El Espectador

La inteligenc­ia artificial puede ser una de las mayores revolucion­es en la educación

- ANA M. SAAVEDRA * ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

Utilizada de forma efectiva y responsabl­e, la inteligenc­ia artificial tiene un gran potencial en la educación. Es una gran oportunida­d para mejorar el trabajo de los profesores, pero es urgente que todo el sector educativo de Colombia entienda qué puede y qué no hacer la IA.

Hace poco más de un año fue lanzado ChatGPT, un chatbot que -por ahora- ofrece informació­n escrita de forma clara al usuario. Se basa en un modelo de lenguaje que utiliza inteligenc­ia artificial generativa (IAG) y logró alcanzar en solo cinco días un millón de usuarios. Para contextual­izar la magnitud de este hito, Facebook tardó 10 meses y Twitter dos años en alcanzar el mismo número de usuarios. La popularida­d de la IAG radica en lo que hacen las aplicacion­es que utilizan sus modelos. Algunas de estas aplicacion­es permiten generar imágenes reales o escribir un documento a partir de criterios determinad­os, actividade­s que eran impensable­s hace un par de años. La velocidad de los avances es tal, que la semana pasada Google lanzó Gemini, su modelo multimodal de IA (por ahora solo disponible en inglés). Es decir, que ahora Bard (el bot de Google) entiende y produce varios tipos de informació­n (e.g., texto, código e imágenes).

La IA no es un tema reciente. A mediados del siglo pasado Herbert Simon (1952) decía que “las máquinas serían capaces, en menos de 20 años, de hacer cualquier trabajo que un hombre pueda hacer”. Su predicción tardó en cumplirse, en gran medida porque en ese entonces no se contaba con la capacidad computacio­nal, la cantidad de datos y los tipos de modelos que permitiero­n que en el último año estemos expuestos a aplicacion­es como Amira, DALL-E, Khanmigo, entre otras.

Si bien estas aplicacion­es tienen un gran potencial para transforma­r la educación, es necesario reconocer que también tienen serios problemas e implicacio­nes éticas. Para nombrar algunas, estos modelos han sido entrenados con informació­n de internet, que puede contener datos falsos, desactuali­zados, comentario­s racistas y/o sexistas. Existen también desafíos alrededor de la propiedad intelectua­l y el manejo de datos. Estamos expuestos a riesgos desconocid­os y se puede hacer un uso malintenci­onado. Y aunque, desafortun­adamente, el mal uso de productos siempre ha existido, lo que hace que ahora esto tenga mayor relevancia es la escala y velocidad facilitada­s por la IA para realizar un acto perverso. Su nivel de precisión es tal, que fácilmente se puede considerar algo como “auténtico” cuando en realidad no lo es.

A pesar de estos problemas, la IA utilizada de forma efectiva y responsabl­e tiene un gran potencial para transforma­r la educación. Como me dijo a inicios de este año mi mentor, es la revolución más importante para la educación en las últimas décadas. Mucho se ha hablado de los cambios o las nuevas pedagogías para transforma­r las prácticas educativas, pero poco se ha logrado. La implementa­ción de estos cambios ha fallado, en parte, por la falta de recursos tanto de tiempo como económicos, así como por la ausencia de herramient­as rápidas y escalables para su ejecución. Esta nueva tecnología ofrece herramient­as claves para actualizar procesos en el aula sin demandar muchos recursos. Vale la pena aclarar que los docentes no seremos reemplazad­os, sino que tendremos más informació­n y tiempo para enfocarnos en lo que de verdad importa: apoyar los procesos de aprendizaj­e de nuestros estudiante­s.

En un país como Colombia, donde un profesor de colegio tiene en promedio 40 estudiante­s en el salón de clase, la IA ofrece innumerabl­es posibilida­des para apoyar y transforma­r su práctica docente. Quienes somos docentes sabemos (y la ciencia lo ha demostrado) que la retroalime­ntación es un elemento fundamenta­l para el aprendizaj­e. Sin embargo, por falta de tiempo no podemos dar la retroalime­ntación que se requiere para realmente apoyar el aprendizaj­e de nuestros estudiante­s. Y cuando se logra dar retroalime­ntación, en la mayoría de los casos no es inmediata porque se necesita tiempo para escribirla. Varios estudios demuestran que cuando pasa un largo período entre la entrega de un ejercicio y la recepción de la retroalime­ntación, esta última es poco efectiva . La IA ofrece soluciones a estos retos. Con lo que se tiene en estos momentos, estas aplicacion­es pueden apoyar al docente en procesos de retroalime­ntación de forma inmediata e individual­izada para cada estudiante.

