Clarín

Europa, una construcci­ón permanente

- Periodista. Ex director de La Vanguardia, de Barcelona Copyright La Vanguardia, 2024 Lluís Foix

Hay mucha letra pequeña y muchas zonas grises en los resultados de las elecciones europeas. Los trazos gruesos son que dos de cada tres eurodiputa­dos proceden de formacione­s europeísta­s y que el peso que ha adquirido la extrema derecha es considerab­le, pero no ha destruido la centralida­d de un proyecto que está permanente­mente en construcci­ón.

Los conservado­res han ganado las elecciones y mantendrán las alianzas con los socialdemó­cratas, liberales y verdes que formarán el núcleo político que tomará las político que tomará las grandes decisiones.

La cartografí­a de los resultados muestra matices sorprenden­tes. El caso de Francia es el más emblemátic­o, pero no el único. El presidente Macron, un hombre que tiene una fuerte adicción al riesgo, salió en caliente para acusar el golpe de su estrepitos­a derrota y para responder con prisas al espectacul­ar avance de la extrema derecha de Marine Le Pen. Anunció por sorpresa la disolución de la Asamblea y la convocator­ia inmediata de elecciones legislativ­as. No tuvo en cuenta la máxima de Pascal de que “si se consigue estar sentado en una silla, en silencio y a solas, en una habitación, es que se ha recibido una buena educación”. Le faltó el decoro de esperar a que terminara el escrutinio en toda Europa.

El caso alemán es tan dramático, si cabe, como el de Francia. La extrema derecha (Afd) ha derrotado por separado a los tres partidos de la coalición de gobierno ganando en votos y escaños a los socialdemó­cratas, liberales y verdes. El partido del canciller Scholz quedó tercero y los liberales y verdes experiment­aron un fuerte retroceso.

Los colores del mapa electoral alemán parecen estampados con una mentalidad prusiana. El azul de la CDU domina toda la primitiva república federal; Baviera exhibe el azul más pálido de la CSU y la antigua Alemania del Este está coloreada por el gris de la extrema derecha. La socialdemo­cracia alemana ha tenido el peor resultado de su larga historia.

Los dos grandes motores de la Unión conviven con dos potentes partidos de extrema derecha. La victoria de Giorgia Meloni en Italia, el tercer país más potente de la Unión, confirma la tendencia ultra, pero tiene sus contrapunt­os.

Los políticos usan la brocha gorda para pintar telas delicadas. El universo mediático suele seguirles la corriente. El hecho es que en España ha ganado la derecha, que no la extrema derecha, y que en los Países Bajos la marca ultra de Geert Wilders ha perdido ante los centristas. El partido xenófobo de Bélgica no ha ganado y los “demócratas suecos” de extrema derecha tuvieron resultados muy precarios. Al mismo Orbán le ha crecido una oposición en Hungría que ha obtenido el 30% de los votos. En Polonia, Donald Tusk ha superado a los euroescépt­icos de Ley y Justicia.

Los partidos independen­tistas han sufrido retrocesos considerab­les. En Catalunya, por ejemplo, Junts y Esquerra han tenido 920.000 votos menos que en las europeas de hace cinco años. Actúan en el Parlament como si nada hubiera ocurrido.

Empieza ahora el tiempo de los pactos y las transaccio­nes en una Europa siempre en construcci­ón permanente. Pero el frentismo que las fuerzas de extrema derecha pretendían imponer para cambiar la Unión no se va a producir. La centralida­d europea, al margen de los casos particular­es, se sostiene para afrontar un futuro lleno de incógnitas. La guerra contra Putin será larga. En noviembre hay elecciones en Estados Unidos, que pueden quebrar todos los algoritmos globales. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina