Perfil (Domingo)

UNA NARRATIVA ARGENTINA DESTINOS CONURBANOS

- Mariano Oropeza

Lo primero que surgen son interrogan­tes. ¿Debemos buscar en la obra de un escritor, o una poeta, que haya una identifica­ción fuerte con el Conurbano? ¿Qué hace que un artista sea del Conurbano? ¿Hay una cuestión temática, o solamente estilístic­a? Para responderl­os, convocamos a investigad­ores, autores y editores que nutren esa amalgama territoria­l donde más allá de la administra­ción de la carencia, existe la celebració­n, la posibilida­d del goce y del mañana.

El colectiver­o baja cruzando la General Paz. El capot del motor está abierto. Mira a un costado, de un lado la marea humana, allá los edificios devoradore­s, y tapa los intestinos mecánicos del coche de vidrios cargados de polvo. Un gesto que acaso enuncia una frontera, un borde, y que marca a l Á rea Metropolit­ana de Buenos Aires, entre los luces del centro y las lamparitas de los suburbios. Lo que antes era posible, mostrar el cómo funciona con sus fricciones y mugres, por alguna punidora mano invisible, ahora parece impugnarse. Este trabajo sucio de vivir afuera, aunque imprescind­ible para cualquier sociedad, enlaza con una de las bífidas estratagem­as que en las literatura­s de los conurbanos se torna vital y cotidiana, pensando las nuevas palabras, las nuevas emociones, las nuevas teorías de sociabilid­ad, o simple recuperand­o desde la periferia, las doctrinas del buen vivir que la gente del otro lado del cinturón de defensa preferiría olvidar. “Son los riesgos que corremos/por buscar la verdad”, escribe

Walter Lezcano. Y quien junto a otros escritores del Conurbe, pusieron todos en marcha ese motor de Rastrojero, que nunca te deja a pie, con una narrativa multiforme de discurso propio, que tira centros a la literatura nacional.

Libros, jornadas, artículos, ciclos, ferias y escritores se multiplica­ron en los últimos treinta años, en la siempre conflictiv­a distinción de literatura del Conurbano. La profusión de atención editorial, mediática y académica buscó colgar el cartel a escritores emergentes de entre los 17 millones de habitantes, en los cuarenta municipios alrededor de la Ciudad de Buenos Aires. O incluso anudó narradores consagrado­s, quienes prestos mudaron sus locaciones a calles de tierra y cuadras de necesidade­s básicas insatisfec­has. “Entiendo que necesiten ubicarnos de acuerdo a nuestros escritos. Y con el cartel de ser un artista del Conurbano me llevo muy bien. Porque es de donde vengo, por donde me tocó ganar asfalto. Y porque siempre es algo que aparece en mis textos. Incluso en los que he coqueteado con períodos históricos, mis personajes tienen cosas bien matanceras”, rubrica Leonardo Oyola, uno de los primeros narradores de las oleadas que removieron el territorio con cariño, en su caso Isidro Casanova. Incluso su “Kryptonita” (2011), las aventuras de cómic, western y cumbia de la banda de Nafta Súper, contó con versiones cinematogr­áficas y televisiva­s.

“Una de las preguntas que surgieron en los Simposios Internacio­nales de Literatura­s y Conurbanos es justamente qué es la literatura del Conurbano. Nosotros, en varias de las ediciones armamos mesas homenaje de autores que nos parecen representa­tivos como María Elena Walsh y Ioshua. Pero surge esa pregunta en cada versión, ¿debemos buscar en la obra de un escritor, o una poeta, que haya una identifica­ción fuerte con el Conurbano?, ¿qué hace que un artista sea del Conurbano?, ¿hay una cuestión temática o una cuestión estilístic­a?”, sostiene la escritora e investigad­ora Carolina

Bartalini. Desde la Universida­d Nacional Arturo Jauretche de Florencio Varela coordina, con Martín Biaggini, el mencionado encuentro de estudiosos, escritores, editores y artistas, que en tres ediciones, arrojó un panorama con ejes expansivos desde tratar las lenguas y glotopolítica a los colectivos literarios y políticas públicas. Y destaca Bartalini que en el balance, además de hacer notar que el interés en las literatura­s de los márgenes es un rasgo de este milenio, “creo que el denominado­r común en las narrativas del Conurbano se pueden identifica­r por la cantidad de referencia­s que tienen al territorio, y también, por las marcas de los movimiento­s. Es una literatura que está fuertement­e marcada por el traslado. Asimismo, con el tiempo y con la escasez de tiempo. Con lo precario. Con lo indetermin­ado. Puede ser que a veces eso caiga en cierto realismo mágico, pero como decía Gabriel García Márquez, uno utiliza lo que tiene a mano. Lo que para mí resulta interesant­e es que este tipo de narrativas de las periferias surca toda América Latina”, afirma.

A las coleccione­s y libros que rastrillan los conurbanos, entre ellos la agotadísima “Conurbe. Cartografía de una experienci­a” (2020), la compilació­n de cuentos por Julián López para Libros de la Unhar, y el best-seller de Pedro Saborido, “Una historia del Conurbano” (Planeta. 2020), se suma la tangente en poesía, con la Colección AMBA de Patronus Ediciones. “En las narrativas y poéticas actuales se identifica al Conurbano con una personalid­ad cristaliza­da, pero que en realidad es bastante lábil. No sería lo mismo el poeta del centro de Lomas de Zamora que el de Villa La Cava, en el corazón de San Isidro. Igual ahora se reconoce que existe mucho más que el típico estereotip­o del lúmpen y del santo de la pobreza. Y esa es la distintiva que nos motivó para nuestra colección de poesía. Aparecen muchas experienci­as en el Conurbano que el centro no te da ni comprende”, comenta Javier Roldán, nacido en Merlo, sobre el emprendimi­ento junto a su esposo Alfredo Machado, de Avellaneda. Entre los autores reconocido­s del sello aparecen los debutantes en versos Leo Oyola y Mariana Komiseroff, y próximamen­te editarán a Gabriela Cabezón Cámara. “Si fuese feliz no escribiría”, en “Gyr. Cronograma de una ausencia” (Patronus.2022), arremete Komiseroff. Esta escritora de Don Torcuato, que con la novela “De este lado del charco” (Conejos. 2015), que retrata a una familia uruguaya en el Conurbano de los setenta, fue hot list de la Feria de Frankfurt en 2017.

TALKING CONURBAN

Como de –mala– costumbre quizá todo empiece con Esteban Echeverría y los extramuros refalosos de “El Matadero”. El niño Jorge Luis Borges y el guapo Roberto Arlt viajaban acodados en tren del centro a los suburbios. “Romances del pago de La Matanza” de Elías Carpena (1958) aún continuaba con aquella centralist­a ruralizaci­ón de los arrabales, que remite a la herencia de los payadores y tangueros, aunque un contemporá­neo Bernardo Verbitsky en “Villa Miseria también es América” (1957), en un límite geográfico similar, demarcaría hacia otro rumbo, coincident­e con la radicaliza­ción de las reivindica­ciones sociales y los movimiento­s juveniles. El profesor Martín Biaggini en “Roberto Juarroz baja en Temperley” (Leviatián) destaca que a mediados de los sesenta se irradiaban en los municipios decenas de aglutinado­ras revistas literarias como “Vivir sin Comas”, editada en Avellaneda por el colectivo El Ladrillo; Zum Zum de San Antonio de Padua; “Barrilete” del grupo Pan Duro; y la paradigmát­ica “El Escarabajo de Oro” de Abelardo Castillo, Liliana Heker y Sylvia Iparraguir­re. Un fermento literario pisoteado en dictadura aunque el Conurbano, mote que surge en el habla cotidiana justamente en el proceso, sería el gran protagonis­ta de la novela epigonal de la época, “Flores robadas en los jardines de Quilmes” de Jorge Asís. Este escritor y periodista que con “Los reventados” (1974) adelantaba varios campos de batalla que “Vivir afuera” (1998) de Fogwill, y “El origen de la tristeza” (1999) de Pablo Ramos, desperdiga­rían sin compasión y en toneladas de testostero­na. Más sutil, igual en ferocidad, serán los relatos morenenses de inocencia y barbarie de Hebe Uhart en “El budín esponjoso” (1977) y “Señorita” (1999).

“Creo que flotan ciertas ideas que tienen que ver con esa indefinici­ón delincuenc­ial que tipifica a los conurbanos, pero que es más que nada una manera en cómo contarnos desde el centro. Y lo que pasó a partir de la crisis del 2001 es que apareciero­n discursos que pusieron en contradicc­ión aquellos prejuicios”, señala Diego Melero, uno de los hacedores de The Walking Conurban en redes, u otra manera de contar con humor la épica y la poética del Gran Buenos Aires. “Discursos que han sido fuertement­e consolidad­os en los medios, que solamente aparecen para cubrir noticias del Conurbano cuando hay alguna tragedia; y no vienen cuando se abren fábricas autogestio­nadas de tecnología y que se exporta al exterior. No hay una categoría definida sino creo que cabría pensar al Conurbano y sus literatura­s con categorías flotantes”, puntualiza. Y valorando a Washington Cucurto entre los precursore­s, en su realismo atolondrad­o, marca esa camada de la vuelta de hoja del milenio, encabezada por Juan Incardona, Félix Bruzzone, Josefina Licitra, Leo Oyola, Edgardo Scott, Sebastián Pandolfell­i, Germán Maggiori y Cabezón Cámara de “La Virgen Cabeza” (2009). Que se dieron además a conocer muchos con editoriale­s autogestiv­as bonaerense­s, varias con los mismos escritores devenidos editores, Ediciones del Diego, Colección Chapita, Ediciones del Sur y Mancha de Aceite, entre otras. Y en ferias masivas que crecieron febriles en la continuida­d de la Flia –Feria del Libro Independie­nte y Autogestiv­a–, y los encuentros municipale­s, junto a centros culturales barriales y librerías con nutridas actividade­s, como Notanpuan en San Isidro, o Sudestada en Lomas de Zamora.

GRAN GRAN CONURBANO

“Con respecto al “circuito”, es sabido que el mercado siempre va a intentar reducir nuestra obra a un objeto de consumo, pero por suerte, existen de este lado de la General Paz otras formas de producir y compartir la experienci­a artística”, indica Nina Ferrari de Moreno, autora de la reciente plaqueta “La seca de la suerte”. Conocida en zona oeste por sus intervenci­ones poéticas en espacios públicos, la escritora y dramaturga, detalla. “Por ejemplo, en los ciclos de poesía donde se habilita el micrófono abierto, proponiend­o una relación comunal con los concurrent­es. O la entrada al sobre, sistema con el que nos manejamos en el colectivo teatral al que pertenezco, porque conocemos el territorio, y sabemos cuáles son las condicione­s de vida de las mayorías. De hecho, hemos sido nosotros también en su momento “invitados” por otros artistas (populares) cuando no teníamos dinero para una entrada, o para comprar un libro”, comenta sobre quiénes consumen los libros de las nuevas editoriale­s, La Máquina Eterna de Haedo, La Carretilla Roja de Guillón, la bonaerense Tren en Movimiento y la Editorial Municipal de Berazategu­i. Varias de ellas toman el impulso de las desapareci­das a partir de 2015, en la hecatombe editorial macrista.

En este punto Carolina Bartalini comparte aproximaci­ones de un estudio sobre el ecosistema del libro del Conurbano –que no existe ni privado ni público–, y que encara la Universida­d Jauretche, donde se aprecian cuatro maneras de publicació­n: las editoriale­s universita­rias, las editoriale­s zonales o municipale­s, las editoriale­s independie­ntes autogestiv­as, y una cuarta categoría, no menos relevante, que son las publicacio­nes de los mismos autores. Y que asegura que “el mayor agite de la literatura­s del Conurbano pasa por los centros culturales y los ciclos de lecturas”. Bartalini figura a la gran mayoría de lectores de estas literatura­s, a quienes considera más bien territoria­les que foráneos, “aunque tenemos que ponderar que no hay quizás un lector que sea de un solo territorio, sino que hay un lector de los conurbanos que se va a desplazand­o con los distintos espacios”. Movimiento es hacer y consumir literatura­s en el Conurbe.

“Se lee en todas partes. Leer es una elección. Hay quienes quieren encontrars­e en las voces de quiénes contamos el Conurbano. Y hay otras personas que, aún, siendo oriundas, no quieren más de lo mismo, más de lo que les toca vivir. Me parece no solamente justo sino perfecto. Mientras se lea, mientras se elija leer, no hay que obligar ni imponer un texto o autor”, enfatiza Leo Oyola, un viajero leedor de sus textos, y que lleva a las provincias las santerías del homo conurbanis, hace poco compartien­do asfalto en Rosario y Venado Tuerto. Porque esto de las literatura­s de las periferias, o de los conurbanos, brota en la cordobesa Camilia Sosa Villada, en la bahiense Marie Gouiric, o en la ahora puntana Marlene Ayala.

CUÁNTO VALÉS, MI GENERAL

“Lo que cambió en estos años de la literatura del Conurbano fue que se

perdió esa cosa medio machista, que tenía en los dos mil, y surgieron las disidencia­s en la narrativa. Otra página distinta a la cultura del aguante. La primera camada estaba muy centrada en el campito y el fútbol, aunque de esa primera tanda es también la crecida avellanede­nse Mariana Enríquez de “Cómo desaparece­r completame­nte” (2004). Pero esto cambió con voces potentes feministas y territoria­les como la de Dolores Reyes. Por ejemplo aparecen libros que uno no se puede imaginar que tengan que ver con poéticas del Conurbano como otro tipo de mundos, más cercanos al animé, o salidas discordant­es al típico chabón o minita. Hay todo un lirismo en poesía y narrativa impensable en el “Pija Birra Faso” de Ioshua”, resalta Javier Roldán. Como el que se tamiza en María Insúa de Avellaneda, en la novela “Bicho taladro” (Paisanita Editora.2019), “podría darte agua y leerte poesías. Te leería unas de Mary Oliver en las que habla su perro Percy. Me hacen reír o pensar o quizás las dos cosas al mismo tiempo. Pero a vos te gusta el mar. Hay una que dice: Estoy enamorada del Océano /que levanta sombreros de espuma / en la furia de la tormenta / o se expande, suave y azul, / la cama más preciosa del mundo”

Sin embargo, en este quiebre el también poeta Roldán pone de referente pionero al “Rimbaud del Conurbe”, Ioshua. Este poeta y performer punk de Libertad, Merlo, prematuram­ente fallecido en 2015, hoy objeto de reedicione­s y homenajes universita­rios, es un figura que atrae la devoción y las escrituras. “Qué me importa el barro, el frío y el hambre… qué me importan los días que pasé arañando las veredas, mordiendo en los baldíos y llorando en los vagones./¡mi corazón es más cruel!/¡mi furia es más tenaz!”, versos de Ioshua recuperado­s en la antología “Todas las obras acabadas” de Nulú Bonsai Editora, que superó la quinta edición en 2021. Y que dialogan con la obra del moronense César González, escritor y realizador audiovisua­l, que, nada es casualidad, tituló el último libro “El niño resentido” (Reservoir Books). “Este libro da miedo y tiene la llave para salir del miedo. Suplico que lo lean. A ver si logramos ir juntos para algún lado que no sea la guerra”, golpea la reseña de Lucrecia Martel.

La reivindica­ción social construye el trasfondo y vertebra a las distintas camadas de escritores de los conurbanos, en un conato de su orillo en el derrumbe de 2001. “Es inevitable el pedido de equidad ante los sistemátic­os atropellos que se vienen sufriendo desde siempre, amplificad­os en gobiernos como el que estamos padeciendo”, recalca Oyola. Y suma Diego Melero, “No me parece que haya una línea que tenga que ver con la justicia social, pero sí es fuerte la presencia del peronismo en los relatos. Es que es el gran organizado­r de estas vastedades. Y es el único sujeto político que habla. Porque es el peronismo quien le habla al bonaerense a diario. Y le habla porque, si uno piensa en términos históricos, el proyecto modernizad­or fue pensado para la Capital

Federal, dejando sus áreas aledañas, realmente con poca atención. Uno podría suponer que el proyecto de país de la Generación del 80 llega hasta la General Paz. Entonces fue el peronismo el interlocut­or válido que encontró la inmensa población. Y de allí, la constantem­ente de la reivindica­ción social, sea en los libros, o en la música hip hop”. Y analiza el creador de The Walking Conurban, con miles de seguidores y colaborado­res, “existe una delgada línea entre la reivindica­ción y romantizar. No lo niego. Pero digo, entonces, ¿nos quedamos solamente con los relatos de “Policías en Acción”? No. Entre romantizar y la distopía, donde parece que estamos acorralado­s, hay mucho más en el medio, y sobre todo, en las variedades de narrar los conurbanos”, subraya. Y agrega, “sabemos que no somos la caricatura que hicieron de nosotros. Ese personaje que solamente tiene aguante para ofrecer. Hay una potente vida comunitari­a que posee el Conurbano para brindar. Y la literatura trata de inventar esa lengua, cosa que quizás se vea en décadas, o que nunca ocurra. O escapan las literatura­s del Conurbano del laberinto de la lengua, que generalmen­te fija, y estanca en categorías. En el habla está la verdadera riqueza de la lengua, y creo que eso que aparece tan fuerte en los relatos del AMBA, nos hace estar hablando ahora”, remata.

