El punk de Lydia Lunch a María Elena Walsh
La banda llega a la Argentina para mostrar su proyecto musical a la distancia. Habla Violeta García, violonchelo y voz del grupo.
Los avances tecnológicos y la pandemia han cambiado por completo la dinámica de las relaciones, se sabe. Hoy es posible sostener un proyecto musical a la distancia, por ejemplo. Que los integrantes de una banda no vivan en la misma ciudad ya no es necesariamente un problema. Y Blanco Teta es la prueba viva: Carola Zelaschi (batería), Carlos Quebrada (bajo eléctrico), Violeta García (violonchelo y voz) y Josefina Barreix (voz) andan desperdigados por el mundo (Buenos Aires, Barcelona, Berna), pero el año pasado editaron un disco titulado Rompe Paga y también pudieron unir fuerzas y voluntades para una gira europea que incluyó fechas en Suecia, Francia, Suiza, Holanda, Bélgica y Letonia, entre otros países.
Ahora hay una buena oportunidad de verlos en vivo en
Buenos Aires: el 2 de marzo se presentarán en Maquinal, espacio cultural ubicado en Tomás de Anchorena 364 (CABA), con el despliegue escénico que es habitual en la banda. Además de su música experimental y desafiante, Blanco Teta cuida mucho la puesta en escena de cada uno de sus conciertos. Basta con googlear la presentación que hicieron para la radio estadounidense KEXP-FM para notar que tanto el vestuario como la actitud de estos cuatro artistas llevan el sello provocativo de la performance. El de Blanco Teta es, en suma, un espectáculo integral.
“Ya tenemos como cien conciertos encima. Y desde el principio la banda apostó por una búsqueda experimental. Tomamos la decisión política de que todo sea muy extremo y muy corrido, pero no sólo desde el punto de vista musical –explica Violeta–. Los cuatro somos productores y tenemos criterios diferentes, así que eso aparece reflejado en nuestras canciones y en nuestros shows. Blanco Teta es un espacio de juego, de prueba, en el que hay lugar para el flash de cada uno”.
Para mantener el proyecto en funcionamiento los cuatro miembros cuidan especialmente la organización: “Hay buena comunicación, tenemos reuniones virtuales semanales para ir armando agenda porque además todos tenemos proyectos solistas –explica Violeta–. Vamos planificando con mucha anticipación las giras y nos encontramos unas semanas antes de empezarlas para ensayar. Por ahora va todo muy bien. Y la idea es grabar otro disco este año”.
¿Qué se encontrarán los que vean por primera vez a Blanco Teta? En lo estrictamente musical, a una banda muy ecléctica que tiene como referencias importantes al punk y la no wave, una escena vanguardista que apareció en Nueva York a fines de los 70 de la mano de grupos como DNA, Mars y Teenage Jesus & The Jerks o artistas icónicas como Lydia Lunch, pero que también reconoce a Charly García y a Intoxicados como influencias.
“Somos todos muy melómanos y curiosos. Y tenemos gustos diferentes. Creo que eso enriquece a la banda”, sintetiza Josefina. “Nos interesan particularmente esos artistas que se expresaron en momentos complicados, picantes de la historia. En Argentina estamos muy acostumbrados a tener que aprender a comunicar el dolor y el enojo. Pasó incluso en momentos en los cuales eso no estaba permitido, como en la época de la dictadura. Y esa tradición persiste: Sara Hebe, La Negra Villa y La Piba Berreta son poetas que encontraron una forma de gritar contra las desigualdades y que se bancan el mensaje político, más allá de la exigencia de la industria de ser solo un producto. Pero no es algo de ahora, insisto. El reino del revés, de María Elena Walsh también es una canción punk”.