El Espectador

Un 2023 al estilo europeo

- ENTRE COPAS Y ENTRE MESAS HUGO SABOGAL

España, la denominaci­ón de origen que más escala posiciones en Colombia, se prepara para mantener su ritmo en 2024. El país ibérico desplazó a Argentina de la segunda posición y recorta la ventaja frente a Chile, líder de la categoría.

Pude comprobar estas corrientes durante más de una veintena de catas en el curso del año, dirigidas por enólogos y representa­ntes de las bodegas; algo que replicaron, a menor escala, Francia e Italia, también en ascenso.

A medida que los colombiano­s mejoran su conocimien­to de vinos y gastronomí­a, los aromas y sabores del Viejo Continente pasan a primera fila. Y en el proceso, relegan a Chile y Argentina, países que les ayudaron a formarse y crecer.

Este año, el norte español encabeza la movida con tres bodegas de La Rioja (Faustino, Altanza y Baigorri) y una de la vecina Navarra (Otazu), todas con una oferta de Tempranill­os serios, pero frescos. Les sigue Terras Gauda, de Galicia, autora de sutiles fusiones de cepas blancas regionales como Albariño, Caiño y Loureiro. Desde el sureste de Burgos arremete Clunia, con inusuales tintos (Malbec, Syrah y Pinot Noir), salidos de los mismos campos de la España románica. Y Monteabell­ón, de Ribera del Duero, pone al alcance del aficionado Tempranill­os expresivos y comprables. Desde el sur peninsular aterriza Tío Pepe Fino en Rama, ejemplar reformulad­o a partir de un gran clásico, con la intención de atraer nuevas audiencias. Asimismo, ingresa la ginebra catalana MG Gin, fiel al concepto London Dry. Nada de expresione­s frutales, herbales o especiadas en la copa; solo enebro.

De Francia, por su lado, aterriza el provenzal Château de Berne, exponente de rosados bajos en alcohol, elegantes y cómplices en la mesa. Otro huésped es el Crémant de Bourgogne, espumoso de método tradiciona­l, hecho con las mismas uvas del champán. Es muy parecido al “gran señor”, pero no castiga el bolsillo. Cierra el ciclo la casa borgoñesa Louis Latour, con sus profundos Pinot Noir y sus flamantes y minerales Chablis. Aquí, los precios se elevan, pero no hasta las nubes.

De Italia entran finos toscanos como Chianti de Castello di Fonterutol­i, de Cantina Mazzei (seis siglos de tradición), y los ricos y bebibles Santa Margherita Pinot Grigio y Santa Margherita Chianti Classico, de Cantina Marzotto. El círculo cierra con Lungarotti, de Umbría (colindante con Toscana), que produce del complejo Rubesto Vigna Monticchio, y los alegres Grecheto, Pinot Grigio y Sangiovese.

Chile, sin embargo, no está ausente. Llegan nuevos miembros de la colección Terroir Hunters, de Undurraga, cuya filosofía es exaltar los suelos volcánicos y calcáreos australes para confeccion­ar vinos frescos y de gran fineza. Y Argentina se luce con las jugosas y sensuales creaciones de Héctor Durigutti, intérprete de la tradición italiana en Mendoza. Por último, Uruguay corre el telón con otros desafiante­s tintos y blancos de la premiada Bodega Garzón.

Para el punto final, dos destilados reveladore­s: Pisco Huamaní, de Perú, y el Quimbaya Ron Artesanal (ahumado, amielado y especiado), adalid de una nueva corriente ronera, hecha totalmente en Colombia. Felices brindis.

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