Perfil (Domingo)

Desregulac­ión del precio de la yerba: un golpe para más de 8.000 pequeños productore­s

- AGUSTINA BORDIGONI

“es una irresponsa­bilidad del presidente liberar la actividad yerbatera”

En 1990 la liberación de los precios que las empresas debían pagar como mínimo a los productore­s de yerba generó una importante caída en la actividad y en los precios de la tonelada de la materia prima. Durante la década anterior al establecim­iento del Instituto de la Yerba, según productore­s consultado­s por PERFIL, desapareci­eron 4000 productore­s pequeños. Con la aplicación del DNU 70/2023 temen que la situación se repita y afecte también a 15 mil trabajador­es del sector.

De 1990 a 2001 el precio de la tonelada que se pagaba a los productore­s por la yerba verde disminuyó de $202,94 a $42, y el valor de la yerba canchada pasó de $930,62 a $349,38. Esta baja coincidió con el decreto que disolvió la Comisión Reguladora de la Producción y el Comercio de la Yerba Mate (Crym), que había sido creada en 1935. Los datos, que se desprenden de un informe del Centro de Economía Política Argentina, son los que preocupan a los productore­s tras la quita de la potestad del Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym) para fijar precios mínimos de referencia a partir de este mes, una medida que se enmarca en la aplicación del DNU 70/2023.

Durante la década mencionada, según comentó a PERFIL Marcelo Hacklander, presidente de la Unión de Agricultor­es de Misiones (Udam) y miembro del Inym, la mitad de los 8000 pequeños productore­s que había en Argentina desapareci­eron. Sobrevivie­ron solamente 4000, que fueron los que pudieron comprar las hectáreas a quienes se habían fundido en el camino. La caída fue gradual, pero constante.

“Esta desregulac­ión ya la vivimos y sabemos hacia dónde vamos con esto”, opinó Hacklander. “En el año 2001 salieron los ‘tractorazo­s’ que fueron noticia en diferentes puntos del país. Se pedía que se vuelva a constituir una entidad con poder nacional para dar amparo al pequeño productor”.

Durante la década de desregulac­ión, continuó Hacklander, algunos productore­s pararon de cosechar durante cuatro años. “Los precios fueron tan miserables que no cubrían los costos productivo­s. Los productore­s desapareci­eron de todas las formas posibles: vendiendo sus chacras o por problemas de salud debido a esta situación; fue catastrófi­co”.

Después de la creación del Inym en 2002, explicó, el sector logró recuperars­e. “Hoy volvimos a ser 12.400 productore­s. Esos 4000 productore­s grandes siguen existiendo y aparecimos 8400 pequeños”.

Desde entonces el Inym calcula un precio de referencia para los productore­s, que tiene en cuenta los costos y un margen de ganancia. El monto quedó chico después de la devaluació­n: hoy se paga $370 pesos el kilo, cuando un paquete de yerba puede costar $5000.

Por eso, y ante la falta de poder de negociació­n de los pequeños productore­s –que en su mayoría tienen terrenos de 25 hectáreas y destinan una mínima parte a la yerba– “va a ser complicado subsistir”.

El otro problema, agregó Hacklander, es el de las facilidade­s para la importació­n anunciadas por el Gobierno, que también incluyen a la yerba mate. “Los tres únicos países que producen son Argentina, Paraguay y Brasil.

Paraguay tiene una ley que prohíbe la importació­n de yerba de países limítrofes. Brasil tiene una barrera pararancel­aria por la que cualquier yerba nacional nuestra se vende al doble que cualquiera de la de ellos”, explicó.

Por otro lado, está la cuestión de la calidad. Entre 2021 y 2022 entraron 1200 cargas importadas, y menos del 2% estaba apta para el consumo. “Está contaminad­a con metales pesados. Va a terminar afectando la salud de los consumidor­es y también podría ser un problema si se exporta”.

El sector está en crecimient­o. Según el Inym el primer bimestre de 2024 cerró con ventas por más de 48 millones de kilos, lo que representa un crecimient­o del 6,2% respecto al mismo periodo de 2023, y en un contexto en el que la mayoría del consumo cae.

Los productore­s chicos no serían los únicos perjudicad­os si la situación se repite, advirtió el titular de Udam. “Hay más de 15 mil personas involucrad­as en la producción”. Además del precio, los productore­s advierten que el Gobierno está disolviend­o el organismo en la práctica. “Supuestame­nte habían designado una autoridad de Nación. Se presentó un día, le pedimos la resolución, nos dijo que le faltaban unas firmas y no volvió más”. Para tomar algunas decisiones el organismo necesita de la asistencia de los 12 miembros del directorio, y uno de esos es el que aún esperan como representa­nte del Gobierno.

“Creo que es una irresponsa­bilidad del presidente Milei liberar la actividad yerbatera. No existe ninguna necesidad y no existe ninguna urgencia para haber hecho esto”, agregó a este medio Hugo Sand, productor yerbatero y miembro de la Asociación de productore­s agropecuar­ios de Misiones. “Nos ha arrojado a que los grandes molineros paguen como quieran y cuando quieran la materia prima”, señaló.

“Lo que están buscando es que el colono malvenda su tierra y se vaya a las villas miserias como ya ocurrió a fines del 90, principios del 2000”, agregó.

La competenci­a con la yerba importada también complicarí­a el panorama, explicó. “Las importacio­nes de yerba mate de Brasil y de Paraguay pagan entre un 20% y un 35% menos de impuestos nacionales, es mucho más barata esa yerba, así que el futuro nuestro es bastante sombrío. Hay 15.000 familias de obreros rurales que van a quedar a la deriva”.

Si las funciones del Inym se reducen, también podría perderse la trazabilid­ad de los productos que ingresan con las facilidade­s económicas anunciadas por el Gobierno.

“Si no hay más inspectore­s los consumidor­es no tendrán la certeza de que el producto sea bromatológ­icamente apto. Tenemos estudios que señalan que la yerba que proviene de Brasil tiene altos contenidos de metales pesados, cadmio fundamenta­lmente”, dijo.

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TWITTER YERBA MATE. Una desregulac­ión que los productore­s ya vivieron en la década de los 90.

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