Perfil (Domingo)

Teoría del caos

- MIGUEL ROIG* *Escritor y periodista.

Cuando se estrenó Anatomía de un asesinato, el clásico de Otto Preminger, un paradigma del cine de tribunales, muchos no estábamos en este mundo. Annie Ernaux, sí. Lo cuenta en Los años, novela en la que ejecuta un largo travelling social desde la posguerra hasta la presidenci­a de Nicolas Sarkozy. A finales de los años cincuenta, cuenta Ernaux, las relaciones sentimenta­les se desarrolla­ban bajo la mirada y el juicio de los demás. A pesar de los pesares, fluían las relaciones y se practicaba todo el sexo posible y, apunta Ernoux, no se eludía ninguna de las prácticas que presentaba­n los manuales médicos: la felación, el cunnilingu­s y la sodomía. Llaman la atención las menciones al juicio, la normativa social, y el marco teórico de la literatura médica.

La película de Preminger no es ajena a estas reglas. En ella, un militar se entrega voluntaria­mente por el asesinato del dueño de un bar que viola a su esposa. La mujer contrata a un exfiscal desocupado, interpreta­do por James Stewart, un abogado bohemio, pero devoto de la ley que pasa parte de su tiempo pescando o tocando jazz en su piano, incluso a cuatro manos con Duke Ellington en un pub. Esta puesta en escena manifiesta el candor de la película en la que la fiscalía se permite preguntar a la mujer si tiene por costumbre salir a la calle sin bragas. Aquí no hay un macguffin hitchockni­ano: la trama gira en torno a si el abogado defensor conseguirá que se declare inocente al militar, o el fiscal imponer el criterio de que la mujer provocó al violador y este pagó con su vida caer en el juego seductor. La Justicia se revela a través de un jurado justo y de los textos jurídicos, a los que constantem­ente, recurre el abogado. Tal como narra Ernaux en su libro al evocar ese tiempo: juicio social y reglas escritas.

Anatomía de una caída, la película de Justine Triet, premiada en Cannes, Venecia y candidata a varios premios Oscar, hace una referencia explícita desde el título al film de Preminger para remitir a las películas de juicios, pero en este caso, el proceso judicial es un caballo de Troya del que descienden las circunstan­cias que nos compromete­n a la hora de movernos en el tiempo que nos toca.

Si bien el juicio está narrado con una singular pericia clásica, el contexto son las relaciones sentimenta­les, al punto que la directora podría haber titulado su obra como las escenas matrimonia­les de Bergman (que cuentan, por cierto, con un cover en Netflix).

La novedad no es aquello que ocurre entre las paredes de la casa, sino que, se sugiere, se narra de manera fragmentad­a y todo pende de la credulidad del que asiste al relato.

La caída a la que alude el título es la del marido de la protagonis­ta, quienes juntos, forman una pareja de escritores. Quizás se haya deslizado por accidente por una ventana de la planta alta de la casa. Puede que se haya suicidado: se dan señales en esta dirección. O lo podría haber empujado su mujer. Esto también es creíble.

Todo a lo que asistimos en nada difiere del suministro de informació­n, que proveen las redes día a día, en un tiempo en el que la intimidad está rota.

Hay otra capa, más profunda y frágil. El cristal que aquí se visibiliza y es el material sensible que conforma una pareja en permanente tensión. La competenci­a de roles. El éxito. La fidelidad. La homosexual­idad. El factor lingüístic­o. Este último actúa a través de una tercera lengua, el inglés, idioma común entre la protagonis­ta, una nativa alemana, y el marido francés. Más aún: ella, en el juicio, debe expresarse en esta lengua por obligación, ya que al estar en Francia es la oficial del tribunal.

Este es el caso particular de esta mujer, de la pareja y por extensión del carácter poliédrico de cualquier pareja, de cualquier relación íntima y también, hoy por hoy, cívica.

El contrato social al igual que un contrato sentimenta­l está sujeto al caos y el sentido es una construcci­ón constante. Otra vez Ernaux: escribe que preferimos no votar porque la elección no va a cambiar a nadie; afirma que la crítica a los medios importa más que la informació­n en sí; nos advierte del asombro que nos provoca el desvanecim­iento del pasado más reciente.

¿No son estas las partes de un cuerpo en caída libre?

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ANNIE ERNAUX. Escritora francesa y su novela Los años publicada en 2008.
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NA Y CEDOC PERFIL

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