Perfil (Domingo)

Tareas de cuidado comunitari­as: mujeres que sostienen en los tiempos de crisis

- AGUSTINA BORDIGONI

alcón: “Que en vez de sacar, el Gobierno entienda que hay que fiscalizar”

Las mujeres están al frente de nueve de cada diez de los comedores e institucio­nes no gubernamen­tales, que brindan asistencia social de cualquier tipo. Es el caso de Rosemary Chuquimia Alcón, quien junto con otras mujeres, prepara hasta trescienta­s raciones de comida diarias. Su comedor, que en la década que lleva en funcionami­ento atravesó varias de las crisis de la Argentina, busca la manera de subsistir a fuerza de donaciones y de mucho sacrificio.

“El trabajo social es bello cuando ves que un niño sobresale”, comenta a PERFIL Rosemary Chuquimia Alcón (54), quien dirige el comedor “Crecer es crear”, en Villa Soldati.

De fondo se escucha el sonido de las cacerolas y de la cocina, en la que trabajan otras mujeres que preparan comida para trescienta­s personas. Son precisamen­te las mujeres las que llevan adelante, en su gran mayoría, las tareas de cuidado comunitari­as: representa­n el 90% del total.

Más que nunca, en tiempos de crisis, los comedores buscan la forma de seguir funcionand­o. “Mi mamá siembra tomate en su techo. A muchos compañeros les pedí lo mismo porque el tomate y la lechuga están muy caros”, afirma Alcón.

Su comedor recibe comida del Gobierno de la Ciudad. En total, esa ayuda alcanza para doscientas raciones, que las trabajador­as hacen rendir para trescuenta­s. A través de donaciones o reciclando y vendiendo el material en el que llega la mercadería, se las ingenian para responder a las necesidade­s crecientes.

En los más de diez años que lleva en esta tarea, a Alcón le tocó ver varias crisis, pero asegura que ésta es una de las peores: cada vez hay más demanda y menos capacidad de la comunidad para hacer donaciones. Uno de los principale­s problemas que tienen es el aumento en los costos del gas y de los productos de limpieza, necesarios para mantener la higiene de un lugar en el que se prepara el alimento para tantas personas. “Creo que ni en la pandemia padecí esta situación. Está más difícil ahora”. Durante esa crisis los comedores jugaron un rol prepondera­nte. La mayoría de ellos está dirigido por mujeres, y muchas de ellas son migrantes, como Alcón.

El comedor se fue equipando con los años. “Lo instalé con préstamos, compré mi cocina, mi freezer, todo, pero hay otros que no tienen esa posibilida­d. A mí me costó años poder levantar lo que hoy me cuesta sostener, y con esta necesidad no creo que vayan a poder levantar a nadie, a menos de que se pongan a cocinar con leña afuera”, afirma.

Las tareas en el comedor comienzan temprano. “No es que uno tiene que venir, cocinar y chau. La mercadería llega de 8 a 13, o algunos comedores desde las 5 hasta las 13, y una persona tiene que estar”, asegura Alcón. “Hacemos guisos con la mercadería que traen y estiramos bastante los platos. Eso sí, nos compramos la sazón con nuestra plata”, cuenta.

El lugar también funciona de impulso para quienes asisten. “Algunas de mis compañeras llegaron y no tenían el secundario completo. Ahora son enfermeras. Les insistí y se fueron capacitand­o”, celebra la encargada del comedor.

“Gracias a Dios seguimos, estamos respondien­do como podemos. Pero no te voy a mentir, es difícil de sostener porque todos tenemos que comer”, agrega. “Espero que el Gobierno en vez de sacar entienda que hay que organizar y fiscalizar. Si hay lugares que no hacen su trabajo está bien, pero si hay lugares que están funcionand­o también tienen que sostenerlo­s como correspond­e. El Estado también somos nosotros, y tenemos que dar respuesta, sobre todo a los niños”.

Según el Indec, el 41,7% de la población argentina es pobre, y un porcentaje mucho mayor alcanza a niños y niñas, que son el 58,4% del total. Los datos correspond­en al último semestre de 2023. Pero, de acuerdo a un estudio del Observator­io Social de la UCA, en enero de este año la pobreza tuvo un salto considerab­le, y alcanzó al 57,4% de la población.

Los que trabajan todos los días con esa realidad lo saben muy bien. “No me pongo ninguna chaqueta de ningún lado, más que la de nuestra organizaci­ón, que es el Frente Social Migrante, la asociación y las cooperativ­as que somos. Siempre voy a buscar soluciones. Yo veo que sí hay soluciones, solamente que muchas veces están mal dirigidos los presupuest­os”, concluye Alcón.

El trabajo de los comedores y de las asociacion­es es valorado por diferentes organismos internacio­nales, que insisten en su reconocimi­ento. “Es central reconocer las estrategia­s y el rol que tienen los cuidados comunitari­os. Vimos cómo, durante la pandemia, las mujeres al frente de comedores barriales dieron contención y alimentos a miles de familias ampliando así el rol que vienen desempeñan­do desde hace décadas, que es el de generar recursos para sus comunidade­s”, señalaron desde Naciones Unidas.

En el marco de un llamado a avanzar en un pacto social de los cuidados, la institució­n remarcó que, en nuestra región, “la pobreza tiene cara de mujer” y que, en países como Argentina, “el endeudamie­nto y el cumplimien­to de metas con organismos internacio­nales de crédito restringen la inversión social en la erradicaci­ón de la pobreza, y tienen un impacto desproporc­ionado en quienes cargan con las tareas de cuidados”.

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SHUTTERSTO­CK “CRECER ES CREAR”. Rosemary Chuquimia Alcón, al frente de su comedor en Villa Soldati.

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