Una crisis de deuda “silenciosa” está “hundiendo” a países como la Argentina
Algunas economías en desarrollo están finalmente viendo “la luz al final del túnel”, asegura un reciente artículo en el blog del Banco Mundial. Sin embargo, añadió el reporte, las veintiocho de ellas que están marcadas con las calificaciones crediticias más débiles (entre las que aparece la Argentina) “siguen atrapadas en una trampa de deuda sin esperanza de escape en el corto plazo”.
El artículo, firmado por Philip Kenworthy, Ayhan Kose y Nikita Perevalov, del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, afirma que “una crisis de deuda silenciosa hunde a las economías en desarrollo con bajos índices de solvencia crediticia”. La inflación mundial, apuntaron, “está retrocediendo y las tasas de interés globales parecen haber alcanzado su punto máximo, lo que ha provocado que estas economías se apresuren a emitir bonos para refinanciar su deuda antes de que la oportunidad desaparezca”.
En ese sentido, los economistas recordaron que, a principios de enero, México, Indonesia y otros países en desarrollo “recaudaron fácilmente” más de 50.000 millones de dólares de inversores en bonos.
Algunas de esas economías, insistieron, están finalmente viendo “la luz al final del túnel”. Pero otras, reconocieron, “siguen atrapadas en una trampa de deuda sin esperanza de escape en el corto plazo”. Se trata en particular de las veintiocho economías en desarrollo con las calificaciones crediticias más débiles.
La columna de Kenworthy, Kose y Perevalov no nombra en particular a ninguno de esos países. Sin embargo, una rápida mirada a los cuadros estadísticos a los que dirige el propio artículo (preparados por Tradingeconomics) no deja lugar a dudas: de abajo y hacia arriba, en el mix de ratings de S&P,
Moody’s y DBRS aparecen el Líbano, Venezuela, Sri Lanka, Ghana, Bielorrusia y Argentina.
Estas naciones tenían una relación deuda-pib promedio de casi el 75 por ciento a fines del 2023, veinte puntos más que la de una economía en desarrollo típica. “Representan –señalan estos expertos– una cuarta parte de todas las economías en desarrollo con calificaciones crediticias y el 16 por ciento de la población mundial. Pero su actividad económica colectiva constituye apenas el 5 por ciento de la producción mundial, lo que facilita que el resto del mundo ignore su situación”.
Como resultado, advirtieron, “su crisis de deuda es silenciosa y podría intensificarse”.
Excluidos de los mercados de capital
Los autores de la nota en el blog del Banco Mundial destacaron que, en los últimos dos años, las tasas de interés reales de Estados Unidos (un punto de referencia del costo real de endeudamiento a nivel mundial) aumentaron al ritmo más rápido en cuatro décadas. “Históricamente -continuaron-, el rápido endurecimiento de la política monetaria estadounidense ha significado problemas financieros para muchas economías en desarrollo, como ocurrió en la década de 1980”.
Esta vez, las economías en desarrollo con buenas calificaciones crediticias “escaparon a ese destino”, pero “el peligro no ha pasado para las economías con calificaciones crediticias débiles”. El costo de su endeudamiento, se lee en el artículo, creció “marcadamente en los últimos dos años: ahora enfrentan tasas de interés aproximadamente 20 puntos por encima de la tasa de referencia mundial y más de nueve veces la de otras economías en desarrollo”.
Con este escenario, esas economías “llevan más de dos años excluidas de los mercados mundiales de capital” y casi no emitieron bonos internacionales durante ese tiempo, “un período estéril como no se había visto desde la crisis financiera mundial”. No sorprende, comentan los economistas, que “once de ellas hayan incumplido desde 2020, acercándose al total de las dos décadas anteriores”.
Kenworthy, Kose y Perevalov propusieron que estas economías “necesitan ayuda inmediata del exterior, tanto en forma de alivio de la deuda para algunas de ellas como de una mejora general del marco global para la reestructuración de la deuda, que hasta ahora ha brindado poco alivio a los países que más lo necesitan. Pero también hay mucho que pueden hacer para ayudarse a sí mismos”.
Un buen comienzo, concluyeron, “sería crear el espacio fiscal necesario para el crecimiento económico y la resiliencia”.