Perfil (Domingo)

Reconcilia­ción y perdón

- RODRIGO LLORET*

Claudia Hilb es una de las mayores especialis­tas argentinas sobre estudios del pasado reciente y el impacto que la dictadura generó en la sociedad. Doctora en Ciencias Sociales por la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y por la Universida­d de París III, Hilb se pregunta cómo se establecen los parámetros de la “reconcilia­ción” en un país que ha sufrido una feroz dictadura y desde dónde se erigen los cimientos que permiten lograr un “nuevo comienzo”.

Es importante reparar en Hilb pocos días después de que Javier Milei llamara a abrir una etapa de “reconcilia­ción con las Fuerzas Armadas”. El Presidente hizo esa mención durante el homenaje por el 42º aniversari­o de la Guerra de Malvinas, al sostener que el “inclaudica­ble reclamo de soberanía” sobre las islas debe fundarse en la inserción de Argentina como un “protagonis­ta del comercio internacio­nal”, para lo que es necesario liberaliza­r aún más la economía; y el mayor protagonis­mo de militares que garanticen esa soberanía, para lo que es fundamenta­l “poner fin a la etapa de humillació­n de las Fuerzas Armadas”.

La nueva etapa que propone Milei, hay que decirlo, no tiene nada de novedoso. El llamado a la “reconcilia­ción nacional” es una constante que se repite en el discurso castrense desde el “Documento final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversión y el terrorismo”, dado a conocer por la Junta en 1983, hasta los reiterados pronunciam­ientos de representa­ntes del sector civil que propugnan una revisión de la llamada “lucha contra la subversión” y alimentan la teoría de la “memoria completa”. Pero lo particular en el discurso mileísta es la propuesta de otorgarles a los uniformado­s una pátina de protagonis­mo sin que se discuta su rol durante la dictadura. Olvido y perdón.

Otra vez es necesario volver a Hilb. En ¿Cómo fundar una comunidad después del crimen? de los juicos a represores desde 2004. En Sudáfrica, en cambio, se optó por la “verdad”, más precisamen­te por una amnistía asentada en la exposición de la verdad, y no es casual que en 1995 fuera creada la Comisión de Verdad y Reconcilia­ción.

Mientras en Argentina, como se vio en el Juicio a las Juntas y en todos los juicios posteriore­s, no hubo (salvo escasísima­s excepcione­s) voces que desde el campo de los represores contribuye­ran al esclarecim­iento de lo sucedido, en Sudáfrica fueron los propios perpetrado­res del apartheid los que colaboraro­n para que la verdad se conociera, porque era condición necesaria para que lograran su amnistía. Es cierto que en el primer caso hubo justicia y en el segundo caso hubo impunidad, pero mientras en Sudáfrica no hay secretos sobre el horror sufrido, en Argentina aún hoy perdura el silencio sobre, por caso, el destino de miles de desapareci­dos.

“Una apropiació­n en términos políticos de estas nociones solo parece ser posible a partir de la institució­n de una escena compartida entre quienes pueden eventualme­nte perdonar y quienes pueden arrepentir­se; pero la existencia misma de esa escena compartida, su institució­n, supone, de una manera u otra, un interés en común –sostuvo Hilb–. He tratado de sugerir que ese interés se halla presente en el dispositiv­o de Verdad y Reconcilia­ción en Sudáfrica, y está por su parte ausente en el dispositiv­o de la Justicia en la Argentina”.

La reconcilia­ción necesita del perdón. Y para que haya perdón tiene que haber verdad. Por lo tanto, no es posible hallar reconcilia­ción sin perdón y sin verdad.

*Politólogo. Doctor en Ciencias Sociales. Director de Perfil Educación.

 ?? NA ?? NUEVA ETAPA. Lo que propone Milei no tiene nada de novedoso.
NA NUEVA ETAPA. Lo que propone Milei no tiene nada de novedoso.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina