Simplificación radical, focos misionales y centralización
ES CLARO QUE EL CENTRALISMO asfixiante —capturado por una gigante burocracia que multiplica trámites, funciones, programas, fondos y requiere una infinita concertación para manejar la complejidad creada por los miles de leyes, decretos, actos legislativos y demás expedidos en los últimos 15 años, la mayoría a espaldas de las verdaderas necesidades básicas de ejecución, como carreteras terciarias, puestos de salud rurales, educación para el trabajo y seguridad en el territorio, entre otros— fracasó estruendosamente y se agrava hoy para algunas regiones como Barranquilla y Antioquia por la discrecionalidad centralista, fruto de la revancha y los sesgos que ha evidenciado Petro. La necesaria descentralización bajo ninguna circunstancia puede partir de crear una nueva burocracia regional que multiplique la ya absurda complejidad nacional. Es necesario acometer varias reformas al centralismo.
De forma paralela, se requiere una simplificación radical, especialmente de trámites: pasar de los más de 50 requeridos para una edificación a menos de cinco; simplificar los 47 que requieren las empresas —identificados por Atlas Network Center for Latin America—, que les consume el equivalente a más de tres meses del año. La complejidad de los trámites laborales es una pesadilla. Se requieren ventanillas únicas simplificadas y, sobre todo, disminuir la burocracia asociada a estos obstáculos al progreso. Pero más que recortar trámites, la pregunta correcta en cada tema será qué debe estrictamente regularse para garantizar, entre otros, la seguridad en el trabajo, la salud del consumidor en productos alimenticios, y así sucesivamente; lo demás sobra.
Esto nos lleva a un segundo punto y es que el Estado ha sido capturado burocráticamente, multiplicando labores que se salen del foco misional de los ministerios, especialmente adscribiendo a ministerios con enfoque más económico o político programas de enfoque social o ambiental. Ejemplo: ¿qué tiene que estar haciendo el Ministerio de Hacienda, cuyo foco misional es formular, ejecutar y evaluar la política económica y financiera del país, manejando el fondo de adaptación o el fondo de compensación interminero, que tienen componentes puramente de protección social? Igualmente, el Ministerio de Educación financiando investigaciones de muy cuestionable valor para el desarrollo, frente a un ministerio como el de Ciencia y Tecnología, que debería estar dedicado a esto. Pura captura burocrática. Los responsables misionales deberían tener las exclusivas competencias y responsabilidades relacionadas y las duplicaciones se deben eliminar, fusionar o simplificar fuera de las demás entidades y ministerios no relacionados con su foco misional. Esto terminaría con las necesidades de coordinación, porque todo el mundo se pisa las mangueras, facilitaría la comunicación y permitiría rendir cuentas. El Ministerio de Hacienda debería cerrar la llave al financiamiento de las duplicidades. Capítulo aparte y gigante es la necesidad de aclarar responsabilidades y sobre todo recursos de los gobiernos subnacionales, hoy cargados de obligaciones, pero sin plata.