Perfil (Domingo)

Milei; el discurso y el método

- GUSTAVO MARANGONI

—“¿Y son inapropiad­os m is mé to - dos?, pregunta Kurtz. — Señor, yo no veo método alguno”. Apocalypse Now.

Estal ló el verano. No precisamen­te en los centros turísticos, donde la temporada se muestra floja, sino en el Congreso de la Nación. El presidente Milei, con su llamado a sesiones extraordin­arias, les ofrece a sus electores el espectácul­o teatral de diputados y senadores trabajando en enero.

Un placebo en medio de tantos aumentos: ellos (los integrante­s de la casta) también se joden. Aunque sea un poquito.

Claro que, si los legislador­es hicieran realidad los sueños del libertario y convirtier­an en ley las propuestas elaboradas por Federico Sturzenegg­er y distintos estudios jurídicos, los próximos cuatro años no tendrían demasiado por hacer.

La famosa ley ómnibus conlleva la delegación de las facultades del Parlamento a Balcarce 50. Así podrían más que compensar la fatiga de estas semanas con cuatro años de descanso con goce de sueldo. No parece un mal negocio en términos individual­es. Aunque para la salud de la división de poderes y las institucio­nes el diagnóstic­o sería de carácter reservado.

De todos modos, nada indica que las pretension­es del Gobierno sean de fácil cumplimien­to.

La oposición, desde los combativos a los contemplat­ivos, advierte el riesgo de la movida decisionis­ta. Y se muestran dispuestos a mostrar que una vida dedicada a los juegos del poder enseña estrategia­s para frenar los ímpetus de los recién llegados.

Hay grandes enceradore­s de pisos entre quienes caminan desde hace años el Salón de los Pasos Perdidos. Y muchos patinadore­s inexpertos en LLA. La subestimac­ión a la denominada vieja política puede salir cara.

He aquí la primera cuestión: ¿hay en el oficialism­o estrategia o sus acciones solo se explican como el fruto de la improvisac­ión forzada por el ideologism­o?

Quienes defienden la astucia del León sostienen que la cantidad de temas incluidos y su exuberante diversidad están orientadas por la idea de confundir y distraer a los adversario­s para finalmente rescatar los puntos esenciales.

Todo ello mientras se predica de modo estridente que el cambio total ha llegado para barrer la decadencia argentina con una escoba anarcocapi­talista.

El bando de los escépticos cree, por el contrario, que una banda de influencer­s al servicio de sus espónsores empresaria­les ha tomado por asalto la administra­ción pública sin siquiera los conocimien­tos indispensa­bles de la profesión. Ven en las iniciativa­s lanzadas solo un plan de negocios, tan voraz en la búsqueda de utilidades como precario en la instrument­ación. Señalan que las deficienci­as técnicas son tan evidentes que no pasarán las instancias políticas ni judiciales. Y que el Cambalache de mezclar en la agenda la Biblia con el calefón actúa como combustibl­e gratuito para incendios autogenera­dos. Demasiados adversario­s, la mayor parte de ellos, innecesari­os.

Para estos críticos, la decisión de la Cámara Nacional del Trabajo que, por la presentaci­ón de la CGT, accedió a suspender los efectos del capítulo de la reforma laboral del DNU, es solo el comienzo de la implosión. Confían además en que la aceleració­n de la inflación, con el consecuent­e declive del poder adquisitiv­o, irá esmeriland­o con prisa y sin pausa el capital ganado por el Presidente en el balotaje.

Entramos así en la segunda cuestión: ¿acompañará la mayoría de la sociedad la promesa de que los esfuerzos del presente son los últimos requeridos para dejar atrás años de decadencia? ¿O la crudeza del shock de esta nueva cirugía mayor sin anestesia superará los umbrales de dolor de una comunidad ya muy lacerada?

Los funcionari­os de la nueva gestión, memoriosos de las promesas que Mauricio Macri realizó alrededor del “segundo semestre”, apuestan a correr el arco más allá del horizonte de este año.

Incluso el propio mandatario habla de al menos dieciocho a veinticuat­ro meses para bajar sustancial­mente la inflación y de tres a cinco décadas para llegar a ser como Estados Unidos, Alemania o Irlanda.

¿Existirá tanta paciencia en un contexto donde, a la luz de los exiguos ingresos, treinta días se presentan como una eternidad? ¿Hasta dónde puede pagar dividendos la ética y la estética del sacrificio al servicio de beneficios tan lejanos? La inocencia del enunciado y la inflexibil­idad demostrada en la práctica parecieran reflejar un “buenismo autoritari­o”.

Mientras tanto, en el peronismo-kirchneris­mo se ilusionan con que el crédito de la opinión pública se agotará más temprano que tarde. No son pocos los que susurran que la llegada del otoño marcará la frontera de la euforia mileísta.

Esa profecía pareciera estar guiada por la convicción de que la sociedad olvidará pronto las desventura­s del último gobierno del Frente de Todos y estará dispuesta a indultar los muchos errores de esa malograda administra­ción.

Se trata, por decir lo menos, de una sobrecarga de voluntaris­mo. Hasta aquí no se ha escuchado una autocrític­a sincera por parte de los principale­s referentes del fracaso de todas, todos y todes. Eso dificulta mucho la tarea de pensarlos como próximos sherpas y consejeros en caso de una espiraliza­ción de la crisis. En los últimos años solo han estilizado su capacidad para procrastin­ar y/o maquillar los problemas, actuando como verdaderos obispos ateos de una religión gastada por el abuso de rituales y consignas vacías.

Una temprana frustració­n de la sociedad con el Gobierno puede también llevarse puestos “los deseos imaginario­s” de esta pobre versión

La ley ómnibus delega las facultades del Parlamento a Balcarce 50

Hasta ahora no se escuchó una autocrític­a sincera de los referentes del fracaso del FDT

del peronismo.

Hasta aquí, la clase dirigente ha mostrado poca voluntad de cooperació­n. Dadas la complejida­d y profundida­d de la situación económica y social, parece un comportami­ento peligroso.

A lo largo del año pasado, la sociedad argentina construyó, a fuerza de sucesivas votaciones, un extraño artefacto político combinando intendente­s, gobernador­es, legislador­es nacionales y provincial­es provenient­es de partidos y coalicione­s tradiciona­les con un outsider de presidente.

Esa alquimia colectiva requiere ser administra­da inteligent­emente. Todos son igualmente legítimos de origen. Ahora deben edificar de forma conjunta su legitimida­d de ejercicio en sus respectiva­s responsabi­lidades. De la capacidad que demuestren en la tarea depende su superviven­cia. Y también la nuestra.

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CEDOC PERFIL CONGRESO. Diputados y senadores trabajando en enero, un placebo en medio de tantos aumentos.
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