La epopeya de nuestras abuelas hacia la libertad
Pocos días antes de morir, mi abuela fue a votar. Llevaba meses enferma en cama. Sin embargo, desde que lo pudo hacer por primera vez en el 1946, solo la muerte le impediría llevar a cabo lo que durante setenta años fue para ella, más que un derecho, un honor.
Fue solo en 1946, al final de la Segunda Guerra Mundial, que las mujeres italianas pudieron acudir por primera vez a las urnas: lo hicieron con un entusiasmo, una conciencia y un respeto que marcaron a toda una generación. Engalanadas con sus mejores vestidos, pero “sin lápiz de labios” para no dejar huel las en la boleta al cerrarla, un mar de trece millones de mujeres, fueron a votar el 2 y 3 de junio de 1946. Entre ellas, mi abuela. Todas nuestras abuelas. Eran en su mayoría, mujeres pobres, porque dos conflictos bélicos además de una guerra civil abominable, habían dejado al país empobrecido y limitado la posibilidad de estudiar. Esas mujeres habían mantenido unidas a sus familias mientras los maridos estaban en el frente: rezaban, cosían agazapadas con la cabeza baja y obedecían a sus padres, hermanos y maridos, como habían aprendido desde niñas. De ellas, de esas mujeres invisibles, cuyo rol fue fundamental en nuestra historia reciente, trata la última película de Paola Cortellesi, C’e’ ancora domani, estrenado en Buenos Aires el viernes pasado bajo el título Siempre habrá un mañana. La película tiene rasgos de la célebre “commedia all’italiana” y relata hechos serios, a menudo trágicos, sin dejar de recurrir al humor. Por otro lado, el filme de Paola Cortellesi tiene un alcance épico porque describe la génesis de una nación y de una nueva humanidad que empezó a formarse en la segunda mitad de 1900. Una épica con heroínas atípicas, que actúan desde la sumisión y la mansedumbre, y sin embargo, no dejan de diseñar y construir el futuro de sus hijos, e hijas. El debut en Italia de C’e’ ancora domani, en octubre de 2023, fue un éxito rotundo. Y el lanzamiento internacional se está mostrando igualmente prometedor: película más taquillera del año en su país en 2023, casi seis millones de espectadores (superando a colosos como Barbie y Oppenheimer), Dragon Award Best International Film del Göteborg Film Festival 2024, proyección de apertura en el Festival de Cine de Roma con Premio especial del jurado y Premio del público. Los diarios la definen “la película de los récords”. Es cierto que los muchos temas abordados destapan conversaciones pendientes, desde hace años, sobre nuestras antepasadas cercanas y reforzaron debates más contemporáneos sobre la normalización de las violencias físicas y psicológicas.
Con esta película, cuya realización no fue nada fácil, Paola Cortellesi, quien ya era una conocida autora, actriz y guionista, hace su debut como directora. La idea nace del deseo de la polifacética Paola de dejar un legado a su hija, un mensaje claro de lo valioso que es nuestra libertad, una conquista por cierto reciente. Ambientada en un suburbio romano (el barrio de Testaccio), la película no es autobiográfica y se basa en historias reales escuchadas directamente por las abuelas de Cortellesi. Rodada en blanco y negro “porque así me imaginaba la acción cuando, de niña, escuchaba los relatos de estas historias’’, C’e’ ancora domani parte de la vida cotidiana del personaje clave del film, Delia, víctima inconsciente de su rol de madre, esposa y nuera, con un marido violento e ignorante que no pierde ocasión para humillarla, además de golpearla. Alrededor de Delia, un torbellino de historias paralelas, insinuadas con sabias pinceladas, transmitida con realismo y un hilo de ironía que, además de ser la firma estilística de Cortellesi, recuerda la forma de contar típica de los suburbios de Roma, un punto de vista que sabe burlarse de la realidad, afortunada o adversa.