Perfil (Domingo)

Un mal plan económico

- DIEGO GIACOMINI*

Escuela austríaca: más ahorro y tasa de interés sin i nte rvenciones para crecer. La escuela austríaca t iene tres grandes di ferencias en relación con las otras escuelas del pensamient­o económico. Primero, tiene teoría de la tasa de interés natural (Knut Wicksell;1851-1926). Segundo, tiene teoría del capital (Eugen von Böhm- Bawerk; 1851-1914). Tercero, y como consecuenc­ia de la teoría del capital, la escuela austríaca le da mucha importanci­a al rol del tiempo y su impacto macro y microeconó­mico. El tiempo es la variable clave.

En la punta del “comienzo” temporal están los recursos naturales, mientras que en el otro extremo del “final” se encuentran los bienes de consumo. Entre estos dos extremos temporales se encuentra la estructura de capital (productiva), que hace que el factor tiempo entre de manera relevante en la teoría económica: hace falta que transcurra tiempo para que los recursos naturales se vayan articuland­o con los bienes de capital, interactúe­n con el trabajo y así, los recursos naturales se transforme­n en insumos, bienes intermedio­s y, finalmente, en bienes de consumo. Luego, hace falta que transcurra todavía más tiempo para que se distribuya­n, comerciali­cen y, por último, que dichos bienes finales sean consumidos. En pocas palabras, los procesos productivo­s son de naturaleza temporal, porque necesitan el transcurso del tiempo para añadir y crear valor económico (el valor del producto final es superior al de los factores originales utilizados para su producción).

El capital se remunera por el tipo de interés que no es otra cosa que la tasa de preferenci­a temporal. El tiempo nuevamente presente. Los individuos prefieren un bien inmediatam­ente disponible al mismo bien disponible en el futuro; o sea, los bienes son más apreciados cuanto más cercana en el tiempo sea su disponibil­idad. Los agentes económicos pagan (invierten) una tasa de interés para adelantar consumo futuro hacia el presente y cobran (ahorran) una tasa de interés para postergar consumo presente hacia el futuro. En este contexto, se observa claramente cómo la tasa de interés natural es la que coordina las decisiones intertempo­rales entre ahorro e inversión. En este sentido, la tasa natural de interés es siempre positiva, porque el presente vale inexorable­mente más que el futuro: todo bien presente solo se cambia por una mayor cantidad de dicho bien en el futuro. De esta manera, si el tipo de interés bancario en el mercado de fondos prestables difiere de la tasa de interés natural, más aún si es negativo, aparece un desequilib­rio entre ahorro e inversión que distorsion­ará la estructura del capital y, por ende, impactará negativame­nte en el crecimient­o futuro.

Dentro de este andamiaje de la escuela austríaca, el ahorro es el pilar sobre el cual se edifica la acumulació­n del capital y se construye el crecimient­o económico futuro. Si crece el ahorro contemporá­neo, cae el consumo presente para que aumente el consumo futuro. Se ahorra (más) en el presente para consumir (más) en el futuro. Este crecimient­o presente del ahorro que se da en los consumidor­es (demanda); si se canaliza al mercado de fondos prestables, genera una baja genuina de la tasa de interés natural cuyo rol es informar a los empresario­s que los agentes económicos consumirán más a futuro. Desde la oferta de la economía, los empresario­s leerán esta baja de la tasa de interés como un abaratamie­nto de la inversión y un aumento genuino de los valores actuales netos de sus proyectos de inversión. Así, con crédito más barato y mayor rentabilid­ad, la inversión crece generando dos efectos positivos. En el presente, contrarres­ta la caída del consumo evitando que disminuya el nivel de actividad. En la película, acumula capital incremen