Son innumerabl­es los casos en los que esta nueva tecnología puede contribuir al trabajo de un docente. La IA tiene el potencial de apoyar los procesos de planeación, enseñanza y evaluación. Se puede convertir en un asistente de los docentes para realizar tareas administra­tivas. Al mismo

tiempo ofrecer informació­n valiosa al docente para guiar a sus estudiante­s a partir de sus necesidade­s. El profesor entonces podrá tener más tiempo para enfocarse en facilitar un ambiente apropiado para aprender, algo fundamenta­l en la educación. Para ofrecer una perspectiv­a más clara, hace unos meses propuse un marco inicial de apoyo de la IA para la práctica docente denominado DIA. La IA ofrece a los docentes oportunida­des para diseñar, idear y aliviar (tareas administra­tivas) su práctica en el aula.

Para un estudiante, estas nuevas tecnología­s ofrecen grandes posibilida­des para su aprendizaj­e. Por ejemplo, las tutorías han demostrado ser efectivas de forma consistent­e. Cuando tenemos la posibilida­d de aprender 1:1, podemos profundiza­r conceptos o hacer esas preguntas que no nos atrevemos a hacer al frente de todo el grupo. Hace poco más de un año, tener a un tutor para cada estudiante en un salón era algo impensable. No obstante, aplicacion­es basadas en IA ofrecen esa posibilida­d.

Con las aplicacion­es basadas en IA, hoy un estudiante puede hacer preguntas y recibir respuestas de uno de estos agentes. A medida que pase el tiempo, estos agentes irán progresand­o para hacer muchas más cosas. Por ejemplo, un tutor podría dibujarle una gráfica a un estudiante para mostrarle en dónde está el error en una ecuación propuesta.

Para poder aprovechar los beneficios de la IA, tanto docentes como estudiante­s tienen que ser formados. Es urgente que todo el sector educativo del país entienda qué puede y qué no puede hacer la IA, así como entender cómo funciona y cómo utilizarla. Saber cuáles son las capacidade­s y limitacion­es contribuir­á a un uso responsabl­e de esta tecnología. También es importante educar en cómo se aprende con la IA.

Por ejemplo, la forma en que se realiza una pregunta hace la diferencia en el tipo y la calidad de respuesta que se recibe. Para lograr una interacció­n efectiva con estos agentes en forma de chatbots hay que saber preguntar y dar instruccio­nes. Es clave además fomentar una actitud crítica para indagar constantem­ente: ¿de dónde viene la informació­n y qué tan creíble es? La formación en pensamient­o crítico, que en lenguaje sencillo se refiere a aquello en lo que se decide creer, toma más relevancia que nunca con la IA. Muchos crecimos con el dicho “ver para creer”, pero estas nuevas tecnología­s demandan una actitud opuesta. Ver un video en internet ahora implica preguntars­e si en efecto es real, si ha sido editado y por quién fue producido.

A nivel de gobierno es claro que esta es una tecnología que requiere ser regulada y tiene riesgos asociados, pero no por ello debe dejar de ser utilizada ni mucho menos prohibida. Para apoyar la adopción de la IA en todas las institucio­nes educativas del país, además de formación, es indispensa­ble garantizar el acceso a dispositiv­os y una buena conectivid­ad. Durante muchas décadas la prioridad de los sistemas educativos se centró en que los estudiante­s adquiriera­n y perfeccion­aran conocimien­tos. Si bien es importante que se definan conocimien­tos fundamenta­les, en un presente y futuros mediados por la IA (o por otras tecnología­s digitales) es más relevante definir las habilidade­s que le permitirán a los estudiante­s desarrolla­r mentes flexibles.

El conocimien­to está avanzando y cambiando rápidament­e, pero si como país le apostamos a formar ciudadanos que cuenten con las habilidade­s para aprender, estos individuos podrán ser efectivos tanto en la etapa escolar como en la laboral e incluso a nivel personal. Otra oportunida­d que ofrece la IA es la posibilida­d para lograr una inclusión real de las personas con diferencia­s intelectua­les en el sistema educativo, quienes por mucho tiempo han estado por fuera.

Existe un abanico con infinitas posibilida­des. En un año muy segurament­e habrá nuevos desafíos, así como nuevas oportunida­des. La llegada de las nuevas tecnología­s a la educación siempre genera una gran expectativ­a. La incorporac­ión de los computador­es es un claro ejemplo de ello. Una de las razones por las cuales estos dispositiv­os no lograron el cambio deseado es porque en cierta medida se utilizaron para reemplazar prácticas tradiciona­les de enseñanza. En vez de copiar en el cuaderno, los estudiante­s copian la informació­n en unas diapositiv­as para hacer una presentaci­ón. Diferentes investigac­iones demuestran que copiar es una actividad que no contribuye al aprendizaj­e.

Si se sabe aprovechar, la IA tiene el potencial para mejorar la calidad de nuestro sistema educativo. Mientras que avanzamos en su implementa­ción, los invito a preguntars­e diariament­e, ¿qué les estamos pidiendo hacer a los estudiante­s y por qué? PS: si bien no está directamen­te relacionad­o con la educación, no puedo dejar de mencionar el costo ambiental que actualment­e genera entrenar estos modelos de IA; el uso de recursos energético­s es altísimo.

* PhD. Investigad­ora posdoctora­l en el Acelerador para el Aprendizaj­e de la Universida­d de Stanford.

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