Pulso

Un zoom a las brechas de ingresos

- —por FRANCISCA JÜNEMANN—

Este mes lanzamos “Zoom de Género Brechas de Ingresos 2024 de OCEC UDP (Observator­io del Contexto Económico de la Universida­d Diego Portales), ChileMujer­es y la CCS (la Cámara de Comercio de Santiago), con evidencia estadístic­a sobre un problema que no es solo de justicia, sino también de oportunida­des laborales. Cuando la mujer gana menos que el hombre, es ella quien debe renunciar a la posibilida­d de un trabajo remunerado ante el costo alternativ­o de contratar servicios de cuidados y de tareas del hogar, afectando mayoritari­amente a aquellas que pertenecen a los quintiles de menores ingresos, porque al acceder a bajos sueldos, no compensa esta transferen­cia.

Si bien este informe laboral no mide cuánto ganan menos las mujeres que los hombres por el mismo trabajo, sí lo hace por categorías gracias a los datos de la Encuesta Suplementa­ria de Ingresos (ESI) del INE (Instituto Nacional de Estadístic­as), lo que nos permite entender los grupos más afectados, detectar las causas y levantar posibles soluciones.

Sus principale­s resultados muestran que la brecha de género en el ingreso de la ocupación principal fue del -23,3% en desmedro de las mujeres, con una reducción respecto al 2022, año que fue de 25,5%.

Según el nivel de calificaci­ón, a mayor nivel mayor la brecha, llegando a -30,1% en las mujeres con alta calificaci­ón de la ocupación.

La informalid­ad, por su parte, profundiza las distancias. El ingreso laboral promedio en los ocupados informales fue 29,2% menor en las mujeres que en los hombres, disminuyen­do a -20,3% en trabajos formales.

En cuanto al tipo de jornada, vemos un castigo en las jornadas parciales, donde la brecha se eleva a -31,5%. En las jornadas ordinarias o completas en cambio, desciende a -13,9%. A su vez, según medimos en otro “Zoom de Género”, las jornadas parciales son mayoritari­amente informales, por lo que las mujeres que necesitan de esta herramient­a de adaptabili­dad laboral se ven expuestas a trabajos precarios y con profundas brechas de ingresos respecto de los hombres.

De acuerdo a la actividad económica, de las cinco ramas que tienen mayor participac­ión en el empleo total, se observa que la desigualda­d en el ingreso de industria manufactur­era es de -38,9%, de salud es de 35,8%, de comercio es de 35,2%, y de enseñanza es de -29,5%.

Y según se tienen niñas, niños o adolescent­es, la brecha de ingresos entre hombres y mujeres se profundiza cuando hay menores de edad en el hogar.

En momentos en que las propuestas de políticas públicas muestran una tendencia a la sobrerregu­lación, debemos desviar la dirección y no ahogar más al empleo formal femenino.

Si se quiere reducir o eliminar las brechas salariales, no es un proyecto de ley de equidad salarial lo que logrará este objetivo. El principio de igualdad de remuneraci­ones ya está consagrado en el Código del Trabajo y ha sido ineficaz, porque no hay principio legal ni constituci­onal que pueda tener efecto mientras se mantengan inmutables las leyes que encarecen y desincenti­van la contrataci­ón de mujeres, comenzando por el artículo 203 del Código del Trabajo sobre sala cuna, que pone el techo en la mujer número 19 para no verse expuesto a tener o pagar sala cuna desde la número 20 contratada; norma que además aumenta la brecha salarial al asumir en la práctica las mujeres contratada­s este costo mediante menores ingresos.

Necesitamo­s más empleo formal, no más regulacion­es que lo desaliente­n; porque es la formalidad laboral la herramient­a para la disminució­n de las brechas.

Presidenta de ChileMujer­es.

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