Perfil (Domingo)

Un frágil consenso

- CARLOS HELLER* * Diputado nacional de Unión por la Patria y presidente del Partido Solidario.

En el marco del tratamient­o del proyecto de ley ómnibus en Diputados se produjo una situación contrastan­te. Por un lado, un debate intenso entre distintos sectores políticos que representa­n a la sociedad argentina en el Parlamento, la casa de la democracia. Por el otro, las fuerzas de seguridad avanzando contra los manifestan­tes en las inmediacio­nes del Congreso y desatando una fuerte represión, con balas de goma, gas pimienta y gases lacrimógen­os. Ambos hechos están relacionad­os: el proyecto contiene un conjunto de medidas antipopula­res y contrarias al interés nacional. Ello produce la resistenci­a y la movilizaci­ón de diversos sectores de la sociedad. Estamos ante una iniciativa que forma parte de un plan de gobierno que no parece poder implementa­rse sin represión.

Mientras, en el recinto, la búsqueda de aprobar la ley ómnibus ha llevado a implementa­r cuartos intermedio­s para ganar tiempo en las negociacio­nes y a eliminar varios contenidos de la propuesta inicial intentando llegar a acuerdos. Se trata de cambios que reducen la cantidad de empresas a privatizar y el número de las emergencia­s donde el Presidente tendría facultades extraordin­arias, entre otros temas. Por supuesto: estas modificaci­ones no cambian el espíritu del proyecto.

En mi intervenci­ón en la sesión manifesté que la iniciativa no se debería aprobar y que, en esa línea, nuestro bloque había decidido el rechazo total en general y en particular, porque no hay aspectos rescatable­s, y porque todo su contenido es contrario al interés de las y los argentinos.

El Gobierno busca un frágil consenso entre variantes liberales y libertaria­s que constituye­n el núcleo de su alianza parlamenta­ria, con sectores del radicalism­o, el bloque Hacemos Coalición Federal y partidos provincial­es con los que intenta resolver diferencia­s importante­s.

En esta perspectiv­a, el proyecto, que al cierre de esta nota continuába­mos tratando, podría ser llamado 4 M: Martínez de Hoz, Menem, Macri y Milei. Todos ellos han propuesto (y dos de ellos proponen) políticas similares.

El lema de Martínez de Hoz y la dictadura fue “achicar el Estado es agrandar la Nación”; el de Menem, “nada de lo que deba ser privado seguirá en manos del Estado”; Macri, en la misma línea, considerab­a a Menem el gran reconstruc­tor de la Argentina, elogiando su política de privatizac­iones; finalmente, el presidente Milei declaró hace unos meses que “todo lo que pueda estar en las manos del sector privado va a estar en las manos del sector privado”. Hay, entre estos gobiernos, una continuida­d evidente.

En su discurso en Davos, Milei dejó una vez más en evidencia la ideología de su plan de gobierno. Dijo allí: “El problema es que la justicia social no es justa porque no aporta al bienestar general. Es una idea intrínsica­mente injusta porque es violenta, es injusta porque el Estado se financia a través de impuestos y los impuestos se cobran de manera coactiva”. El concepto toma aún más relevancia porque la noción de justicia social está incorporad­a en la Constituci­ón y, por lo tanto, renegar de ella es de alguna manera desconocer el texto constituci­onal.

El Presidente también elogió a las grandes corporacio­nes asegurando que “las estructura­s concentrad­as de la economía son las que explicaron el crecimient­o económico desde el 1800 hasta hoy”. Es necesario agregar que durante el siglo XIX ya estaba en desarrollo la Revolución Industrial y, junto a esta, nacían las luchas populares que, entre otros logros, establecie­ron la jornada laboral de ocho horas que sirvió para distribuir mejor los recursos a través de la generación de una gran cantidad de puestos de trabajo. No parece una omisión anecdótica.

El Presidente tampoco hizo referencia a que entre 1800 y la actualidad hubo dos guerras mundiales y la gran depresión de los años 30, a partir de la cual se inició el Estado de Bienestar. Durante su vigencia se desarrolla­ron políticas que están en las antípodas de lo que propone la ley impulsada por el oficialism­o. Milei hace silencio sobre todo este capítulo histórico.

El Gobierno quiere beneficiar a las grandes corporacio­nes. Ese es el espíritu que atraviesa al DNU 70/23 y al proyecto de ley ómnibus.

Lo dijimos durante la sesión: no es posible apoyar en ningún aspecto el contenido de este proyecto.

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