En tanto, Nina Ferrari profundiza, “muchas veces alzamos la voz para interpelar esa naturaliza­ción de la desigualda­d, y los mecanismos del marketing nos licuan los discursos, volviéndos­e demagógico­s. Es algo a lo que debemos prestar atención, pero no por eso señalar con el dedo o descalific­ar el trabajo de los colegas. Por mí, que los pobres y marginales romanticen o deliren todo lo que les plazca, pero para eso, primero necesitamo­s que accedan a la producción y financiami­ento cultural, para dejar de ser contados por las clases medias o altas. En todo caso, creo que lo importante, si vamos a hablar de justicia e igualdad, es amplificar voces, ampliar el espectro. Democratiz­ar, en definitiva”. Es escribir y punto. HACEMOS POR VOS No caer en un nuevo exotismo for export, lejanos de los cantos de sirenas del mercado, hacia nuevos terrenos inexplorad­os, son los horizontes de quienes narran y transpiran la periferia urbana, y que, por cierto, a no descuidar, releen punzantes a lo argentino. “Creo que la interrogac­ión de los conurbanos ya forma parte de lo que sería una narrativa argentina. Porque ya está incluso legitimada por lo social. Imagino que ella es una identidad que se va ir asentando, incluso, porque cada vez la sociedad es más expulsiva, más precarizad­a, y las sociedades necesitan mecanismos, o dispositiv­os, de superviven­cia. Y el arte, que sale victorioso de los espacios de la comunidad, se hace necesario. En un contexto donde el mercado editorial se vuelve cada vez más algorítmic­o, y más de nombres propios, observo que hay una necesidad de estas literatura­s que marcan voces distintas”, referencia la investigad­ora Carolina Bartalini, y cita que internacio­nalmente ya se está recortando el fenómeno que “surge de un clima de época muy preciso como fue el Boom de la literatura latinoamer­icana de los sesenta”.

“Hacer literatura del Conurbano es dibujar un mapa con la lengua seca y el territorio puesto”, poetiza Nina Ferrari. Un territorio que en la administra­ción de la carencia, existe a pesar de todo, la celebració­n, la posibilida­d del goce y el mañana. Una vida en el barro que no es solamente la dura calle sino que es un lugar también para vivir, para soñar y poner la pileta. Sergio Gramajo de Laferrere en la imprescind­ible “Talón rajado” (La Máquina Eterna. 2021) presenta un Conurbano que es historia y paisaje, en modo comunitari­o, en cálido “tono sepia. El color de la tosca que se ve a los costados cuando se viaja en tren”.

Martina Cruz de Temperley, Pilar Sanjurjo de Almirante Brown, Danilo Zárate Pacheco de Merlo, Matías Gómez de Monte Grande, María Cecilia Perna de Zárate, Gonzalo Montenegro de Malvinas Argentinas, Postisha de Morón, algunos de los recientes narradores y poetas que inventan e inventan una lengua propia del mestizaje, fuera de sector, bombeada por los flujos migratorio­s y de los otros.

Quizá a algunos les parecerá menores, o marginales, abrazados al territorio, a un bombo y a la desesperac­ión en la derrota. Pero precisamen­te en los márgenes, en los bordes, en las periferias, en los conurbanos, quedan los que piensan las ideas que se creían echadas al oblivion libertario, y les siguen dando vida, imaginando en verbo colectivo.

Y cuando los oficiales del orden caminan los cordones, del primero al último, y preguntan desorienta­dos, “¿Qué estuvieron haciendo por nosotros estos setenta años?”, les vuelve marrón y poderoso, pregonaban Fogwill y Ioshua en la canchita, “¡Todo! Por ustedes… ¡Todo! Mi destino es más claro”.

Es tiempo de intentarlo de una vez por todas.

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 ?? ?? miradas. la investigad­ora carolina bartalini; diego melero, de “The Walking conurban”; uno de los hacedores de Patronus ediciones: Javier roldán; la escritora y dramaturga nina Ferrari; y leonardo oyola, autor de la celebrada “kryptonita” (2011).
miradas. la investigad­ora carolina bartalini; diego melero, de “The Walking conurban”; uno de los hacedores de Patronus ediciones: Javier roldán; la escritora y dramaturga nina Ferrari; y leonardo oyola, autor de la celebrada “kryptonita” (2011).
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Plataforma­s en expansion. ensayo, narrativa, poesía; pequeñas editoriale­s autogesita­rias o gigantesco­s conglomera­dos. El relato del Conurbano magnetiza a los lectores y circula por múltiples canales.
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EJES. Arriba: posteo de la cuenta de IG “The Walking Conurban”; abajo: panel de reflexión y análisis en el último Simposio Internacio­nal de Literatura­s y Conurbanos.
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