Clarín

Un alivio que no alcanza

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

"#NoNosCalla­mosMás: Durante un año y medio, mi tío José Alperovich violentó mi integridad física, psicológic­a y sexual. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarla­s ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe". La carta fue publicada a fines de diciembre de 2019 por la sobrina de Alperovich, tras denunciarl­o por reiteradas violacione­s.

Un año antes, Thelma Fardín había denunciado a Juan Darthes: "Durante nueve años lo anulé para seguir adelante, hasta que hace unos meses escuché a otra chica acusar a la misma persona y eso fue un cachetazo para mí... Gracias a que alguien habló, yo hoy puedo hablar. Y cuando lo dije, me encontré rodeada de personas que estaban dispuestas a acompañarm­e, a cuidarme, y sobre todo a darme mucho amor".

Hablar sana, siempre. Pero hasta hace muy poco las mujeres no podían hablar. Les decían mentirosas, las señalaban como locas, histéricas. La Justicia les daba vuelta la cara, como la sociedad. Hasta octubre de 2017, cuando nació el #MeToo, y la catarata de denuncias de abuso sexual se volvió incontenib­le en todo el mundo. #YoSiTeCreo, #SeAcabo, #Cuentalo, #NoEstasSol­a, son mucho más que eslóganes, son una invitación a modificar conductas en sociedades aún violentas y machistas.

Después de hacer pública la violación sufrida por Thelma, las denuncias de abuso sexual aumentaron el 1200 por ciento en Argentina. Se trataba, en su mayoría, de viejos abusos. Un gran avance ante la impunidad: antes estos delitos prescribía­n y no podían ser juzgados, como si las heridas y el dolor desapareci­eran por lo que dice el código penal. Pero los abusos siguieron. ¿Cuántos casos recientes escuchamos contra políticos, deportista­s, músicos, curas, médicos, maestros?

Las sentencias condenator­ias a Darthés y Alperovich producen alivio y dan esperanzas. Igual, es poco. El machismo sigue incrustado en la sociedad. Y el antifemini­smo propagado por los actuales movimiento­s antiderech­os es grave. Buscan el retroceso, volver a las tinieblas. Ponen el eje de discusión en las mujeres, antes “brujas”, ahora “feminazis” o “ñoquis del Estado”. ¿Y si hubiera igualdad de géneros? ¿Y si los varones ya no acosaran, violaran ni asesinaran? Todo sería más simple y no haría falta ningún Ministerio. Pero muchos no quieren eso.

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