El Espectador

Soñando una mejor educación

- CONVERSACI­ONES PENDIENTES CARLOS ENRIQUE MORENO

CASI TODA MI VIDA HE TRABAJADO en el sector privado y, si no hay resultados, simplement­e te despiden. La dirigencia de Fecode es factor central, no el único, en el retraso de la educación pública básica y media en Colombia que es definitiva­mente mala, por lo que están pasadas décadas de haber sido despedidos. Su principal objetivo es ideologiza­r parcializa­ndo a los estudiante­s y usarlos para sus permanente­s paros y movimiento político, haciendo eco a políticas económicas fracasadas y frenando cualquier reforma que exija resultados y su evaluación. Miremos: el PIB de Colombia en PPP de 2022 es el 34 a nivel mundial, pero en educación las pruebas PISA nos muestran en un vergonzoso puesto 58. En matemática­s estamos en la cola del capítulo, con apenas 383 puntos, y retrocedie­ndo por debajo de Chile, México, Perú, Uruguay, etc. En lectura el puntaje es 409 y en ciencias 411, con resultados igualmente mediocres vs. pares latinoamer­icanos. El único indicador en el que estamos de primeros es en el índice de aislamient­o (isolation index), que mide la extensión en la cual ciertos tipos de estudiante­s con desventaja­s están aislados de otros. Colombia tiene el derecho y la obligación de soñar con una mejor educación. Esto exige un manejo integrado de muchos temas. El primero es un impulso total a la educación inicial de alta calidad, con énfasis en que todos los colombiano­s tengan acceso con independen­cia de su origen social o económico. Es necesario poner la calidad de la educación en el top de la agenda, lo que implica centrarla en el aprendizaj­e y desarrollo de los estudiante­s. Tener un currículo básico nacional con flexibilid­ad para los temas complement­arios, que permita adaptarse a necesidade­s de estudiante­s.

Mirando las claves de educación de países sobresalie­ntes, encontramo­s una serie de factores centrales. Los docentes son muy valorados, pero producen resultados en el aprendizaj­e, cosa que poco pasa en la educación pública en Colombia, lo que hace indispensa­ble la valoración permanente de los docentes. La educación gratuita para los primeros años tiene un currículo común, pero los centros lo adaptan, hay personaliz­ación y combinan jornadas académicas con juego y descanso, se premia la curiosidad y la participac­ión de los padres de familia es activa en el seguimient­o del proceso educativo, especialme­nte para los factores que motivan la alta deserción. Hay que priorizar la expansión de los servicios a los niños de comunidade­s rurales y desfavorec­idos, establecer expectativ­as claves para el desarrollo cognitivo social y emocional de los niños y garantizar que el PAE llegue a todos los rincones con alimentaci­ón de calidad, para que no haya estudio con hambre. Se deben establecer las jornadas únicas, tener estándares definidos de qué es una buena enseñanza, impulsar la formación digital y la virtual complement­aria, mejorar el aseguramie­nto de calidad, acelerar la implementa­ción del marco nacional de cualificac­iones y los sistemas de transferen­cias de créditos. Colombia tiene que preparar a los estudiante­s para el futuro y el éxito en la sociedad, con currículos que se centren en el desarrollo de habilidade­s y competenci­as necesarias para el mercado laboral. Por encima de Fecode, tenemos que cambiar esta mala educación.

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