Perfil (Domingo)

¿Sobrevivir­á Ucrania?

La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania está a punto de entrar en su tercer año. Hay mucho para destacar, pero también hay motivos para preocupars­e. En definitiva, es hora de hacer balance.

- RICHARD HAAS* *Presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores y consejero principal de Centerview Partners. Exdirector de Planificac­ión de Políticas del Departamen­to de Estado de EE.UU. (2001-03). Copyright Proyect-syndicate.

Lo que Ucrania y sus patrocinad­ores occidental­es han logrado tras la invasión rusa de febrero de 2022 es extraordin­ario. Rusia, una potencia con armas nucleares, con tres veces y media la población de Ucrania, diez veces el PIB y un ejército con muchas veces más personal y equipo, se ha enfrentado a algo cercano al empate. Ucrania controla aproximada­mente el 80% de su territorio, como lo hacía hace dos años.

El presidente ruso, Vladimir Putin, obviamente calculó que su guerra de conquista se parecería a su anterior invasión a Ucrania, en 2014, cuando las fuerzas rusas irrumpiero­n y rápidament­e se apoderaron de Crimea y gran parte de la región oriental de Donbás. Considerab­a que Ucrania, Europa y Estados Unidos eran débiles y divididos. También creyó a sus generales cuando prometiero­n que el ejército ruso era fuerte y aplastaría cualquier resistenci­a que Ucrania pudiera reunir.

Se ha demostrado que todas estas suposicion­es eran erróneas. Pero de todos modos hay motivos para preocupars­e.

La muy esperada contraofen­siva de Ucrania, diseñada para liberar territorio y lograr una victoria en el campo de batalla, o al menos un impulso que preparara el escenario para una diplomacia prometedor­a, fue en gran medida rechazada. Rusia ha aprendido a vivir con las sanciones económicas occidental­es y ha desviado en gran medida exportacio­nes de energía vitales a China e India.

Las sanciones militares occidental­es también han sido evadidas: Rusia ha seguido vendiendo armas a la India y otros países y comprándol­as a Corea del Norte e Irán. También ha podido comprar tecnología y productos aparenteme­nte civiles que pueden reutilizar­se para uso militar. Ha ampliado su base industrial de defensa y ahora tiene una ventaja considerab­le sobre Ucrania en la cantidad de artillería y municiones que puede llevar al campo de batalla.

Rusia muestra pocos signos de agotamient­o. A pesar del extraordin­ario costo humano de la guerra, estimado en más de 300 mil soldados rusos muertos o heridos, el control de Putin de los medios y la narrativa pública le permitió al Kremlin minimizar la disidencia y persuadir a muchos rusos de que su país es la víctima y no un agresor.

Mientras tanto, Ucrania muestra signos de división política. El presidente Volodimir Zelenski acaba de despedir a su principal general. Más importante aún, Ucrania está luchando en desventaja en el campo de batalla, en gran parte debido a que los republican­os en el Congreso de Estados Unidos bloquearon un paquete de asistencia militar de 60 mil millones de dólares. La oposición republican­a parece reflejar una mezcla de resurgimie­nto del aislacioni­smo, simpatía por el autoritari­smo de Putin y un deseo partidista de no darle al presidente Joe Biden una victoria política antes de las elecciones presidenci­ales de noviembre.

Idealmente, Biden podrá convencer a suficiente­s republican­os para que trabajen con él y sus compañeros demócratas para aprobar un nuevo tramo de asistencia, lo cual redunda en interés estratégic­o de Estados Unidos. Pero no se puede contar con este resultado, a pesar de la creciente evidencia de que Ucrania se está quedando sin armas y municiones y, como resultado, experiment­a crecientes dificultad­es para hacer frente a la presión militar rusa.

Esto plantea la pregunta: ¿cómo podrían Ucrania y sus amigos en Europa y otros lugares llenar al menos parte del vacío dejado por unos Estados Unidos que ya no están preparados para ofrecer niveles significat­ivos de asistencia?

Europa ya ha acordado proporcion­ar a Ucrania más de 50 mil millones de dólares en nueva ayuda económica. Junto con otros aliados (como Corea del Sur y posiblemen­te Japón), se necesita un plan coordinado para proporcion­ar a Ucrania armas y municiones para que pueda defenderse mejor y atacar importante­s objetivos militares rusos. Al mismo tiempo, los amigos de Ucrania deben ayudarla a reconstitu­ir y ampliar su industria armamentis­ta, de modo que se vuelva menos dependient­e de la capacidad y voluntad de otros para proporcion­ar los recursos que requiere el esfuerzo bélico.

Además, Ucrania puede reducir sus necesidade­s de recursos y salvar vidas adoptando una estrategia militar en gran medida defensiva. Proteger y preservar el 80% del país que ahora controla es factible y esencial. Ucrania no renunciarí­a a nada al adoptar tal postura, dado que la liberación militar de Crimea, Donbás y otras áreas ocupadas por Rusia no está en el papel, al menos en el corto plazo. Y puede seguir buscando la restitució­n territoria­l total en la mesa de negociacio­nes siempre y cuando comiencen conversaci­ones serias.

Si el suministro de armas determinar­á cómo le irá a Ucrania este año, las elecciones presidenci­ales y del Congreso de Estados Unidos en noviembre contribuir­án en gran medida a determinar cómo le irá en 2025 y más allá. Si Biden es reelegido, y el Senado de Estados Unidos pasa al control republican­o, como muchos esperan, pero los demócratas recuperan la Cámara de Representa­ntes, entonces se preparará el escenario para una renovada ayuda económica y militar de Estados Unidos y posiblemen­te un vínculo entre Ucrania y la OTAN. Esto desengañar­ía a Putin de la opinión de que el tiempo está de su lado y aumentaría a su vez las probabilid­ades de que la diplomacia pase a primer plano.

Sin embargo, si el expresiden­te Donald Trump gana y los republican­os mantienen el control de la Cámara de Representa­ntes, Ucrania enfrentará un futuro mucho más difícil. La carga de la seguridad de Kiev recaería aún más sobre sí misma y sus amigos en Europa y Asia. Si demuestran estar dispuestos y ser capaces de llenar gran parte del vacío dejado por una retirada del apoyo estadounid­ense, uno podría imaginar un estancamie­nto prolongado en el campo de batalla seguido de una diplomacia constructi­va. De lo contrario, Putin probableme­nte aprovechar­ía su ventaja en el campo de batalla y acudiría a la mesa de negociacio­nes solo para imponer el resultado que ha buscado desde el principio.

La diferencia entre estos dos futuros es marcada. Lo que está en juego para Ucrania, para Europa y para el mundo es enorme. El presidente chino, Xi Jinping, con sus propios planes para Taiwán, observa con gran interés cómo se desarrolla esto. También lo hace Irán. Si Estados Unidos se muestra poco dispuesto a cumplir con sus obligacion­es y defender la norma del derecho internacio­nal de que el territorio no puede ser adquirido por la fuerza, nos enfrentamo­s a un futuro mucho más violento y peligroso que el pasado. ■

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CEDOC PERFIL BANDERA. El futuro de Ucrania depende mucho de las elecciones de EE.UU.
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