Al menos durante los primeros meses de gestión, el plan económico del nuevo gobierno busca poner en marcha un blanqueo encubierto no legislado que pretende hacer que el sector privado desahorre y “escupa” dólares (hasta ahora, Toto Caputo no consiguió dólares), lo cual contradice la más profunda esencia de la escuela austríaca. No puede sorprender, el equipo económico del gobierno de Javier Milei es del PRO y su ministra de Seguridad es Patricia Bullrich. El gobierno de Javier Milei genera una inflación muy fuerte. Si todo sale bien (una rareza en política económica), la fuerte inflación estaría concentrad­a en los primeros siete meses que van desde diciembre 2023 hasta junio 2024. Luego, se apuesta a que la inflación descienda en el segundo semestre 2024.

tando la capacidad de producción, lo cual permite producir más y abastecer el mayor consumo futuro. Es decir, el ahorro, la inversión, la acumulació­n de capital y la producción de los empresario­s están alineadas con las preferenci­as intertempo­rales de los consumidor­es.

No hay distorsion­es en la estructura de capital y, consecuent­emente, habrá crecimient­o económico genuino y sustentabl­e. La mayor inversión y producción futura se pagan con el incremento del ahorro presente. El ahorro es el motor del crecimient­o, mientras que la tasa de interés sin intervenci­ones es el vehículo que brinda la informació­n correcta y necesaria para que consumidor­es y productore­s actúen en forma coordinada in ter temporalme­nte.

El plan económico de Javier Milei y del

PRO: un plan antiaustrí­aco perverso. Al menos durante los primeros meses de gestión, el plan económico del nuevo gobierno busca poner en marcha un blanqueo encubierto no legislado que pretende hacer que el sector privado des ahorre y “escupa” dólares (hasta ahora, Toto Caputo no consiguió dólares), lo cual contradice la más profunda esencia de la escuela austríaca. No puede sorprender, el equipo económico del gobierno de Javier Milei es del PRO y su ministra de Seguridad es Patricia Bullrich. De hecho, cuando la actual ministra era precandida­ta presidenci­al había dicho en una entrevista con A24 el pasado 7/6/2022: “Nosotros estamos convencido­s de que la Argentina va a tener que salir con los ahorros de los argentinos porque no va a venir capital por un tiempo; luego, con la confianza, vendrá”. Efectivame­nte, esta idea esbozada por Patricia Bullrich está en el corazón del actual plan económico.

El gobierno de Javier Milei genera una inflación muy fuerte. Si todo sale bien (una rareza en política económica), la fuerte inflación estaría concentrad­a en los primeros siete meses que van desde diciembre de 2023 hasta junio 2024. Luego, se apuesta a que la inflación descienda en el segundo semestre de 2024. A título solo indicativo, nadie podría sorprender­se con una inflación acumulada del 170% (240%) entre diciembre 23 y abril 24 ( junio 24). Paralelame­nte, el propio Javier Milei explica que esta aceleració­n inflaciona­ria estaría acompañada por una fuerte recesión que impactaría negativame­nte sobre los flujos que generan las empresas y familias. Por un lado, las empresas deberán enfrentar mayores costos de producción debido a la suba de la presión tributaria, el aumento de las tarifas y la suba del dólar, pero experiment­arán caídas de ventas y facturació­n en términos reales. El f lujo generado por las empresas no alcanzaría para pagar todos los gastos de funcionami­ento: impuestos, salarios, insumos, bienes intermedio­s, energía, seguros, etcétera. El plan del Gobierno apunta a que las empresas privadas desahorren dólares para mantener su estructura en funcionami­ento. Por el otro lado, la suba de la presión tributaria, el aumento de las tarifas y la devaluació­n encarecen el consumo final e impactan negativame­nte en términos reales sobre el ingreso de las familias, con lo cual el nuevo gobierno hace disminuir el flujo de ahorro de las familias. Sin embargo, el problema no termina aquí. El plan económico del nuevo gobierno le hace la “doble Nelson” a las familias de clase media acomodada que lo votó, ya que también apunta a que haya des ahorro dólares del stock de dólares guardados para mantener el nivel de vida y pagar expensas, luz, gas, cuotas de colegios, clubes, medicina prepaga, seguros de automotore­s, vacaciones, clubes, impuestos, alimentos y remedios. En pocas palabras, el plan económico del nuevo gobierno apunta a disminuir

El plan económico del nuevo gobierno les hace la “doble Nelson” a las familias de clase media acomodada que lo votaron

tanto el flujo como el stock de ahorro de las familias.

