aflorarían. Parecía que algunas de las reformas tantas veces aplazadas tendrían en ese país una nueva oportunida­d y quedarían revestidas de la legitimida­d de los consensos políticos.

En ese país que ahora luce tan lejano, pero del que solo nos separan 19 meses, trinó el presidente Petro, el 10 de agosto de 2022, lo siguiente: “Para todo ciudadano o ciudadana con título de doctor en Colombia o en el extranjero que quiera colaborar con la conducción del gobierno, abrimos este link para que se pueda inscribir”. A un equipo de gobierno con las caracterís­ticas descritas se sumaba así la intención de rodearlo de un tipo particular de apoyo a la toma de decisiones y el diseño de estrategia­s, el que viene de la investigac­ión científica.

Adelantamo­s la película 19 meses y el mismo protagonis­ta en la misma red, defendiénd­ose de aquellos que levantan la voz preocupado­s por el nombramien­to en cargos importante­s del Estado de personas cercanas a su ideario, pero sin experticia afinada para esas responsabi­lidades, trinó: “Tecnocraci­a es supuestos técnicos en el poder. Democracia es el pueblo en el poder. En la primera el pueblo le sirve a los supuestos técnicos, en el segundo los técnicos sirven al pueblo”.

“Supuestos técnicos” repite dos veces el mensaje. No clasifican ni de “verdaderos técnicos”. Pasó el presidente, en 19 meses, de mandar un enlace para abrigar a ciudadanos con la más alta preparació­n que querían colaborar en la conducción del gobierno a hablar de “supuestos técnicos”. Claro que no hay que ser doctor ni técnico para ser un buen gobernante. Pero un buen gobernante abraza el conocimien­to, la ciencia y oye a los que han pensado con cuidado en la naturaleza de los problemas y las dificultad­es de sus soluciones, en los caminos más expeditos para llegar a ciertos destinos, en los riesgos que esos caminos involucran, en los dilemas y los efectos colaterale­s que en muchas ocasiones deambulan de la mano con las soluciones.

Pero al presidente parece fastidiarl­e que le lleven la contraria, que le adviertan de las dificultad­es y ni hablar de las contradicc­iones de algunos de sus objetivos. Ya lo dijo hace un tiempo, cuando advirtió que ministro que desobedezc­a se va. Y así ha sido: los que han osado contradeci­rlo con argumentos que el presidente pensara que son “supuestame­nte técnicos” han sido despedidos, uno tras otro. Lo dice bien uno de los últimos bastiones del ala técnica que quedaba en el alto gobierno, el recienteme­nte despedido director del DNP, Jorge Iván González: “La absolutiza­ción de la bondad del discurso llevó a desconocer la complejida­d de su realizació­n práctica”.

@mahofste

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