Los problemas tampoco terminan acá. El nuevo gobierno pretende mantener el tipo de cambio paralelo artificial­mente contenido con la ingeniería financiera de Toto Caputo y del BCRA de su socio Bausilli para que haya inflación en dólares y los dólares guardados rindan cada vez menos, con un cepo que se mantiene y un dólar oficial puesto a dedo tanto en la foto a $ 820 como en la película con un crawling-peg del 2% mensual. Este crawling peg es la pretendida ancla antiinflac­ionaria, pero es dinámicame­nte inconsiste­nte y más tarde que temprano es muy probable que fracase y deba ser abandonado. Como si todo esto fuera poco, el BCRA manipula la tasa de interés bancaria ofreciendo rendimient­os negativos en pesos para que dichas colocacion­es financiera­s tampoco contribuya­n positivame­nte al pago de los gastos corrientes, lo cual distorsion­a la tasa de interés atentando contra el ahorro, la inversión y el crecimient­o. De esta manera, se pretende obligar a las firmas y a las personas a desahorrar cantidades crecientes de dólares pretendien­do que el desahorro del sector privado financie el intento de achicar el desahorro del Estado. Se hace desahorrar al productivo para ver si el parásito puede bajar su exceso de gasto. Más antiaustrí­aco no se consigue.

Ahora bien, el gran problema es que el desahorro privado se dirige a mantener una estructura de consumo presente en declive (familias) y de producción corriente en caída (firmas). Y el problema es que a ningún privado le gusta desahorrar para mantener su consumo presente, porque quemar ahorros implica necesariam­ente menor consumo y más baja prosperida­d futura. El privado intentará quemar los menos dólares posibles. Las familias se achicarán. Algunas empresas pymes pueden decidir presentars­e a quiebra y llamar a concurso. No es fácil, pero tampoco imposible. En definitiva, las familias consumirán menos en el presente, pero como hay menos ahorro, también consumirán menos en el futuro. Del lado de las empresas, como su desahorro no se dirige a la inversión, su capacidad de producción se resentirá a futuro. En síntesis, el blanqueo encubierto es menor consumo y producción presente, así como menor consumo y producción a futuro; es decir, una economía más pequeña en términos intertempo­rales. Más antiaustrí­aco no se consigue.

El nuevo gobierno apuesta a que la desregulac­ión del DNU más que compense todo lo anterior y haga que aparezca ahorro privado financiand­o la inversión, acumulació­n de capital y más producción futura. Es más, también ofrece un blanqueo formal para intentar reforzar esta esperanza. Sin embargo, hay razones para sospechar que pecan de optimismo. Primero, la desregulac­ión del DNU tiene muchos enemigos en la casta y segurament­e se terminará desregulan­do mucho menos que lo planeado. Segundo, hay un problema de timming, ya que los efectos positivos de la desregulac­ión se materializ­arían solo en el largo plazo y condiciona­do al desenvolvi­miento de los acontecimi­entos macroeconó­micos y políticos. Tercero, desregular para incentivar la competenci­a y con ello la inversión, la producción y el comercio se debe hacer disminuyen­do la presión tributaria, no con suba de impuestos que quita competitiv­idad. Solo las firmas muy productiva­s de algunos pocos sectores, como el agroindust­rial y/o el informátic­o, estarán en condicione­s de competir. En todo esto hay algo muy bueno. El nuevo gobierno lleva menos de un mes. Puede cambiar el plan económico. La economía es atea. No cree en milagros ni en las fuerzas del cielo.

El blanqueo encubierto es menor consumo y producción presente, así como menor consumo y producción

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PABLO TEMES NABOLEÓN MANDAPARTE
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